sus 71 años, Billy F. Gibbons, icono de Texas e historia del boogie y el rock-blues como cantante y guitarrista de los míticos ZZ Top, junto al bajista Dusty Hill y el batería Frank Beard, aprovechó la pandemia para recluirse en el desierto de California, cerca de The Joshua Tree, para grabar su tercer disco en solitario, Hardware (Concord Records. Universal), un álbum “de rock furioso” con canciones que “se alejan del sonido” de su legendario trío e impulsadas por “la energía estimulante del desierto”, explica el músico a DNA.

“De Texas al desierto, y de ahí, a la energía del rock´n roll”. Así define Gibbons el proceso de su nuevo disco, editado el fin de semana. Es el tercer trabajo en solitario del líder de ZZ Top, un trío de rock-blues y boogie que ha marcado el camino del rock del último medio siglo con himnos guitarreros acerados como La grange y su imagen particular, ligada a las gafas de sol y largas y espesas barbas. A la espera de noticias de ZZ Top, cuyo última entrega fue La futura (2012), Gibbons entrega Hardware, con el que repite equipo, con Matt Sorum, un veterano de la batería que ha pasado por Guns ‘N’ Roses, Velvet Revolver y The Cult, y el guitarrista Austin Hanks.

“El horizonte está caliente y el aire está seco”, canta Gibbons en Hardware, un trabajo ligado al desierto de California, cercano a Palm Springs. Allí se grabó, en los estudios Escape Studios, un nombre adecuado, ya que el cantante y guitarrista y su equipo lo utilizaron para escapar de las restricciones de la pandemia. Fue hace justo un año, en junio, cuando recibió una llamada de Sorum. “Estaba cansado de estar en casa y quería volver a la acción”, recuerda Gibbons. Y allí se fueron, a ver unos estudios perdidos 30 millas en el interior del desierto.

“Hay algo mágico y místico, una energía que se apodera del desierto. Y una vez que estás en él, puedes hacer de él lo que quieras. Nos pareció bastante estimulante, además de un gran apoyo para levantar el ánimo y poner en marcha el proceso creativo”, recuerda Gibbons. De hecho, el trabajo en los Escape Studios “partió literalmente desde cero, de la nada”, prosigue el músico, que asegura que “tomamos la energía” de un paisaje copado por “un montón de arena, algunas rocas, cactus y un montón de serpientes de cascabel”. La grabación se inició con los instrumentos existentes allí, como una guitarra Dender Jazzmaster “muy vieja”, que sirvió a Gibbons para iniciar un trabajo que duró tres meses y que se completó con la llegada de los instrumentos personales de los músicos.

Hardware es un disco de rock y blues, como prueban canciones como My lucky card o She´s on fire, y hasta se acerca al metal en More-more-more, dura como un golpe de martillo, pero su amplitud sónica va mucho más lejos, ya que incorpora sonidos surf, alguna balada soul, la experimental Spanish fly y ecos psicodélicos. “Sigue siendo fuerte y sigue siendo rock, algo que creo que la gente escuchará cuando ponga la aguja en el surco. Cuando las puertas del estudio se abren, claro que entra algo de blues, esa especie de familiaridad de ZZ Top”, reconoce su autor, que defiende que el sonido incluye novedades.

“Se aleja de esa expectativa referencial, ya que nos hemos adentrado en lugares y sonidos muy diferentes”, apostilla.

Hardware es el repertorio “más diverso en sonido” que ha grabado Gibbons fuera de ZZ Top. Veterano de mil batallas compartidas con luminarias de varias generaciones como B.B. King, Les Paul, Queens of the Stone Age, Shemekia Copeland, Kid Rock, John Mayall o Alice Cooper, Gibbons se planteó el disco como un homenaje a su amigo fallecido Joe Hardy, ingeniero “de muchos años” de ZZ Top y ligado al sonido de los Ardent Studios de Memphis desde los 70. “Trabajar con él siempre fue muy animado”, explica el texano, que cierra el álbum con la canción Desert high, otro tributo a un músico excelso fallecido cerca de The Joshua Tree, en este caso, Gram Parsons.

Gibbons, aficionado a lo paranormal como Parsons y coleccionista de coches, arte africano, tecnología punta y una legión ingente de más de 800 guitarras, entre las que destacan su adorada Pearly Gates (una Gibsol Les Paul) y otra fabricada con madera del tejado de la casa de Muddy Watters, incluye una versión de Hey baby, que paso, de Texas Tornados, el grupo en el que tocaba el acordeonista tex-mex Flaco Jiménez. “Es la pista original de Augie Meyers y hay algo contagioso en ella. No importa dónde estés, puedes decir que eres parte del Estado de la Estrella Solitaria cuando la cantas”, asegura.

Miembro del Salón de la Fama del Rock and Roll desde 2004, introducido por el rolling stone Keith Richards, Gibbons es un culo inquieto, como reconoce en una de las nuevas canciones, Vagaboud man. “Me muevo y no sé por qué, he sido un mentiroso y un ladrón, un jugador y un tramposo viviendo mi vida lo mejor que puedo, como un vagabundo ”, canta en ella. “Cuenta no solo mi experiencia personal y la de los músicos, sino de quienes tienen la pasión de viajar. Es una declaración conmovedora de los tiempos que vivimos en 2020. Y, lo creas o no, durante esa parada, la mente todavía era capaz de vagar”, concluye el mítico músico.