En 1868 se publicó la novela de Louisa May Alcott. En 1917 se hizo la primera versión cinematográfica. En 2019 la última. Entre medio, también se ha llevado a la televisión -tanto para series de imagen real como de animación-, al teatro, la ópera y el musical. Mujercitas es ahora también un ensayo realizado por la gasteiztarra Cristina Arrázola-Oñate en torno a la evolución a lo largo del siglo XX de la construcción de los personajes femeninos en el cine de Hollywood. “Igual sí ha habido una evolución en las palabras que se usan pero no en el modo de contar historias”, apunta la comisaria, investigadora y creadora, que no pretende caer en generalizaciones pero sí fijarse en un ejemplo que puede ser significativo de que “la mirada masculina se mantiene” aún hoy en día.

Mañana a partir de las 19.30 horas, Zas Kultur acogerá, con entrada libre hasta completar el aforo, el estreno de esta reflexión videográfica rodada en distintos puntos de la capital alavesa. Primero se producirá una presentación a cargo de la propia autora para, después de la proyección, abrir un espacio para el debate y el análisis. El público se encontrará con una producción de 18 minutos de duración dividida, con toda la intención, en tres actos, partiendo de un acercamiento de cómo se construye el imaginario de lo femenino en el ámbito familiar para pasar al entorno social y, de ahí, afrontar el “final feliz, que pasa siempre porque la chica se tiene que casar”. Para hacer ese camino, Arrázola-Oñate toma como referencia las versiones que hicieron George Cukor (1933), Mervyn LeRoy (1948), David Lowell Rich (1978) y Gillian Armstrong (1994) de Mujercitas, “que ya en su título presenta una perversión porque o estamos hablando de niñas o de mujeres, pero ¿qué es eso de mujercitas?”.

Las intérpretes alavesas Cheles Argudo, Pilar Gil, Begoña Martín Treviño, Beatriz Martínez de Antoñana, Carmen San Esteban -que se ha encargado también del casting y la dirección de actrices-, Susana Soleto y Ainara Unanue son quienes se han puesto frente a la cámara para dar forma a un proyecto rodado entre diciembre de 2020 y el pasado abril. “Su trabajo es buenísimo”, afirma la realizadora antes del estreno de este ensayo producido con una subvención del Gobierno Vasco y la colaboración de Zas. De hecho, el espacio de la calle Correría es uno de los lugares donde se han llevado a cabo las grabaciones, al igual que el Principal o los talleres de los artistas Koko Rico y Txaro Arrazola.

Como en una película de ficción, “lo que va a ver el público es una construcción, solo que yo se lo digo a la gente”. Lo hace en torno a cuestiones en las que “hay cosas que están cambiando pero más despacio de lo que nos gustaría. Va a hacer falta tiempo”, apunta la directora, quien aunque ve puntos positivos en la decisión de festivales como el Zinemaldia de unir los premios de interpretación masculina y femenina en una sola categoría, también señala que “la trampa está en que eso se produce en una sociedad que no es igualitaria”, en la que “el patriarcado sigue presente” y en la que, además, las actrices sufren diferentes discriminaciones con respecto, por ejemplo, a su edad, ya que según van cumpliendo años, van desapareciendo.