- “Siempre he estado desenfocado porque me he movido mucho, y para estar en el foco hay que estar quieto”, reflexionaba el artista bilbaino Darío Urzay, que en la extraña quietud de la pandemia ha sido galardonado con el premio Gure Artea 2021 junto a Damaris Pan y Peio Aguirre. Estos tres vizcaínos recibirán el premio más importante que se concede en Euskadi en el ámbito de las artes plásticas y visuales en diferentes categorías: Darío Urzay será premiado en la categoría Reconocimiento a la categoría artística, Damaris Pan en el de Reconocimiento a la actividad creativa y Peio Aguirre el de Reconocimiento a la actividad realizada por los diferentes agentes en el ámbito de las artes plásticas y visuales.

Los galardones se anunciaron ayer en un acto celebrado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, en el que Bingen Zupiria, consejero de Cultura y Política Lingüística, detalló que los premios se entregarán en otoño, en un acto presidido por el lehendakari. “Espero que la situación sea de mayor seguridad y tranquilidad entonces”, deseó. “Queremos destacar la importancia y la repercusión que tiene la creación en nuestra sociedad y cultura, reconociendo y premiando la labor de nuestros artistas en nombre de la sociedad”, señaló. Además, apostó por que los premios sean “una forma de fomentar” la presencia su obra “en la retina de los ciudadanos que formamos esta sociedad”, ya que ese es “el mayor y el más merecido reconocimiento”.

El jurado, compuesto por Alicia Fernández, Ion Munduate, Mikel Onaindia y Jone Alaitz Uriarte, ha estado presidido por Pello Irazu, galardonado con el Gure Artea en la edición anterior. “El jurado ha considerado que Dario Urzay es merecedor de este premio a toda su trayectoria ya que en un contexto como el nuestro encarna, como pocos, el debate productivo que el arte del mundo actual puede generar”, señaló sobre el artista bilbaino. Con un recorrido profesional que abarca más de 40 años, Urzay (Bilbao, 1958) ha participado en múltiples exposiciones individuales y colectivas, tanto estatales como internacionales, y su trabajo ha sido reconocido con galardones como el Premio Nacional de Arte Gráfico (2005), entre otros.

Durante su intervención, el propio artista recordó que fue con 18 años cuando expuso por primera vez en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. “Era una obra ingenua, pero tenía su gracia porque no se sabía si era una pelota vasca o una de la policía. En el fondo había un chorreo hiperrealista”, indicó. A raíz de su primera exposición en París recibió el premio Gure Artea por primera vez, nada más finalizar sus estudios de Bellas Artes, y empezó a trabajar con la galerista Juana Mordó. “Sin embargo, no me consideraba un pintor realista. Sin saberlo era bastante posmoderno. Me interesaba utilizar códigos, no estilos”, matizó. Visiblemente emocionado, el artista rememoró lo que ha supuesto la pandemia con un texto que escribió, titulado Aprendiendo en el escondite, para denunciar la injusta situación de los niños durante el confinamiento. “Siempre he creído que he sido un lobo solitario y he estado trabajando en el escondite”, concluyó.

En el caso de Damaris Pan (Mallabia, 1983), Irazu puntualizó que se trata de “una de las principales representantes del resurgimiento que vive la pintura”. Asimismo, apostilló que “la búsqueda de la literalidad y la huida de cualquier exceso de simbolismo son la clave de la sencillez y rotundidad de las obras” de la creadora, que combina su trabajo artístico con la docencia en la UPV/EHU. Además de haber realizado distintas estancias artísticas en centros de Berlín, Nueva York o China, recientemente ha protagonizado dos muestras individuales: Ze morena zauden en la Sala Rekalde (2017) y Adarrak bistara en BilbaoArte (2020).

“Aunque no trabajamos para recibir premios es un impulso muy motivador”, afirmó Damaris Pan, quien interpreta el galardón como un acicate para “continuar en la búsqueda de la técnica por encima de las coartadas conceptuales, preguntando cómo y qué puede ser arte, ser artista y ser persona, en conflicto con el ser y el ser de las cosas pintadas, en conflicto con la forma, la exigencia de ser contemporáneo y en conflicto con el deseo”. Por otro lado, la artista agradeció a las instituciones que han supuesto un apoyo a lo largo de su carrera citando algunas como las Juntas Generales de Bizkaia, la Sala Rekalde, BilbaoArte o el programa Eremuak del Gobierno vasco.

La trayectoria de Peio Aguirre (Elorrio, 1972) es diferente ya que, tal y como especificó Irazu, “es escritor, crítico de arte, editor y comisario de exposiciones independiente, actualmente uno de los agentes más destacados del contexto artístico estatal”. Por eso mismo, precisamente, el propio galardonado tildó el premio de especial. “Es bastante inusual que a los críticos o comisarios se nos concedan premios, generalmente es a los artistas, con todo el merecimiento”, admitió el elorriarra, quien indicó que a pesar de haber estudiado Bellas Artes nunca ha sido un artista vocacional. No obstante, Aguirre ha firmado numerosas publicaciones de artistas vascos como Asier Mendizabal, Xabier Salaberria o June Crespo. Además, sus textos han sido publicados en catálogos y monografías de artistas como Philippe Parreno, Ibon Aranberri, Annika Eriksson, Txomin Badiola o Liam Gillick. Entre sus trabajos más recientes destaca Un retrato de N. B. (2020), un documental-ensayo sobre el escultor Nestor Basterretxea.

Según relató ayer, dos acontecimientos determinaron su trayectoria. En 1993 se le ofreció la posibilidad de programar las exposiciones en Arriola Kultur Aretoa de Elorrio “antes de que fuera consciente del significado de comisario”. Otro momento importante en su recorrido fue el encuentro en Arteleku, “con una serie de artistas de generaciones mayores”. De la fusión de ambas experiencias aseguró que encontró una vocación. De esa forma, pasó de organizar exposiciones al comisariado y, posteriormente, de publicar críticas de arte a ser ensayista y editor. “Soy una persona autónoma que ha trabajado siempre de manera independiente”, expuso el crítico de arte, quien aseguró que aún tiene mucho por ofrecer.

A la categoría artística. A juicio del jurado, Darío Urzay “encarna, como pocos, al pintor de la época que le ha tocado vivir”. Lo han premiado por estar “abierto a la experimentación”, incorporando “impresiones fotográficas, resinas y barnices”. Todo ello “sin olvidar nunca la mirada del espectador en tanto parte esencial de la configuración de la obra artística”.

A la actividad creativa. La obra de Damaris Pan, por su parte, es “un tipo de obra pausada que se caracteriza por superposiciones de planos y colores y también por su carácter humorístico, tras cuya aparente presencia austera oculta toda su complejidad”.

A la actividad realizada por los diferentes agentes en el ámbito de las artes. Los miembros del jurado han subrayado el interés de Peio Aguirre “en los discursos contemporáneos”, lo que ha hecho “que su mirada vincule necesariamente las actividades más próximas con lo que acontece en el extenso mundo de las prácticas artísticas actuales”.