a pandemia ha impedido en este caso que el escritor tenga un lugar concreto para vivir una presentación al uso. Es ese espacio indefinido de Internet el que está sirviendo -como pasó hace unos días a través de Instagram-, de escenario para dar a conocer la obra. "Mi primer libro y ha sido publicado en 2020, parece broma", sonríe Oier Quincoces. "Pero me lo tomo con filosofía porque además estoy haciendo cosas muy interesantes gracias a él". Nada que ver con el Café de Flore, donde Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir tenían mesa fija, uno de los sitios que aparece entre las páginas de una publicación en la que es tan importante el quién como el dónde.

De hecho, ya desde el título quedan claros esos dos puntos cardinales de esta travesía literaria. Ser, estar, escribir. Escritores y lugares (Editorial Saure) transita por medio centenar de espacios relacionados con la apalabra escrita y sus hacedores. "La sensación, y más en estos tiempos, que me gustaría obtener es que la persona que se asome al libro, en cierta manera, haya podido viajar. Es lo que le pido al lector, que viaje, que a través de estas historias se deje llevar. La lectura ya es un viaje metafórico en sí misma y en este caso además estoy exponiendo lugares reales a los que puedes ir", explica el autor vitoriano, que se dio a conocer hace unos años a través del certamen Gazte Hitzak. "Me gustaría que el lector pensase que ha podido estar en sitios que no conoce gracias a alguien que sí los ha visitado, a pesar de que no sea cierto porque, en realidad, yo no he estado en casi ninguno. Si eso pasa, si quien lee la obra piensa que los conozco de primera mano eso significará que el objetivo del libro está logrado", apunta Quincoces, que espera que su creación sea además una invitación a terceros para que sigan ahondando en los escritores y espacios que se citan.

Realizado un carácter divulgativo, el libro se encuentra con firmas como las de Mary Shelley, las hermanas Brontë, Federico García Lorca, Ernest Hemingway, Murasaki Shikibu, Rosalía de Castro, Edgar Allan Poe, Primo Levi y un largo etcétera, que se sitúan, en muchos casos, en cafeterías, hoteles y lugares de encuentro, aunque también aparecen otros como el campo de concentración de Auswitch. "En varios casos, el lugar era para mí la excusa para hablar del autor que quería, y viceversa", todo ello para construir una publicación pensada para el público en general. "Se podrían hacer muchas más entregas y seguir tirando del hilo, pero creo que me quedaré aquí", describe Quincoces, que comenzó a dar forma al proyecto a raíz de unas prácticas universitarias en la editorial alavesa.

Ahora, su primer libro camina solo. Va a lugares que el autor desconoce. Todo mientras Quincoces sigue ofreciendo algunas presentaciones más, sin perder de vista que la escritura reclama la atención. "En realidad, todavía no sé muy bien dónde parará pero ahora estoy escribiendo sobre la pandemia, el confinamiento, lo que hemos vivido". A la espera de definir la forma literaria final, cree que "estamos ante algo histórico y documentarlo es necesario. En el futuro harán falta testimonios". Todo llegará. Es cosa, como él dice, "del Oier del mañana".