Garai Pérez: trompeta. Luis Larrubia: saxo tenor. Javier Guevara: guitarra. Iñigo Perea: piano. Pablo Vera: bajo. Juan Luis Peña: batería. Silvia San Miguel: dirección.

Imanol Suberviola: trompeta. Enara Eguileta: saxo teno y voz. Leire Txapartegi: saxo alto. Itziar De la Hera: flauta. Norah Redondo: saxo alto. Mikel Apellaniz: batería. Ibra N’Diaye: bajo. Maialen Vicente: piano. Yeray Parra: guitarra. Joanes Ederra: dirección. Conservatorio Jesús Guridi. 20 de abril.

ndas de Jazz dedicó la edición de abril a dar tiempo y escena a los combos locales. Fue el momento de la cantera, como indicó Cabezas en la presentación, que contó con Joanes Ederra, director del combo de Jesús Guridi. Destacó desde el comienzo la dedicación, el rigor y la actitud que demuestran las nuevas promociones, que además saben captar la esencia de la música moderna: lectura sí, pero sobre todo… improvisación.

Arrancó Jesús Guridi con Sweet Emma, y la melodía de Nat Adderley nos transportó de inmediato a esa región elegante y húmeda del mundo donde todo empezó. Nueva Orleans, sí, o Tampa tal vez, donde nació Adderley, desde el arranque y con dos solos de N’Diaye al bajo eléctrico y de Eguileta al saxo tenor. A continuación, el mensaje de Art Blakey adoptó el título de Moanin, que inició al piano Vicente, continúo Parra soleando a la guitarra y remató la trompeta de Suberviola. Siguieron dos piezas. Por un lado, el arreglado St. Thomas, de Sonny Rollins. Ganas de bailar y breve interpretación con solos de Txapartegi al saxo alto y Suberviola a la trompeta. Y por el otro, Forget Regret, tema de RH Factor escogido por el combo para concluir. Buen groove y excelente arranque vocal de Eguileta.

En la segunda parte, Silvia San Miguel, de prolífica carrera, dirigió el combo Luis Aranburu y se sentó al piano por ausencia de Íñigo Perea. Como dijo, las escuelas de música cumplen una función determinante para que el gusto musical fluya en todas las ciudades y a todas las edades con independencia de las circunstancias personales del estudiante. Y así lo demostró su combo. Stolen moments es una composición a medio tiempo de Oliver Nelson que inspira misterio. Es esa hora de la tarde casi noche, o de la madrugada casi mañana. Y en esos intersticios crecieron los solos de Larrubia al saxo tenor, de Guevara al piano y de Pérez a la trompeta. Con calma, con espacio, mientras el walking de Vera al bajo mantenía ahí, justo ahí, el tema. Y le siguió el pegadizo, optimista y luminoso Mercy, mercy, mercy, ese clásico del soul compuesto por Josef Zawinul, egregio teclista de The Weather Repport.

San Miguel dirige seis combos. Todo ello con las dificultades que todavía hoy, menos que en el pasado, se presentan para encontrar ejecutantes de ciertos instrumentos. Y añadió ideas muy interesantes. Por ejemplo, que para tocar hay que escoger y que para escoger hay que saber. Por eso, los años de rodaje, de escucha, el gusto, son tan importantes entre los músicos profesionales y los que no lo son.

Continuó el combo con Sugar, de Stanley Turrentine, y Morning, de Clara Fisher. En el primero asistimos a un hermoso diálogo entre trompeta y saxo tenor antes de sus solos. Por su parte, el segundo nos llevó hasta lo latino desde el ritmo de Juan Luis Peña a la batería. Tuvieron compases para expresarse Pérez y Larrubia: solos o dúos en compenetración perfecta. La despedida la puso Thieves in the temple, original de Prince arreglado por Hancock.

La cultura de una ciudad es el resultado de mezclar cantera para los jóvenes y gusto en los adultos. Así se logra que la tradición, en su mejor sentido, evolucione. ¡Larga vida a la educación musical en Vitoria-Gasteiz!