El resultado se traduce en una exposición que se abre la próxima semana. Y en un documental sobre el camino recorrido que se estrena este jueves. Son los reflejos finales de un proceso intenso y apasionante en la que una serie de adolescentes de Autismo Araba y varios voluntarios de la Asociación de Fotógrafos de Gasteiz-FotoGasteiz han estado colaborando juntos para, usando la fotografía como herramienta, retratar las emociones. Emoción-Artea se hace realidad gracias a todos ellos y al impulso de Irune Bonilla y Genoveva Montoya.

“Somos dos psicólogas a las que nos apasiona la fotografía”, describe Bonilla. “Llevábamos tiempo pensando en cómo unir ambas cuestiones para trabajar a nivel emocional” así que decidieron proponer a Autismo Araba un proyecto que canalizase intereses y necesidades comunes. Contar con el apoyo y la financiación de la Fundación Vital fue clave para ello y la idea empezó a materializarse.

“Nuestro objetivo principal era trabajar con chavales para mejorar el reconocimiento y la expresión de emociones a través de la fotografía” y en esa aventura implicaron a Iker, Txaber, Hugo, Erick, Pablo, Javi, Gabriel, Igor y Javier, los creadores que protagonizarán la muestra que el próximo día 6 se abrirá en el Centro de Exposiciones que la entidad tiene en la plaza de los Fueros.

Tania y María fueron las monitoras de Autismo Araba implicadas en un proceso que no hubiera sido posible sin el trabajo voluntario de Ainhoa V., Ainhoa S., Asún, Bea, Gustavo, Ixone, Jaione, Jorge, Jose Antonio, Juanan, Jose Luis, Kike, Manu, María Ángeles, Marta, Nora, Mónica, Patricia, Sandra S., Sandra R., Sara y Toñi, todo ellos integrantes de FotoGasteiz. “Lo primero que hicimos fue formarles” de la mano de Sheila Pereiro, ya que “nos parecía importante que supieran qué características tienen estas personas y qué pautas hay que seguir para abordar determinadas situaciones”.

En enero de 2020 se produjo la primera sesión. Alegría, tristeza, ira, miedo y sorpresa fueron las cinco emociones seleccionadas para trabajar en torno a ellas. Cada una se dividió en dos sesiones de dos horas de duración, siguiendo siempre el mismo esquema: primero, los aspectos teóricos y prácticos, después salir a tomar las imágenes y, por último, analizar lo retratado.

“Queríamos que entendieran que la fotografía puede ser una herramienta más para poder expresar. A veces la palabra se nos queda corta. Pensábamos que si ellos eran capaces de identificar y expresar lo que sienten con la fotografía, sería lo máximo. Y la exposición es el reflejo de que lo han conseguido”.

De todo ese proceso, ha sido testigo directo el periodista, fotógrafo y profesor de fotografía Gustavo Bravo, que ha realizado el documental que se va a proyectar este jueves en Vital Fundazioa Kulturunea (Dendaraba) a las 19.30 horas, siendo el acceso libre. “Lo ha completado con entrevistas y ha conseguido completar un fiel reflejo de lo hecho, por lo menos hasta la pandemia”.

Después, la próxima semana, llegará la exposición, en la que se verán 44 imágenes en un formato mayor y otras 45 a modo de collage. “Nos apetece estar con los chavales cuando vean sus fotos expuestas. No nos queremos perder sus caras, que espero que sean de orgullo”, dice Bonilla, al tiempo que explica que los autores “son críticos con lo que hacen, pero creo que se sienten orgullosos porque saben que han hecho muy buen trabajo”.

Así lo podrán también quienes se acerquen a una muestra que deja la huella de un proyecto que, ante todo, quería ser “colaborativo”. “Fue una gozada ver relacionarse a través de la fotografía a tanta gente. El trabajo ha sido para los chavales pero al final ha sido como un poco terapia de grupo”.