"Ha sido un sueño hacerla", explica el director y guionista Javier Corcuera (Lima. 1967) sobre su última película, No somos nada, un documental sobre los 40 años del grupo punk La Polla Records que se estrena hoy en Zinemaldia, donde competirá por el Premio Irizar al Cine Vasco. El director peruano, adalid del documental de cariz social y político pero también el ligado a la música, creció con las canciones de los alaveses y firma un documento honesto, divertido y desacralizador que parte de la gira de despedida de los autores de Salve y se enriquece con el verbo lúcido y las reflexiones de su líder, Evaristo. "Es una película para disfrutar y reflexionar", explica Corcuera en esta entrevista.

Regresa al Zinemaldia. Tendrá buenos recuerdos del festival, donde logró el Premio de la Crítica por 'La espalda del mundo'.

-Muy buenos, sí. Además, he ido mucho, con varias películas, del viaje de la música popular que es Sigo siendo a El mundo a cada rato, La guerrilla de la memoria... Con Checkpoint rock, junto a Fermín Muguruza, no fuimos porque se vio antes en Donostia, en el Festival de Derechos Humanos. En Donostia me siento en casa.

Su carrera está ligada al documental y a cierto compromiso social y político con los desfavorecidos por la pobreza y la violencia, sea en Latinoamérica, Estados Unidos, Irak, Palestina o Turquía. Pero también a los documentales ligados a la música.

-Eso es, desde Sigo siendo (Kachkaniraqmi). Incluso aquellos que no se centran en la música siguen muy ligados a ella y su presencia es muy fuerte. Eso es porque la música es muy importante en mi vida, sin ella no podría vivir (risas). Me daría algo.

Con tal bagaje no debería extrañar su documental sobre La Polla Records ¿verdad?

-Claro, ya que la película es sobre una banda sonora que me ha acompañado siempre. Sus canciones formaban parte de mi vida desde mucho antes de conocer a Evaristo en persona hace unos años. Sus cintas llegaron a Lima antes de que yo me fuera a vivir a Madrid en 1986. Crecí escuchando a La Polla Records.

¿Por qué optó por involucrarse en el proyecto?

-El documental es un género muy en auge y, para mí y el equipo, que somos todos seguidores de ellos, esta película ha sido un regalo y un placer. Lo hemos pasado muy bien haciéndola. Es para disfrutar y que el espectador salga de ella como de un concierto del grupo, con muy buen rollo.

Y sudados.

-Exacto (risas). Aprovechamos la gira de despedida del grupo para aceptar a la primera. Había que hacerlo, sí o sí. Al principio, la película era seguir a la banda de gira y registrar esos conciertos, pero fue cambiando durante el rodaje para convertirse en la historia de La Polla Records junto a reflexiones sobre el mundo de hoy y el que viene. Cogieron presencia la cotidianeidad de la vida diaria de Evaristo y sus reflexiones, como las de Abel, el bajista, desde el bar Otxoa, donde creció el grupo... La envoltura es la gira, pero cuenta la historia del grupo

Utiliza un recurso que confirma que el grupo, con Evaristo al frente, no es un grupo punk al uso. Me refiero a sus paseos por el campo, que estructuran el documental. Incluso el propio cartel del documental ilustra el campo con unas ovejas.

-Se dio de forma natural, ya que el primer día de rodaje Evaristo nos dijo que le acompañáramos por el monte. Y luego volvimos otras veces a Oñati, en varias estaciones, para seguir grabando y conversando. Fruto de esos encuentros nace la estructura de la película.

Y casi siempre con la cámara filmando esos paseos desde detrás.

-Claro, le íbamos siguiendo.

¿Es Evaristo un punk ecologista?

-La película tiene muchas capas, habla de muchas cosas. La Polla Records es un grupo especial, salió de Agurain y llegó al mundo y atravesó fronteras. Es una banda universal y cada oyente adapta sus canciones a sus propias vivencias, lo que es un mérito muy grande.

El documental muestra el mosqueo de Evaristo sobre el tópico de ligar el punk a la urbe.

-Él reflexiona y desmitifica todo, incluido su propio grupo. Son reflexiones muy lúcidas y con un sentido del humor muy fino.

