- “Es un texto referencial aunque aquí parece que siempre hemos querido pasar un poco de él”, dice Lluís Homar. “Es una obra que deja poso en el espectador”, apunta Beatriz Argüello. “Habla de la defensa de los principios de cada uno hasta las últimas consecuencias”, señala Arturo Querejeta. Los tres hablan en nombre del amplio elenco de intérpretes y músicos que tanto hoy como mañana dan vida en el Principal a El príncipe constante, de Calderón de la Barca.

De momento, aunque las restricciones de horarios con respecto a la pandemia han cambiado, la Red de Teatros mantiene el inicio de lo que queda de programación primaveral a las 19.00 horas. Sucede igual con las dos representaciones previstas de esta producción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en colaboración con el Arriaga bilbaíno, el Soho CaixaBank malagueño y el centenario escenario de la calle San Prudencio. Lugar, por cierto, donde muy pocas pero todavía quedan algunas entradas a la venta para ambas representaciones. El lleno, de todas formas, parece asegurado.

Al fin y al cabo, alicientes le sobran a la propuesta para colgar el cartel de completo en la taquilla, incluso a pesar de esta situación tan extraña que desde marzo de 2020 ha generado el coronavirus. “Fue extraño comenzar los ensayos. En los primeros encuentros siempre llevábamos las mascarillas y cuando ya nos las pudimos quitar para trabajar, nos dimos cuenta de que no nos conocíamos”, recuerda Argüello. Por fortuna, tanto el trabajo previo como el estreno y la actual gira se están desarrollando sin sobresaltos. “Toquemos madera”, dice Homar, quien resalta la complicación de hacer teatro en estos tiempos. Aún así, subraya que “ahora somos más necesarios que nunca”, al tiempo da las gracias al público por su compromiso y acompañamiento. “Somos muy conscientes de que somos un servicio público”.

Atendiendo a esa idea, bajo la dirección de Xavier Albertí, esta nueva propuesta de la Compañía Nacional de Teatro Clásico reivindica la figura de Calderón de la Barca y una obra que los tres definen como una “catedral” de la palabra, un montaje que, a grandes rasgos, centra la acción en los príncipes Enrique y Fernando, que intentan asaltar la ciudad de Tánger y allí son apresados por el rey de Fez. El primero regresa a casa. El segundo se queda apresado y solo será liberado si Ceuta cambia de manos. En principio, el acuerdo es total, salvo por un pequeño detalle, el reo no quiere ser libre a ese precio. Y aquí es donde la razón de estado y la libertad individual se ponen en juego. “Esta no es una obra sobre las luchas entre moros y cristianos”, remarca, incluso con un tono de enfado, Homar. Al contrario, como cualquier texto clásico, habla de la condición humana, que, más allá del contexto histórico o geográfico, peca de casi los mismos pecados y virtudes a través de los siglos.

El montaje -que la compañía que desde 2019 dirige Homar quiere que sea el “buque insignia” de su nueva etapa- “es un viaje hacia la felicidad, aunque no lo parezca”. Una producción de esas, como señala el actor, en las que “el desarrollo de tu trabajo profesional enriquece tu vida personal”. Y eso “haciendo teatro contemporáneo, porque lo es, a partir de textos clásicos”, proponiendo al espectador que haga su camino entre la poesía de Calderón de la Barca, como resalta Querejeta. Son 14 los interpretes que van a pasar por escena durante las representaciones, acompañados en todo momento por cuatro músicos del cuarteto de cuerda madrileño Bauhaus. “Son un acompañamiento esencial pero no un aporte protagonista”.

Argüello destaca la “simplicidad estética” de la pieza, que da lugar a “una gran belleza en escena” y permite disfrutar de “la majestuosidad de la palabra de Calderón”. “Esta obra emociona y conmociona al espectador, y remueve los cimientos de la condición humana”, dice Querejeta. “Da vértigo hacer este montaje por primera vez pero es necesario”, asume Homar. Hoy y mañana, tanto su camino como el del resto de compañeros de escena transcurre por el Principal. Es la hora de El príncipe constante.

“Es ‘El príncipe constante’ una de esas obras en las que el desarrollo de tu trabajo profesional enriquece tu vida personal”

Un total de 14 intérpretes y cuatro músicos se suben al escenario para dar vida a esta “catedral” de Calderón de la Barca