i Herman Melville, autor de Moby Dick, hubiese escrito la historia sobre la primera vuelta al mundo, el clásico “Llamadme Ismael” quizá hubiese sido sustituido por “Llamadme Juan... Juan Sebastián”. Melville no escribió la historia de los más de 240 hombres que partieron en 1519 de Sevilla camino a las Islas Molucas, no obstante, su literatura no hubiese sido la misma si bajo el mando de Magallanes no se hubiese hallado el camino al Pacífico desde el Atlántico y si el marino getariarra no hubiese concluido la gesta siguiendo el rumbo siempre hacia el oeste y demostrando que la tierra es redonda. Así lo afirma el historietista argentino Darío Adanti que, de la mano de AstiberriAstiberri, publica La ballena tatuada o una historia de la primera vuelta al mundo.

Para este trabajo, el también director de la revista satírica Mongolia recupera la criatura de su ópera prima, la MongoliaBallena tatuada, poco después de arribar al Estado. Adanti se aleja del cómic histórico tradicional para teñir la historia de onirismo y salpicarla con su característico humor. Así, su mamífero se convierte en testigo inmortal, mitológico y mudo de los hechos, en la representación de un conocimiento y de unas “creencias comunes” relacionadas con el mar entre civilizaciones que jamás tuvieron contacto hasta el momento en el que las naos comandadas por el portugués se acercaron a la Tierra de Fuego. Es el caso de los vascos y de los indígenas de la Patagonia, recuerda el historietista, que soñaban con la misma “pesadilla”: la ballena. “Al mismo tiempo en el que colocaban a la ciencia en el centro de la vida humana, sacaban a sus monstruos más primitivos; me gusta esa idea contradictoria relacionada a la primera vuelta al mundo”, comenta.

La ballena tatuada es también “un homenaje” a los libros sobre marinería que ha leído el propio Adanti, desde la crónica de Antonio Pigafetta hasta Elcano, un viaje a la historia, de Tomás Mazón. Por supuesto, también es un homenaje a la ficción. De hecho, las similitudes entre la primera circunnavegación y el viaje ballenero Pequod no son pocas y en esta obra se hacen aún más evidentes. “La primera vuelta al mundo prefiguró cómo iba a ser la literatura de aventuras”, explica.

Enamorado de las historias de marineros, también del relato de Pigafetta sobre la primera circunnavegación, leyó Moby Dick, por primera vez, en su viaje al Estado en 1995. De allí sacó la idea para su mamífero, de una de las frases de la novela que describen a un cetáceo llamado don Miguel que, según otras crónicas, existió en las aguas del Pacífico Sur. “¿Y qué hay de ti, don Miguel, cachalote chileno con todo el lomo marcado por místicos jeroglíficos como los de una tortuga?”, escribió Melville, lo suficiente para “obsesionar” a Adanti y hacerle dibujar esas primeras 24 páginas, que la editorial Camaleón publicó en 1996 y que ahora, en la versión de Astiberri, componen el primer capítulo, casi a modo de prólogo espiritual, que marca el tono del resto del cómic, enfocado en lo que supuso la circunnavegación, desde varios puntos de vista.

Eso sí, en ningún momento se pierde la influencia de Melville. No en vano, Elcano es una suerte de Ismael, al tiempo que Magallanes resulta un trasunto de un Ahab, que en vez de estar obsesionado por la ballena blanca mantiene un férreo empeño por pasar de un océano a otro -el aceite de este mamífero que iluminó el mundo y el clavo de las Molucas, serían otros dos consumibles con los que establecer paralelismos-. Asimismo, al igual que Ahab viajaba con Queequeg, arponero polinesio, Magallanes tuvo a su mando a Enrique, un esclavo malasio y que fue, realmente, el primero en circunnavegar el globo.

El historietista también ha engarzado esta gesta con otras historias como la llegada de Jonás a Sefarad -nombre judío que se le da a la península ibérica en la Biblia-, la de la corsaria andalusí Malika Fadel ben Salvador, o la de las tribus fueguinas que los navegantes se toparon en la Patagonia. También dedica un apartado -final- al inglés Francis Drake, también corsario, que fue el segundo en dar la vuelta al mundo, dando pie a otras aventuras que desarrollará en futuros tomos con la Ballena tatuada como testigo.

Una de la cuestión que “fascinó” a Adanti desde un inicio fue la gran cantidad de testimonios diferentes y, en ocasiones, contradictorios que existen sobre la primera circunnavegación. Ocurre, por ejemplo, con lo referido al grumete Antonio Genovés y al maestre de la Victoria, que fueron acusados de pecado nefando, es decir, de practicar la sodomía. Magallanes ordenó asesinar a Salomón al llegar a Brasil, mientras que Genovés se lanzó al mar al llegar al cabo de San Julián. Es un hecho que, para historiadores como Pablo Emilio Pérez-Mallaina, tuvieron un peso relevante en el motín liderado por Juan de Cartagena, capitán de la San Antonio, contra el portugués y que se produjo en el citado cabo. Cartagena había sido nombrado Conjunta Persona de Magallanes; debían acordar las decisiones, cosa que el almirante no hizo al dictar la muerte de Salomón.

Aunque se describe, La ballena tatuada,, en el que Elcano se posicionó con los insurrectos. En cambio, pone luz sobre el supuesto acoso que Genovés sufrió y que provocó su suicidio. Las fuentes primarias, recuerda el historietista, no obstante, no son claras, confunden nombres y fechas. Los testimonios componen una especie de “laberinto”, muy similar al de los pasos entre el Atlántico y el Pacífico. En este sentido, el también humorista se centra, no tanto en el motín, sino que otorga especial relevancia a la “historia menor” del grumete, en la que “la ballena acaba siendo una especie de conciencia colectiva, todos los seres humanos pueden ser crueles sin quererlo”. “Esto hace que sean personajes más humanos. Así, se muestra a figuras como Elcano, u otros, no como leyendas o monstruos, sino humanos normales que hicieron algo increíble sin ni siquiera saberlo, ni quererlo”, concluye.

“La primera vuelta al mundo prefiguró cómo iba a ser la literatura de aventuras”darío adanti. Autor de ‘La ballena tatuada”