“Zas es un toque de atención ante todo lo que está pasando, un tortazo hacia afuera pero también hacia dentro”. Fue el 9 de junio de 2016 cuando, todavía en plena crisis económica, un nuevo proyecto cultural nacía en la calle Correría, un espacio de unos 120 metros cuadrados impulsado por varios creadores locales con la intención de compartir con la ciudadanía en general una propuesta independiente y contemporánea. Un lustro después, cuando los ecos de aquella situación todavía no se han acallado, es una crisis sanitaria la que sigue causando estragos. Aún así, el camino no se detiene. Todo lo contrario. Las más de 200 actividades gratuitas llevadas a cabo en estos cinco años son un claro ejemplo de ello, teniendo muy presente, además, el esfuerzo realizado desde el inicio de la pandemia para aprovechar las herramientas digitales para romper las fronteras del confinamiento y del covid.

Aquella puesta en marcha se caracterizó por ofrecer una primera exposición colectiva con una participación muy numerosa. De hecho, fueron más de 80 los artistas que respondieron a la invitación de tomar parte en una fórmula que se denominó Gabinete Zas, tomando como referencia el universo de los gabinetes de objetos curiosos tan en boga en los siglos XV y XVI. Es un instrumento que se ha usado en más ocasiones a lo largo de este lustro, inaugurándose ahora la octava edición, bautizada como Ornamento.

Reclutados por Nerea Lekuona, son 55 los artistas locales que toman parte en una muestra que va a permanecer abierta hasta el próximo 18 de septiembre. “No vamos a volver a repetir que la cultura es segura, pero es que lo es y en Zas también” recuerda Cristina Arrázola. No hay excusas, por tanto, para acudir y perderse entre una exposición que responde a una amplia variedad de técnicas y formatos en torno a la idea temática propuesta esta vez, aunque, como en ocasiones anteriores, el concepto genérico que se elige nunca es una frontera para nada, sino un estímulo, como recuerda Iñaki Larrimbe.

Ornamento y crimen, del arquitecto Adof Loos, sirve como excusa para la cuestión que se aborda esta vez, a la que, por ejemplo, Marta Ortega responde con una obra que en su particular intimidad, en ese lugar que, en principio, nadie ve, guarda la propia historia de la creadora. Hay quien como Donca reflexiona sobre si la ausencia de cualquier ornamento es, de por sí, una acción ornamental; o como Fernando Iglesias, que recupera un cuadro de 1997 que ha viajado con el autor por distintos momentos de su vida y por sus residencias. El ser humano como elemento decorativo de la naturaleza es algo que ronda a David F. Brandon, mientras que Marta Barragán invita al espectador a pensar en los momentos y espacios en los que se despoja de cualquier extra para ser solo él o ella. Son algunos de los ejemplos de una exposición en la que Xerenthiu refleja al visitante a través de un espejo especial.

Con su aporte y el del resto de creadores invitados se construye esta propuesta que sirve a Zas para celebrar cinco años de trabajo, aunque “a día de hoy todavía hay gente que cuando nos descubre, se sorprende, pensando que justo acabamos de abrir”, sonríe Arrázola. Ni mucho menos. Y eso que ni la crisis económica ni la sanitaria están poniendo las cosas fáciles para un espacio independiente que, en estos momentos, cuenta con apoyo del Ayuntamiento de Vitoria y del Gobierno Vasco. “Lo que no sabemos ni nosotros ni otros proyectos similares es dónde está la Diputación”, señala Larrimbe.