- Perdonen el tonto juego de palabras del titular, pero creo que, casi 48 horas después de los fastos rojigualdos, cuadra perfectamente con lo que ocurrió y con lo que supone. Lo confirmé ayer en mi diario repaso a la prensa de orden, donde los titulares de apertura fingían el orgasmo de una gran participación, mientras columneros y editorialistas venían a decir que el tamaño tampoco importa tanto. “Lo de menos es cuántos fueron”, “Es que hacía calor”, “La gente todavía tiene miedo del virus”, se excusaban los amanuenses sin que nadie se lo pidiera. Sin más y sin menos, adornaban la crónica de un pinchazo que venía anunciado desde la misma convocatoria. Puede que en el segundo inicial, viniendo como viene la derecha hispanistaní en la cresta de la ola desde hace un par de meses, pareciera una buena idea. Alguien fantaseó con una especie de versión sobre el asfalto de la victoria de Díaz Ayuso el pasado 4 de mayo y erró en los cálculos.

- La cantada estuvo, dicho en bruto, en no diferenciar los famosos berberechos del procés. Así como hay mucha gente dispuesta a defender con el voto la libertad de tomarse unas cañas, no hay tanta que se preste a salir a la calle por no sé qué de unos indultos a los dirigentes políticos soberanistas. Frente a los que se pasan el día con la matraca -y por aquí arriba ocurre también a la recíproca-, el problema catalán no está entre las prioridades del ciudadano de a pie. De hecho, estoy por jurar que es un asunto que les provoca más pereza que animadversión. Eso, sin perder de vista que, pese a los estereotipos facilones, también hay miles de españoles que no comparten el encarcelamiento de los adversarios políticos. Y menos, si se hace por venganza y con saña.

- La consecuencia inmediata del gatillazo, además del mal cuerpo que se les ha tenido que quedar a quienes lo han protagonizado, es que Pedro Sánchez se ha quitado otro cuidado. Aunque los rasgados rituales de vestiduras en el ultramonte mediático y en las Cortes van a seguir, será más ruido que nueces. El camino hacia la promulgación de los indultos ha quedado desbrozado. Y en el mismo viaje se ha vuelto a encarrilar la legislatura gracias al apoyo parlamentario de la parte del soberanismo catalán que representa Esquerra. Eso es, no nos engañemos, lo único que le importa a quien va a seguir durmiendo en Moncloa. Y de propina, el final de la carrera de su enemiga Susana Díaz y una foto con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. No quieran enterrarlo tan rápido.