- El Museo Nacional del Prado ha presentado este martes La diosa de Juno, del autor granadino Alonso Cano (1601-1667), una obra de “excepcional calidad y singularidad” de la pintura barroca española adquirida por 270.000 euros.

“Es la única obra que nos informa hasta qué punto Cano supo acercarse con originalidad y grandes niveles de calidad a la temática mitológica”, señaló el jefe de Conservación de Pintura Española hasta 1700 del Museo Nacional del Prado, Javier Portús, durante la presentación de la obra.

Esta pieza es una obra original de Alonso Cano, de gran calidad, que muestra muchas de las características que lo convierten en un nombre principal en la historia de la pintura barroca española y su tema, y la manera de tratarlo, la hacen excepcional en el contexto del arte español de su tiempo, pues el tema mitológico es menor en relación con las representaciones de historias sagrada, naturalezas muertas o retratos. En este sentido, Portús explicó que la obra es importante “desde varios puntos de vista”, entre otras cosas por sus valores plásticos, ya que Cano “ocupa un lugar entre los más grandes artistas españoles del Siglo de Oro”.

“Cano se distingue por una personalidad singular, que sabe aunar un sentido de dibujo como pocos artistas de su época tienen. En sus pinturas demuestra una extraordinaria corrección formal”, añadió. Asimismo, aseguró que Cano fue un pintor “muy sofisticado” desde el punto de vista del color. “Supo equilibrar el sentido del dibujo con un aprecio importante por el color, es un pintor que maneja el pincel con muchísima soltura”.

La atribución de esta obra a Cano se debe a los indicios documentales, así como la comparación con otras pinturas suyas. El rostro de Juno responde a una tipología que aparece en obras como la Visión de san Antonio de Padua, de la pinacoteca de Múnich; y tanto el paisaje apenas sugerido como el estudio de los pliegues con su sombra, o la combinación de gamas frías con otras cálidas responden a los parámetros en los que se mueve su pintura. Igualmente, la “extraordinaria” corrección formal, y la manera como la figura invade la superficie pictórica, recuerdan que su autor fue “uno de los mejores compositores y dibujantes españoles de su tiempo”.

Su tema, sus características estilística y el hecho de que se cita en un inventario madrileño de 1657 sugieren que se trata de una obra fechable entre 1638 y 1652, cuando su autor estaba en Madrid colaborando en la decoración del Alcázar. La obra, dada a conocer en un congreso en 1997, se ha identificado con una Pallas que se cita en 1657 en el inventario de bienes de Margarita Cajés, hija del pintor Eugenio Cajés, a cuyo viudo la compró Juan Antonio de Frías y Escalante, seguidor de Alonso Cano.