o tienen acceso al mar. No por decisión propia, por supuesto. Se lo arrebataron, como tantas otras cosas. Hoy son otros, como los pescadores de aquí, los que se benefician de su caladero mientras la comunidad internacional sigue desentendiéndose de la situación del pueblo saharaui. Claro que esto no quiere decir que no tengan peces. Los tienen. Y los pescan, aunque para ello se tenga que establecer una singular piscifactoría en pleno desierto.

A grandes rasgos, sobre estas bases se sustenta Solo son peces, que este próximo sábado puede completar su reconocido camino con el Goya al mejor cortometraje documental. Sería un espaldarazo más que importante no ya para la cinta en sí y su valor como obra audiovisual, sino para lo que trata y representa, ya que esta producción no deja de ser una gran metáfora en sí misma que vuelve a poner en primer plano la situación de la comunidad saharaui que vive en los campamentos de población refugiada de Tindouf (Argelia), resistiendo y abriéndose camino a pesar de todo.

El documental nació de un proyecto de cooperación al desarrollo de la Asociación de Amigas y Amigos de la República Árabe Saharaui Democrática de Álava. La agrupación y la productora bilbaína Al Borde Films se encuentran detrás de una iniciativa que se pudo llevar a cabo gracias a la colaboración con la Escuela de Cine EFA Abidin Kaid Saleh, cuyos profesores y alumnos formaron parte del equipo de rodaje comandado por las realizadoras Ana Serna y Paula Iglesias.

La película se rodó en abril de 2019 aunque antes tanto la asociación como la productora ya visitaron la zona en búsqueda de una historia que estuviera relacionada con el derecho humano al acceso al agua. Les llamó la atención, como no podía ser de otra manera, un relato relacionado con tres mujeres saharauis que trabajan en una piscifactoría establecida en un lugar donde en verano se pueden alcanzar los 50 grados y donde las tormentas de arena a veces destruyen el invernadero que protege a los peces del frío de la noche. Ellas son Teslem, Dahba y Jadija.

Se quiere así poner el foco, como explican desde la producción, en "un pueblo que, a pesar de estar muy lejos de su tierra y haber sido desprovisto del mar, es capaz de pescar en el desierto, en plena hamada, la zona más árida del Sáhara. Ya no tienen mar, pero sí peces". De hecho, "su historia es un ejemplo de superación y de supervivencia", señalan Serna e Iglesias. "Han conseguido darle la vuelta a las adversidades y reinventarse para sacar adelante la piscifactoría, y eso en los tiempos que estamos viviendo para nosotras es inspirador", añaden.

Como explica Olatz Alonso en representación de la Asociación de Amigos y Amigas de la RASD de Álava, "en realidad el corto habla de esa capacidad de superación y resilencia que tiene el pueblo saharaui. Llevan 45 años fuera de su territorio. Les han robado el mar, porque no nos podemos olvidar que es un pueblo que no puede acceder a esos peces de los que nosotros sí nos aprovechamos. Así que no les queda más remedio que llevarse los peces a la zona más árida del desierto a través de una piscifactoría. Cuando encontramos la historia vimos que se contaba sola. Además, está llena de paralelismos. Por ejemplo, los peces que se utilizan son originarios del Nilo y como aguantan muy bien las altas temperaturas, se suelen usar en este tipo de piscifactorías. Es muy potente la comparación entre ese pez que lo sacan a una zona de condiciones extremas y ese pueblo al que también han sacado de su lugar de origen a pesar de lo cual sigue resistiendo, siendo capaz de pescar en el desierto".

Rodado en árabe con subtítulos en castellano, inglés y francés, el cortometraje ya fue galardonado en la 61 edición de Zinebi, premio que se suma al también conseguido en Innsbruck, sin perder de vista las nominaciones a los Goya y los Forqué (en estos últimos, no tuvo suerte). Además, ha sido seleccionado en festivales como HotDocs, FipaDoc, Elche y MiradasDoc. "No olvidemos el valor que tiene el cine como herramienta de transformación social, que permite hacer visible historias, que de otro modo, quizás no llegarían a hacerse un hueco y resonar con fuerza en la sociedad", dicen Serna e Iglesias.

Dirigida por Ana Serna y Paula Iglesias, la cinta se rodó en los campamentos de Tindouf con la colaboración de la Escuela de Cine EFA Abidin Kaid Saleh

La historia pone el foco en Teslem, Dahba y Jadija, tres mujeres saharauis que trabajan en una singular piscifactoría