Un nuevo proyecto de arte XL está tomando forma en Agurain. El aguraindarra Jon Landa trabaja estos días en una pared de propiedad municipal entre la calle Fueros y la carretera de Gordoa donde está plasmando un leopardo gigante. El pintor inició su labor el lunes 2 de agosto, día en el que se enfrentó por primera vez a su obra de 70 metros cuadrados. El primer paso fue proteger la pared, dejarla en condiciones, darle fijador, sellarla y comenzar con la imprimación.

El tercer día el dibujo estaba terminado “después de una jornada en la que no dieron tregua las tormentas, una tras otra. No sé cuántas veces tuve que parar por la lluvia. Pero bueno, ya había un leopardo tumbado dispuesto a ser pintado, midiendo 16 metros de largo”, explica el autor frente a la obra que ya se perfila sobre la pared. “Es casi el doble que la gorila”, apunta, en referencia a la obra que en 2018 se creó en el exterior de la sala Harresi.

Con un arsenal de pinturas acrílicas, Landa trabaja sin descanso y hasta la extenuación en su obra. Tras el marcado del dibujo tocó el turno de las manchas cálidas, características del comienzo y el tapado del fondo. Tras varias jornadas de duro trabajo el leopardo ha ido tomando forma. “He terminado las manchas del leopardo y he aplicado algunas sombras en la pata en escorzo. También he trabajado las máximas luces y ya se empiezan a apreciar algunas texturas”, señala el artista orgulloso de poder mostrar su obra en su localidad. Landa reconoce que “es una pared muy difícil de encajar, sobre todo a nivel de composición porque son dos paredes. Tras darle muchas vueltas al final encontré este motivo que es totalmente alargado, pero que hace que la pared de arriba sea un poco el fondo”.

El concepto de trabajo del artista aguraindarra “no es hacer el clásico mural, sino pintar un cuadro en tamaño XL en una pared. Nada de lo que hay es de relleno, todo es mucho más complejo y artístico”. Landa trabaja sin prisa pero sin pausa. “Calculo que el trabajo puede durar otra semana más, pero lo voy a dejar cuando considere que tiene que estar como si fuera un cuadro mío” explica orgulloso de que “esto va a ser la imagen de entrada a Agurain, una especie de presentación y me interesa que sea estupenda”. Reconoce que “éste está siendo mucho más impactante para el pueblo que el gorila porque estoy más presente y es una zona de mucho tránsito”.

“Trabajo exactamente igual que cuando pinto un cuadro, aunque condiciona el tamaño y la pared”, señala acostumbrado a pintar con óleo “aunque aquí tiene que ser pintura acrílica”, más allá de la propia diferencia de pintar sobre lienzo y ahora sobre hormigón. “Es importante que la pared y yo nos conozcamos. El primer día estuve haciendo pruebas para ver qué pasaba cuando echaba la pintura, cuánto absorbía, qué tipos de espátulas tenía que utilizar”.

A su juicio lo más difícil del trabajo que está llevando a cabo en Agurain es “tener una visión global cuando no te queda más remedio que trabajar de manera muy microscópica. Por más que me pongo, mi vista abarca metro o metro y medio. La gestión de todo eso es difícil porque el color que pongo en este trozo tiene que estar relacionado con el que está varios metros más allí. Lo difícil es gestionar la globalidad”.

Sin descanso

Su jornada desde que iniciara la obra va desde primera hora de la mañana hasta última de la tarde. “Lo dejo cuando no puedo más. Hasta que veo que voy a hacer algo mal”. Una vez el artista finalice, rematará la pieza con un barnizado con protección ultravioleta que lo protegerá de los elementos externos como la lluvia o la nieve.

La iniciativa ha partido del Ayuntamiento y pretende dar continuidad al proyecto iniciado en 2018 cuando el mismo artista pintó una gorila XL en la trasera de la sala Harresi de la localidad. “Y no será el último”, adelanta el alcalde Ernesto Sainz Lanchares.

“En los talleres de trabajo participativos realizados con motivo de la hoja de ruta de cultura de Agurain, se habló de la necesidad de buscar algo que sirva como reclamo cultural del municipio, un elemento que pueda ser tractor de la cultura en Agurain, con el objetivo de hacer de la localidad el centro cultural de la Llanada, y a su vez, motor económico y de atracción de visitantes, aportando algo desde la cultura a lo mucho que ya de por sí nos ofrece la villa”, argumenta el alcalde al tiempo que apunta que “ese elemento tractor, en los propios talleres se comentó que podría muy bien ser una especie de museo al aire libre con esas obras XL de Jon Landa, un reconocido pintor, y además aguraindarra”.

Desde el Consistorio, el primer edil hace un llamamiento a la vecindad de Agurain. “Nos hacen falta paredes privadas que poder pintar. La idea es que tras estas dos pinturas en paredes públicas el pueblo se anime y nos cedan espacios”.

Dificultad técnica

“Lógicamente, la naturaleza de la pared, su textura y estado, hacen que el soporte de la obra responda de manera distinta a un lienzo. Así como el material empleado, pintura acrílica en vez de óleo, condiciona la ejecución por su textura y rapidez de secado. La magnitud de la pared es otra dificultad añadida ya que la unidad de visión que se tiene en un cuadro se pierde completamente en este formato gigante. Lo que en un caso se abarca con una mirada o un movimiento, se convierte sobre la pared en un trabajo más arriesgado, más reflexivo y más físico” considera Landa.

Según el artista, “el planteamiento de este proyecto ha sido como el de toda mi obra: la representación figurativa, en este caso de un leopardo, con una visión moderna de la misma. Manchas, texturas, salpicones, escurridos, empastes, y el lanzamiento de pintura producen en una visión cercana, una abstracción de colores sin aparente sentido pero que a la distancia necesaria adquiere sentido y cobra forma figurativa, incluso muy realista”.

La obra tiene dos puntos de vista: la lejana que ofrece una visión casi fotográfica, y la cercana donde se descubren el entramado cromático prácticamente abstracto donde se valora la técnica. Landa ha recibido multitud de premios y ha realizado más de un centenar de exposiciones en espacios de Madrid, Barcelona, Singapur, París, Taipei, Hong Kong, Kuala Lumpur, Estocolmo, La Haya, Gante, Vitoria y, por supuesto, su pueblo, Agurain donde su nueva obra, el leopardo gigante, no dejará indiferente a nadie.