Son miles las personas que a lo largo de estas casi cuatro décadas han construido la historia de Tarima, que han hecho del espacio de la calle Badaia su lugar para bailar, compartir, aprender, sentir, emocionarse y transmitir. Pero cuando llegue este septiembre, las puertas del conocido y referencial estudio de danza no se volverán a abrir. Ha llegado el momento de poner punto final a tantos años de trabajo en pro de la cultura y de la formación. “El legado está en toda la gente que sigue y seguirá bailando”, apunta Celes Duarte.

Fue a principios de los años 80 cuando Claudia Torrent convirtió una lonja vacía en un centro de danza del que el actor, bailarín y director vitoriano es el máximo responsable desde 1987. Ahora toca poner el broche definitivo. La decisión no tiene nada que ver con la pandemia. Es algo que se venía madurando desde hace más tiempo, debido al trabajo que dentro y fuera del territorio alavés desarrolla Duarte, quien, además, en los últimos años ha trasladado su residencia habitual a Asturias. “El ritmo que llevas va pasando factura, también en cuanto a una falta de vida personal, de comunicación directa con los tuyos. Así que ésta era una decisión ya proyectada para cuando llegara a cierta edad y a determinadas circunstancias. Es hora de retirarme de la docencia como en su día lo hice con el teatro”.

Por supuesto, hay “un punto de tristeza” en el adiós. También una gran satisfacción “por haber sido un espacio referente para el mundo de la danza y el movimiento en Vitoria, un lugar por el que ha pasado muchísima gente que se ha formado aquí, por lo menos en las primeras etapas”, personas que en muchos casos han hecho también de la cultura su profesión. No hay que perder de vista que, por ejemplo, una semana cualquiera podía pasar por Tarima una media de 130 alumnos y alumnas. “Hemos vivido cambios generacionales, viniendo los hijos y las hijas de quienes estuvieron aquí en su día”.

Con todo, eso sí, la filosofía siempre ha sido la misma: “Tarima ha sido un lugar donde se han desarrollado los valores de la danza, donde se ha trabajado como en una familia, donde se ha generado unión y amistad. El poso que se queda es lo que se ha hecho y lo que va a continuar en cada uno de los alumnos. Todo ello desde el convencimiento de que hemos apostado por el crecimiento de las personas con valores más allá de la técnica. Es más importante ser personas que bailar”.

Partiendo de la base de que “esto nunca ha sido un negocio buscando los máximos beneficios económicos”, la labor educativa ha sido incansable, incluso destinando todos los cursos una beca para que las personas que la pudieran necesitar, tuviesen la posibilidad de estudiar en el centro. “Ese tipo de cosas han creado un poso de agradecimiento que se nota en estos momentos, porque me está llamando y escribiendo muchísima gente”. Son mensajes en los que también hay muchos recuerdos en torno a tantos y tantos instantes compartidos en una lonja alquilada que ahora se ha quedado vacía. “Tarima es lo que nos une al suelo bailando y creo que, bajo ese nombre, éste es un proyecto que está en el imaginario de Vitoria” .

Duarte apunta que “hay muchísima gente que ha pasado por aquí que sigue bailando, que sigue formándose en centros nuevos, espacios que me merecen todo el respeto y que tienen que salir hacia delante. Ojalá les vaya bien. Siento y tengo el máximo respeto por todos los profesionales que se han dedicado a este mundo en Vitoria. Creo que nunca he estorbado a nadie y que siempre me he dedicado a lo mío. Igual que con el alumnado”. Lo dice asegurando que no piensa perder, bajo ningún concepto, el contacto permanente con la ciudad y los muchos amigos, también dentro del sector cultural, que tiene. “He nacido aquí pero siempre he sido muy nómada”, un ir y venir que en estos momentos pasa por tierras asturianas. “Ahora quiero dedicarme a mi casa, mi compañera, mi perro, al mar y a los libros”, avanza, aunque matiza que “seguiré haciendo cosas porque sigue habiendo proyectos. Es verdad que cesa una actividad pero yo sigo adelante, que todavía no tengo 65 años”, dice con una sonrisa. “Creo que la decisión tomada es para bien. Está siendo maravilloso lo que me está llegando, ver lo que para la gente ha sido Tarima”.

“Aquí se han desarrollado los valores de la danza, y se ha generado unión y amistad”

“Está siendo maravilloso lo que me está llegando, ver lo que para la gente ha sido Tarima”

Director de Tarima