- Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela, un velero bergantín, decía Espronceda. Esta vez, la Factoría Albaola de Pasaia habla de 15 metros de eslora, espacio para una tripulación de 18 remeros, dos grandes velas y un homenaje a una de las grandes corsarias guipuzcoanas del siglo XVII. Así es el Juanita Larando, el patache presentado ayer y que ya descansa en las aguas del puerto pasaitarra.

La inauguración del barco se llevó a cabo en el arco de Bonanza de Pasaia Donibane, frente a la propia factoría. Asistieron al evento el diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano; el diputado foral de Cultura, Harkaitz Millán; el presidente de Albaola, Xabier Agote; el director del Museo Marítimo Vasco, Xabier Alberdi; la alcaldesa de Pasaia, Izaskun Gómez; el alcalde de Donostia, Eneko Goia; y la alcaldesa de Orio, Anuska Esnal, entre otros.

Además, estuvo presente el director de la Fundación Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, como invitado especial, ya que será el padrino del patache. El paleoantropólogo destacó que “el Juanita Larando lleva un cargamento de sueños, aventuras y naturaleza. Es como estar dentro de una película o de una novela”.

Y es que la nao de La canción pirata quedó a buen recaudo en el imaginario colectivo, estableciéndose como el barco fetiche de piratas, corsarios y otros personajes de similares intenciones para el común de los mortales. Sin embargo, parece que no era necesariamente así, ya que no era el único utilizado y variaba según la ocasión. En el caso del patache, al ser “una embarcación muy veloz”, tanto a vela como a remo, era común usarla para mandar noticias de un sitio a otro o para vigilar puertos y costas. Por ello, era “muy querido” por los corsarios, que lo consideraban útil para los abordajes.

En el caso de la costa vasca, cabe destacar que fue un territorio corsario,y desde los puertos salían numerosos marineros, provistos de patentes de corso, para asaltar a los enemigos del señor o gobernante de turno. Una de las mujeres en ese negocio era Juana Larando, que en el siglo XVII acogió en su posada a este tipo de personajes, convirtiéndose el establecimiento en un punto de reunión.

El patache bajo el nombre de esta corsaria ha sido construido por los profesores y aprendices de la escuela de carpintería de ribera de Albaola, compuesta por futuros carpinteros de distintas partes del mundo, como Estados Unidos, Grecia, Colombia, Francia, Italia o Suiza. En este sentido, Agote quiso recalcar que “al tiempo que recuperamos el saber de nuestros antecesores, ayudamos a mejorar nuestra sociedad. [...], nuestros aprendices hacen suya la tarea de mantener vivo el patrimonio marítimo”.

En la misma línea se expresó Olano, quien alabó la trayectoria y contribución de la Factoría Albaola, con un trabajo “sostenido en el tiempo” que está permitiendo, según el diputado general, que la sociedad guipuzcoana y vasca vayan conociendo “la rica historia y patrimonio de nuestro pueblo”.

El proceso de construcción del Juanita Larando se ha basado en unos planos encontrados en el astillero Mutiozabal de la localidad guipuzcoana de Orio que, si bien se trata de un documento no datado, “corresponde a la tipología” de embarcación del siglo XVII. Un procedimiento “muy diferente” al de la nao San Juan, que se empezó a erigir en el año 2013, bajo el paraguas de la Capitalidad Cultural Europea Donostia 2016, a raíz de los resultados de unas investigaciones subacuáticas hechas por Parks Canada.

Medidas. El patache cuenta con 15 metros de eslora y tres metros y medio de manga. Tiene espacio para una tripulación de 18 remeros y puede navegar con dos velas.

Nombre. Es un homenaje a Juana Larando, una de las corsarias guipuzcoanas más destacadas del siglo XVII.

Planos. Está basado en un documento hallado en el astillero Mutiozabal de Orio. La construcción ha corrido a cargo de profesores y aprendices de la escuela de carpintería