ualquier sitio puede ser bueno para convertirse en escena. Desde un bajo donde se dan clases de cocina hasta una sala al uso pasando por un instituto, un txoko, una casa de duchas o la misma calle. Sobre el convencimiento de que las artes escénicas son populares, cercanas a la gente, desde el principio "hemos querido llevar a donde sea esa idea de que el teatro es una herramienta muy válida para hablar de muchas cosas". A ese contar desde la cercanía se une la predilección por mirar a la realidad desde otro punto de vista, de expresarse a través del humor, de la acidez, de la poesía. Todo ello, además, potenciando la colaboración y el encuentro con otros, así como proyectos de mediación y sensibilización. Y aun con todo esto, resumir en pocas palabras el sello que la compañía gasteiztarra Pez Limbo ha creado en sus diez años de vida es del todo imposible. Eso sí, todavía queda por delante mucho que hacer.

El nacimiento fue en plena crisis económica. El aniversario de su primer decenio llega en plena crisis sanitaria. "La primera era fácil de llevar, por así decirlo, porque éramos nuevos. Todo era positivo en el sentido de que solo podíamos o crecer o desaparecer" recuerda con una sonrisa Eduardo Hernando. Ahora, con una estructura estable y unos compromisos laborales y artísticos asentados "es todo más complicado de gestionar; la incertidumbre actual no ayuda a la planificación y no puedes perder de vista que hay gente que depende del sueldo que cobra de Pez Limbo. Eso pesa y cansa", más allá de que "nosotros, desde el 19 de junio de 2020, hemos podido trabajar. El primer año de pandemia lo hemos librado. Las perspectivas no son buenas pero de momento podemos respirar. Y hay proyectos interesantes y elementos para pensar que esta marejada la vamos a poder pasar".

La pandemia marca. El grupo, por ejemplo, ha tenido que amoldar algunos espectáculos y formas de hacer para mantener la cercanía con el público pero sin perder de vista las medidas de seguridad e higiene. En la balanza de lo positivo está la respuesta de la gente. "Se están llenando los teatros, hay demanda y eso nos tiene que servir a todas las compañías para poner en valor lo que hacemos". En el lado de lo negativo, "dependiendo las artes escénicas como dependemos de lo público, nos estamos encontrando con instituciones que están autoprotegiendo sus mercados al máximo" lo que impide moverse y trabajar. Además, el coronavirus ha puesto de manifiesto, con respecto al sector cultural en general, el desconocimiento de la administración con respecto a este mercado laboral específico.

En 2010, para abrir el Festival Internacional de Teatro de Vitoria, el certamen optó por compartir con el público una nueva experiencia. Bestiario Urbano llevó a los espectadores a varias casas particulares de intérpretes locales, convertidas en salas de representación. Fue la chispa para que Hernando, Begoña Martín Treviño y Raúl Camino uniesen sus caminos, lo que en 2011 se concretó en el nacimiento de Pez Limbo.

Con la idea de empezar a hacerse hueco, en principio el primer montaje iba a ser una obra para la calle. Pero, en paralelo, se materializó una ayuda que Hernando había pedido al programa de Fábricas de Creación del Gobierno Vasco para llevar a cabo un festival escénico en un mercado. Ahí nació el certamen 150 Gramos y los tres decidieron crear otra producción de manera específica para esta cita. Hoy, diez años después, Espinazo o callos sigue en cartel tras más de 600 representaciones, un éxito que se ha llevado por numerosos espacios dentro y fuera del País Vasco.

La pieza es un reflejo de algunas características básicas del grupo a lo largo de estos años: representar en espacios distintos, favoreciendo la cercanía con el público; servirse del humor, la acidez y la crítica; cuidar la poética de los espectáculos; y tratar la realidad desde un punto de vista propio. A eso, en los últimos tiempos, se ha unido otro aspecto fundamental: abrirse a la colaboración con terceros, lo que supone también transitar otras formas de hacer y expresar. "Seguimos siendo una compañía pequeña pero hemos crecido bastante", sobre todo "en lo que respecta a proyectos de mediación" paralelos a la dinámica de producción de una obra, estreno y gira.

El camino no se detiene. Tampoco tras la salida del grupo en 2016 de Camino y Martín Treviño, hoy en El Mono Habitado. "Somos amigos y seguimos siéndolo. Hemos seguido trabajando en las obras que ya teníamos pero también en cosas nuevas. Supimos ver entonces que no era el momento de seguir como estábamos, pero eso no supuso una ruptura de la relación que teníamos, que es de mucho cariño y amor. Hemos podido seguir trabajando juntos y tener identidades diferentes, y me siento muy orgulloso de cómo lo hicimos".

Eso sí, aquel fue un momento de inflexión. A partir de ahí, se potenciaron las colaboraciones externas (con montajes como Miss Karaoke o el reciente El patio de mi casa), se implementó el uso del euskera en todas las producciones (también en las anteriores) y se pusieron en marcha programas como PixKat (en este caso para llevar las artes escénicas a los jóvenes). De hecho, en este último apartado, este año está previsto iniciar una propuesta por las poblaciones más pequeñas de Álava para, utilizando los txokos y espacios similares, compartir en una tarde dos piezas de teatro y una charla con el público.

Asimismo, se está trabajando para el estreno en 2022, gracias a la colaboración con Unai López de Armentia y Javier Barandiaran, de Itsas Behera, sin perder de vista la participación en un laboratorio de gestión cultural impulsado por Azala y que está implicando a ocho entidades artísticas alavesas. Además, Pez Limbo se encuentra inmerso en otro proyecto de alianza con agentes creativos locales. "Bueno, y yo siempre he tenido el sueño de convertir un mercado en un espacio cultural, donde haya exposiciones, actuaciones y demás, mientras en los puestos se venden fruta o filetes", añade Hernando. Para eso están los cumpleaños, para pedir deseos. A veces, hasta se cumplen.

"Seguimos siendo una compañía pequeña pero en este tiempo hemos crecido bastante"

Pez Limbo