- Con un pie en la realidad y otro en el humor, Oscar Terol se encuentra este domingo por partida doble con el público que acuda a la sala Jimmy Jazz, un escenario que esta noche, por cierto, se va a llenar de música en directo con la final del certamen de bandas de Gasteizko Txosnak. Será el arranque a unos días intensos en la calle Coronación, cuya guinda pondrá el actor, guionista, escritor y director donostiarra.

¿Cómo están siendo los encuentros con el público en estas circunstancias, sin ni siquiera poder ver la sonrisa de la gente?

-Todavía están siendo terapéuticos porque podría no tenerlos. Por fortuna, ha aparecido el espectáculo en el que hablo de todo esto y la gente lo agradece, lo disfruta. Más que la mascarilla, que creo que la tenemos más que integrada, a veces me ha descolocado un poco la distancia de las butacas en aforos del 30%, como me ha pasado en otoño. Pero más allá de eso, estoy disfrutando de las actuaciones y si hay cien personas, pues cien personas con las que me lo voy a pasar bien. En ese aspecto no puedo decir nada negativo. Soy de los de la botella medio llena.

Hace una mirada a este presente en el que uno ya no sabe si es para llorar, reír o pedir que paren el mundo para bajarse.

-Lo último (risas). Pero es cierto que ante las circunstancias adversas uno puede decidir rendirse y entregarse, o puede apostar por luchar y plantear otra posibilidad. El humor no es más que la unión de las personas y la relatividad de todo. Desde esa unión y desde esa relatividad podemos encontrar la salida para un montón de cosas. La perplejidad de la gente es muy grande, la sensación de que no tenemos poder para afrontar la vida y el futuro está ahí, pero creo que el humor es una forma de unirnos para ver que hay otra posibilidad. La humanidad lleva miles de años en la tierra y ha pasado cosas infinitamente peores que esto. Y no podemos perder de vista que hay gente hoy en día que está muriendo de hambre o en guerras. El covid no puede ser el único problema que tenemos. Hay que quitarle magnitud y coger las riendas de nuestra vida.

Sabe lo que es hacer humor y que alguien se decida a cargar las tintas contra usted, pero en los últimos años, a través de las redes sociales, estamos viendo reacciones muy agresivas hacia casi todo lo que se mueve.

-Es el miedo. Han instalado el miedo y el pánico en la sociedad. Y el ser humano entiende que ante el pánico solo cabe o una reacción violenta o la reclusión. El humor es la única vía. Yo en este espectáculo digo cosas que no están en lo convencional y si el público en el teatro me hubiera querido parar los pies, ya lo habría hecho. Pero la gente acepta todo, en privado quiere relativizar y reírse. Hablo de todo esto que nos está pasando, de lo que no habla nadie porque no les dejan salirse de los planteamientos oficiales. Que haya reacciones adversas me da igual porque tengo mi derecho a expresarme, siempre y cuando respete el derecho de los demás. Soy consciente de que lo que hago puede generar controversia, pero soy amable y siempre doy prioridad a las personas. Eso es algo que ahora no está pasando porque nos han relegado a un sitio en el que solo somos sospechosos de contagiar y de hacer las cosas mal. Y eso no es así. De aquí no nos sacan ni las vacunas ni los gobiernos, de esto nos saca el ánimo general de las personas, que hará que volvamos a tener esperanza por vivir.

Pero para hablar de todo esto con el mayor número de gente posible es necesario, como pasa este domingo, hacer dos pases casi seguidos.

-Sabes lo que pasa, que como estoy disfrutando tanto con el espectáculo estoy todavía en ese estado adolescente de que qué bien todo. Además, es mi modo de vida, así que si tengo dos funciones, cobro un poco más que si tengo una. Vivo del público, de la taquilla, y en este tiempo en el que el trabajo escasea, para mí actuar es una satisfacción. Ponme tres actuaciones en un día. Ya llegaré muerto al final de la jornada, pero prefiero morirme por haberlo dado todo ante el público que no aburrido en casa sin saber qué va a ser de mi vida.

¿En el montaje solo hay covid?

-Hay humanidad. Aunque esté una hora hablando de covid, lo hablo desde la humanidad. Por ejemplo, ante las vacunas puedes tener un discurso médico pero también uno humano y te puedes reír de la chapuza que nos están haciendo vivir con si han comprado muchas o pocas, que si llegan o no, que si ahora paro una y sigo con otra... Nos podemos reír también de algo que nos vendían como la gran solución de esta situación pero que ha terminado por estar influenciada por las miserias humanas. Es maravilloso reírnos de eso a nivel terapéutico.

Ahora está concentrado en estos directos, pero no sé si con ganas de volver a la televisión, a una serie o a escribir libros.

-La tele me da mucha pereza porque la veo muy influenciada por los poderes. No veo libertad para poder hacer un programa de humor en el que se puedan decir las cosas que a mí me gustaría. En la escena he descubierto el milagro del teatro, que es eterno y que lleva produciéndose desde el principio de la humanidad, y que se traduce en que la gente en privado es capaz de asumir más cosas. Prefiero ser yo ante cien en un teatro que verme forzado a ser otro en la televisión ante cien mil. Y lo de escribir, siempre lo he hecho por encargo, así que estoy mal acostumbrado. Cuando me llamen, haré, que también disfruto con eso.

De momento toca estar en Vitoria con un pase ya lleno y el otro camino de completarse.

-Esa es la mejor noticia, la respuesta de la gente. El milagro es que en estos tiempos en los que parece que estas cosas no pueden ser, pase esto, que veas que la gente quiere tener otro tipo de estímulos que no sea la información constante de lo malo. La gente todavía busca otras posibilidades de entender el todo. La misión no es que la cultura sea segura. No. La cultura, siempre, tiene que ser insegura porque te tiene que provocar una reflexión. No tenemos que ir a los espectáculos a ver algo bonito, que también, sino sobre todo a que nos revuelvan las tripas, nos cuenten cosas y nos recuerden quiénes éramos.