Hace justo un año, salvo algunos guiños virtuales, la conmemoración de esta jornada quedó oculta bajo la sombra del confinamiento más duro. Hoy se está lejos de recuperar aforos completos, de recortar distancias, de olvidarse de las mascarillas, pero, por lo menos, la escena vuelve a estar activa, más allá de las circunstancias y de los problemas. "Los seres humanos se cuentan historias desde tiempos muy remotos, desde que existimos en el planeta. La maravillosa cultura del teatro vivirá mientras habitemos la tierra". Son palabras de la actriz Helen Mirren, encargada esta vez de redactar el mensaje del Día Mundial del Teatro.

La conocida intérprete londinense habla en su discurso de artistas, técnicos, tramoyistas, dramaturgos, diseñadores y de un largo etcétera de figuras necesarias para que la escena cobre vida. Eso sí, en el antes, el durante y el después hay un elemento imprescindible, básico, fundamental para la creación escénica: el público. O sería mejor decir, los públicos. Es imposible reunir a todas las voces, pero, gracias al empuje del centro de innovación artística dirigida a la ciudadanía más pequeña KunArte, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA se encuentra con cuatro espectadores de una misma familia que son habituales en las propuestas del espacio ubicado en Abetxuko.

La actriz Rosa A. García y la responsable de Paraíso Pilar López hacen de anfitrionas en la sede de la compañía alavesa, Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud. Pero en esta ocasión el foco no está en ellas. La escena la ocupan Maren y Silvia junto a sus progenitores Iciar Iribas y Luis Matas. Hace año y medio, los cuatro llegaron a Vitoria y alguien les recomendó que fueran a ver una representación de Kubik. "Desde entonces nos hicimos asiduos. Nos apuntamos a todo".

Más allá de los condicionantes actuales, "lo que buscamos aquí es que Maren y Silvia encuentren algo que les abra la mente, que ambas puedan ver cosas diferentes y se empapen de ello", apunta Iribas. "A la edad que tienen no les puedes preguntar si les gusta o no lo que han visto. Pero notas que cuando venimos se quedan como absortas. Cuando hay una obra se quedan calladas, quietas y a lo largo de la semana les vas intentando tantear. Y sientes que les gusta", añade Matas.

Todo ello sin perder de vista que ambos son también espectadores de las mismas propuestas que sus hijas. "Acudir juntos nos encanta", relatan. "Es venir hasta aquí en bici, que también tiene lo suyo, y compartir. Solo asistir ya es importante para nosotros", a pesar de que, por ejemplo, no siempre encaje lo que ven. "Hace poco, sobre todo Maren, estaba encantada con una obra, y a mí me parecía un poco, no sé, ñoña", dice Matas. Rosa A. García interviene por un momento. También ella recuerda una vez con su sobrina en el antiguo Txoroleku, donde ella no conectó con una propuesta que a la pequeña sí le enganchó. "Es importante tener un público crítico, también trabajamos por ello", sonríe Pilar López.

Pero más allá de que en la variedad esté el gusto, Iribas y Matas destacan que "KunArte es un sitio bastante especial. No conocemos en Vitoria un proyecto así, algo tan experimental e interdisciplinar", que vaya más allá de formatos un tanto rígidos y formales, y que trabaje de manera específica en el campo de la sensorialidad. "Las obras que presentan son muy de sensaciones y creemos que es justo lo que necesitan Silvia y Maren".

En este sentido, López resalta "la relevancia de la contemplación. Es algo importante para todo ser humano, sobre todo a estas edades. No podemos perder la capacidad de descubrir un paisaje o lo que sea", sin perder de vista que, en estos tiempos de pandemia, "estamos actuando delante de pequeños y pequeñas que, en muchos casos, solo ven sin mascarilla a las personas de su casa, y, durante el tiempo que están aquí, a los intérpretes. Eso es un valor importante. Están en una etapa muy especial que no va a volver", un momento en la que se conforman y asientan muchas bases de cada personalidad.

"Por eso hemos seguido abiertos a pesar de la reducción de aforos y de las dificultades, porque creemos que esto es importante" siguiendo aquella máxima de que "la cultura no se hereda, se conquista". En este sentido, Matas describe que "si a un niño no le enseñas desde el principio estas cosas va a ser complicado que un buen día, con ocho años, le lleves por primera vez al teatro. Ya no va a ser receptivo y se va a aburrir. A nosotros nos gusta ser activos en la cultura". Iribas, por ejemplo, describe cómo la más pequeña, Maren, "cuando viene parece que tiene un poco de susto. Ve todo oscuro y parece que no quiere mirar, me pide que la coja. Pero poco a poco me voy girando para que vea, y ella va entrando hasta que se muestra muy participativa y abierta, y todo le gusta". Ni nada es tan sencillo, ni tampoco tan complicado.

Mañana, de la mano de Teatro Arbolé, se pondrá el broche a las propuestas que desde KunArte se han venido llevando a cabo en los últimos meses, adaptándose a las normativas de seguridad e higiene. Todo ha tenido que cambiar para mantener de manera íntegra los objetivos e intereses del programa. Hay sacrificios, eso sí, importantes, como dejar en suspenso, de momento, el área de talleres y experimentación. "Implica estar en movimiento y es algo, por supuesto, que no podemos hacer", comenta López. "Hemos aprendido que tenemos un marco normativo que tenemos que cumplir, pero cada uno lo lleva como mejor puede y es muy importante en una situación así que los adultos nos sintamos tranquilos. Si es así, vamos a transmitir tranquilidad a las criaturas y van a estar más receptivas como espectadores, con ganas. Si no, el miedo se instala", añade la responsable de Paraíso.

Iribas y Matas reconocen que la primera vez que volvieron al escenario de Abetxuko "teníamos respeto". Pero encontraron seguridad y las condiciones necesarias. "Al final, la cuestión de la pandemia es algo de difícil gestión para cada persona. Cada uno es como es y lo vive de una manera. Nosotros somos muy echados para adelante e intentamos, cumpliendo las normas, hacer la vida lo más normal posible". En el caso de KunArte, de todas formas, el covid también tiene otra consecuencia que complica un tanto acudir. "Ya trabajamos con aforos reducidos de por sí. Aquí entran 90 personas. Es importante la cercanía, la atmósfera que se crea. Pero con el coronavirus ha habido que reducir las plazas", dice López, con lo que, como apunta Matas, "es un privilegio conseguir entradas, no es nada fácil, así que en el momento en que salen, ahí estamos".

Son fieles al programa. Igual que otras familias con las que suelen coincidir. "Ves cómo los niños y las niñas se empapan, cómo están con los ojos abiertos, y eso es lo más importante", una vivencia que vivir en colectivo porque el teatro lo es, como apunta López. En palabras de Iribas, "éste es un lugar mágico" donde "todo tiene su ritmo", su atractivo, su cercanía, sus sensaciones. Todo ello encuadrado en el marco de un proyecto con el que Paraíso lleva trabajando desde hace ya unos años, y que ha reforzado la posición de la compañía alavesa como referente, también en el ámbito internacional, en la relación de la pequeña infancia con las artes escénicas. Una labor que, dentro de las redes de colaboración europeas en las que el grupo está inmerso, tendrá otro hito importante en otoño con la celebración de un festival en Vitoria.

"Ves cómo los niños y las niñas se empapan, cómo están con los ojos abiertos, y eso es lo más importante" dicen Luis Matas e Iciar Iribas

A pesar de la presencia de la pandemia y siempre cumpliendo todas las normativas, el trabajo escénico no se detiene