Muestra a Evaristo tranquilo, de paseo entre árboles, y a la bestia de escenario. Y no parecen la misma persona.

-Es así, una cosa es su día a día y otra la impresionante fuerza y energía que despliega al cantar. Y siempre da muy buenas sensaciones.

Se le oye contar que está viejo, que pertenece a "una generación caduca" y que no llega como antes al cantar.

-(Risas). Así es, pero luego se sube al escenario y está allí como nuevo.

No sé si ha visto el documental de El Drogas. Como usted, se acercaba a la imagen familiar de él, a su pareja, su descendencia... Y a la madre de Evaristo, que no le había visto nunca en vivo. Usted lo ha logrado. ¿Era obligado que apareciera?

-En realidad, surgió de casualidad al contarnos que no le había visto en vivo en 40 años. En La Polla Records todo me sorprende. Él mismo propuso que saliera.

Por lo que cuenta, el guion original se fue modificando sobre la marcha.

-Sí, esta es una película de rodaje muy libre. Otras las he planificado más y tenían guiones más cerrados. Lo bueno del cine documental es hacer una película sin saber qué va a ser la película. En este caso, sabíamos muy poco e hicimos lo que pudimos. Es muy juguetona e incluso Evaristo juega sobre el artificio del rodaje, sobre hacer una película. Esta es para disfrutar y también invita a reflexionar, como sus canciones. No deja de ser una película sobre la amistad de unos chavales que se juntan y logran trascender 40 años.

Y gustar a hasta tres generaciones.

-Exacto, en los conciertos había desde abuelos a hijos y nietos.

Dar voz a Evaristo es un peligro, a la vez que una gozada. Lo digo porque cada una de sus frases es una perla. Cuando se sentó en la sala de montaje, ¿cuánta película rodada tenía? Sería difícil elegir y cortar.

-(Risas). Tenía muchas horas, conversaciones muy largas. Había que seleccionar y construir una trama, ya que las películas son un cuento. Quisimos hacer una película universal, que se pudiera ver en cualquier lado, y no solo para los fans del grupo. Es para todos los públicos, cuenta muchas cosas.

En cada frase de Evaristo y verso del grupo se advierte un fuerte cariz político, aunque ellos nieguen cualquier tipo de formación ideológica y citen al anarquismo. "Siempre habrá alguien rebelde que luche contra el sistema", se oye en la película.

-Claro, sus letras son muy inteligentes, universales y con un humor muy fino. Por eso trascienden. Yo mismo me identifico con ellas, crecí escuchándoles y me han influido mucho. En realidad, lo más fascinante es que trasciendan generaciones, lo que no es fácil. Las bandas suelen tener su momento y desaparecer. Y Evaristo sigue produciendo y en la película dice que su mejor canción está por hacer.

El hecho de su vigencia no habla muy bien de nosotros como sociedad. Lo que denunciaban sigue vivo ¿no cree?

-Claro, sus letras tienen vigencia, desgraciadamente; y cada uno las adapta a su realidad.

La pasión que desata el grupo en Latinoamérica no es normal. Evaristo dice que se debe a que allí se lucha por la vida cada día.

-Puede ser, pero creo que es por la universalidad de sus letras. Da igual si vives en Lima, México, Buenos Aires, Euskadi o Andalucía. La gente se identifica con ellas, y han perdurado. Creo que siempre estarán ahí.

Por cierto, ¿por qué sacar el título de una de sus canciones, 'No somos nada'?

-Estaba desde el principio. Tenía que ser ese aunque luego quisimos cambiarlo (risas). Ese título resume muchas cosas y en la película se oye a Evaristo decir al presentar la canción que usemos más el cerebro. Es una buena idea (risas). El cerebro no está bajo control y, además, es una canción muy emblemática.

¿Algún proyecto nuevo en mente? ¿Le veremos estrenarse en la ficción?

-Tengo varios proyectos dando vueltas. Como dice Evaristo, el mejor está por hacer. De momento, nada de ficción aunque veo mucho cine de ficción. Es que llevo mucho tiempo con el documental, trabajando lo real. Me gusta hacer películas sin saber cómo van a ser, es algo vivencial que te permite disfrutar el momento. Eso ofrece el documental y películas como esta. Hacerla ha sido un sueño.