En realidad no hace falta preguntar nada. Al instante, Iván Melon Lewis solo tiene palabras de admiración y respeto por el Dazz y su público. "La gente está siempre tan atenta y es tan cercana que es una felicidad poder ir. Yo me siento muy bien allí". Hoy, el pianista -que también ha estado en otros escenarios de la capital alavesa, como el de Mendizorroza en el Festival de Jazz de Vitoria- vuelve junto al saxofonista Román Filiú, más allá de que el próximo otoño también tocará junto a Ara Malikian en el Buesa. Esta tarde, el encuentro con el público en el espacio de la calle Cuchillería se producirá tanto a las 18.00 como a las 20.00 horas.

Dos conciertos en un suspiro sin casi tiempo para descansar. Desde fuera parece, como mínimo, algo muy exigente.

-Todo es exigente y extraño en estos tiempos. Estamos viviendo una situación inédita a nivel mundial y todo lo que se desprende de ello es nuevo para todos. Lo que hacemos los músicos es una especie de intercambio de sensaciones, vivencias y experiencias, y es algo que me parece tan necesario para la vida misma, que en estas circunstancias es fundamental. Es como si a un niño que le gusta mucho el chocolate se lo tienes prohibido hasta que un día le dices que no solo puede comer, sino que además tiene ración doble (risas). El hecho de hacer dos conciertos seguidos es tener dos oportunidades de conversar, crear y conectar. Tengo ganas de tocar. Y Filiú, más de lo mismo. Además, el Dazz es un sitio muy acogedor, un lugar donde, para mí, se dan las circunstancias ideales para comunicar con el público.

Se dice que dos conciertos nunca pueden ser iguales, pero en este caso los protagonistas y el lugar son los mismos y los recitales se suceden de manera consecutiva.

-Y aún así, sí o sí van a ser diferentes. Tienen que serlo a la fuerza. Todo artista, independientemente del tipo de música que haga, te diría algo parecido. Nos movemos en un terreno de emociones y cómo se transmiten, nunca es igual. Es como con el vino. La misma planta, la misma manera de cultivar, las mismas manos que la recogen y, al final, los sabores no se repiten. Aquí es un poco de lo mismo, partiendo de nosotros mismos, de los emisores. La manera de elaborar un solo, de abordar una idea, de hacer una introducción o un final me es absolutamente imposible repetirla. Otra cosa es cuando estás tocando, por ejemplo, una obra clásica, donde las notas son las mismas. Y aún en ese caso, tampoco es igual. Si tengo que tocar un preludio de Bach ahora y lo vuelvo a hacer dentro de hora y media, no va a ser igual, porque yo no voy a estar igual, puede que esté más inquieto o más tranquilo, y eso influye.

En este caso, supongo que en el repertorio tendrá un peso específico el disco 'Inkalimeva'.

-Así es. Estamos presentando la música que hemos incluido bajo esa palabra que Román explicaría mejor, pero que es una palabra que define a un personaje ficticio que existe en el imaginario de su hijo. De ahí parte todo. Todo son composiciones suyas que las hemos llevado al formato de dúo porque nos ha parecido que conecta mucho con ese mundo de la música de cámara, de pequeño formato, pero con unos toques jazzísticos esenciales. En este caso sí es interesante ese concepto o esa perspectiva de la música de cámara con respecto al rigor, con ese respeto a las dinámicas de crear colores. No queremos hacer algo plano, porque eso es aburrido y termina por no transmitir el mensaje.

Hoy vuelve a Vitoria con Filiú, le veremos en noviembre junto a Ara Malikian, ha estado con otros proyectos e intérpretes como, por ejemplo, Concha Buika. En ese gran abanico, ¿en todos los sitios está el mismo Iván 'Melon' Lewis?

-La respuesta sencilla es decirte que sí y que no (risas). Evidentemente sí es el mismo porque soy yo. Pero está claro que las dinámicas, los discursos, las sensaciones, las motivaciones y la música en sí no son las mismas. Me siento bien, cómodo, en esa versatilidad, en esta manera de transitar y vivir en la música. Es de las cosas más cercanas a la naturaleza musical en sí misma. Música clásica, rock, heavy, jazz, folk o lo que quieras, no deja de ser música. Todo está bajo un mismo manto. El tener la capacidad y la posibilidad de poder navegar en diferentes estilos es muy interesante. Es como hablar varias lenguas, todo es comunicación pero de distintas maneras. No pretendo tocar toda la música porque, entre otras cosas, no todos los géneros me atraen. Estos proyectos que mencionas y otros en los que estoy o he estado, me brindan la oportunidad, más que nada, de mostrar una faceta más de mí desarrollo musical. Y me siento cómodo en eso. Me gusta.