- “La técnica es importante, claro, pero me interesa que podamos ir más allá, que el espectador pueda llegar a ese plano artístico en el que trabajo”. En realidad, el doctor en Bellas Artes Fernando Mardones podría dar una clase magistral con cada una de las 30 obras que ahora presenta en la sala Amárica. Y en varios momentos de la conversación con el artista, esa faz formativa toma rienda suelta para el explicar los procesos, diferentes y apasionantes, que son necesarios para crear tal o cual pieza. Pero vuelve a la misma idea, a enfocar el plano creativo frente a otras cuestiones.

Desde hoy, la sala Amárica le recibe con las puertas abiertas, un espacio que hasta el próximo 2 de mayo se encuentra acogiendo la exposición Photodeklina, bajo la que conviven piezas de diferentes series y momentos, aunque todas ellas realizadas sobre la idea de la transversalidad de lo fotográfico. “También he traído obras de lo que ahora más me está interesando, de ese juego de brillos y reflejos del espectador cuando se acerca a lo que he hecho”.

De hecho, quien piense en encontrarse en el espacio expositivo dependiente del área de Cultural de la Diputación Foral de Álava una fotografía al uso, bidimensional, figurativa y formal, va a encontrarse justo con todo lo contrario. El papel, el nylon, el cobre, la madera o el zinc sirven como soportes a producciones que juegan en distintos planos, que son pintura, escultura y grabado, que se sirven tanto de Bilbao como de determinadas localizaciones industriales de Bizkaia para, en realidad, no referir a esos lugares, sino para plantear temáticas y reflexiones sobre, por ejemplo, el estrés en la vida urbanita.

Fotoxilografías, fotograbados, fotoaguafuertes y estampas digitales se van sucediendo a lo largo de una muestra pensada para mostrar “las posibilidades expresivas de la imagen fotográfica transformada como eco visual en el contexto de una pintura de campo amplio, el lugar donde se estructura el grabado como acción y como argumento de la obra”, según explica el autor, esta vez en el catálogo editado con motivo de una muestra que hace regresar al creador más de una década después a la capital alavesa. “Espero que la exposición la puedan disfrutar todos los gasteiztarras, pero ojalá dentro de no mucho puedan venir también personas de fuera, que desde Bilbao quieren venir, pero...”, dice con una sonrisa resignada y escondida tras la mascarilla quien ha hecho caminar de manera paralela a lo largo de los años su pulsión creativa con el ejercicio de la docencia en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco. En este caso, Mardones imparte su particular clase magistral desde Vitoria.