- De todos los nominados alaveses o que optan a premio por su participación en películas realizadas en el territorio, el director vitoriano Juanma Bajo Ulloa es el único que ya sabe lo que es salir triunfante de los Goya. Esta vez tiene la posibilidad de que su Baby se haga con dos reconocimientos, el de mejor música original gracias al trabajo de Bingen Mendizabal y Koldo Uriarte, y al que opta el realizador y guionista en la categoría de mejor dirección.

Hay un momento en la película, sin querer destapar nada, en la que la protagonista da un fuerte grito cansada de todo y dispuesta a no rendirse. ¿En todo el proceso de 'Baby' le han dado ganas de hacer lo mismo?

-La nuestra es una protagonista sin nombre por lo que su grito es igualmente anónimo. El de todos. Un grito de rabia y frustración que ahogamos cada día, sin ser conscientes de que nuestra desequilibrada e incierta realidad se parece mucho a la que hemos cultivado pacientemente. Por eso precisamente está en nuestras manos mejorarla.

Lo cierto es que la película, tras su estreno en el Festival de Sitges, no ha dejado indiferente y no son pocas las firmas especializadas y las voces de espectadores que sitúan a 'Baby' como una de las mejores películas de 2020. ¿Satisfecho con cómo se ha entendido el filme?

-El reconocimiento de Baby ha permitido que una película realizada con las manos, pueda darse a conocer y viajar a estos prestigiosos festivales. El filme habla el lenguaje universal del cine, por eso se entiende igual en cada país. Pero se dirige al subconsciente, por eso se interpreta diferente en cada corazón. La reacción ante la película dice mucho del observador. No todo el mundo acepta mirarse al espejo, hay gente que no se reconoce o se molesta. Entonces llega el sarcasmo.

Sin duda, no es la mejor situación para llegar ni a las salas ni a los festivales ni a casi nada. ¿Hubiera sido mejor atrasar el estreno? ¿Es mejor no pensar en qué hubiera pasado sin la pandemia?

-Los distribuidores de esta película se han convertido en parte de ella, mostrando la extraordinaria osadía de estrenar en esta tormenta perfecta. Retrasar el estreno hubiera significado, como vemos hoy, enfrentar un panorama aún peor. La pandemia surge de nosotros, es una consecuencia. Baby muestra la íntima conexión entre todos los seres que habitamos este organismo llamado Tierra, y la enfermedad que surge de nuestro desequilibrio, de nuestra incapacidad de amar realmente. Por eso ha llegado en el momento preciso.

Es 'Baby' una película que tiene muchas lecturas, muchas capas. ¿Le ha sorprendido alguna hecha por algún espectador o crítico, algo que incluso a usted se le había escapado, por así decirlo?

-Sólo empiezo a conocer realmente lo que trato de expresar en una película cuando es interpretada por el espectador. Esa es la razón por la que entiendo el cine en la sala oscura, con la íntegra atención que ello exige. Y mi deseo después de una proyección es poder participar de un coloquio con el público y escuchar sus interpretaciones y sentimientos.

Amor, creación y esperanza. Son tres palabras que se han repetido mucho a la hora de hablar de la película. Pero también el filme es oscuridad, misterio y maldad. ¿No predomina en el ser humano más lo segundo que lo primero?

-La gente se pregunta constantemente esto, y esperan escuchar algo que les alivie de sus temores y desaliento. Pero las respuestas no están fuera. Si acaso las señales. Las fuerzas negativas y positivas siempre están en lucha, y el equilibrio es precario. Por eso es fundamental cada aportación personal, que nunca es pequeña. Cada persona salva el mundo o lo condena.

Una de las bases fundamentales de la película es ese papel protagonista que tiene la naturaleza en la historia, una naturaleza de la que, en realidad, cada vez estamos como sociedad más alejados. Como mucho, es donde vamos el fin de semana si no estamos confinados, ¿no cree?

-Las sociedades han ido paulatinamente desconectándose de su propia esencia y de su ser, y sustituyéndolo por diferentes sucedáneos en un artificio cada vez más sofisticado y enfermizo. Finalmente hemos terminado conectados a pantallas virtuales y desconectados de una realidad incierta que ya nadie reconoce. Es irónico, pero no casual, que a esta desconexión extrema la llamemos "estar conectados". Es irónico, pero no casual, que a la desinformación absoluta la llamemos "sociedad de la información".

Ya en Sitges, la música creada por Bingen Mendizabal y Koldo Uriarte consiguió llamar la atención. Cuando les realizó el encargo para un filme sin diálogos, ¿qué les pidió, qué buscaba? Lo digo también porque hay un personaje en la película que es la naturaleza que cuenta con sus propios sonidos y no sé si les preocupó cómo encajar ambas partes.

-El trabajo con Uriarte y Mendizabal ha sido extraordinariamente complejo y extenso. Les pedí que trataran de hallar el alma de la historia, de reflejar el profundo sentimiento oculto tras los personajes principales, una joven hundida en sus miedos y desconectada de sí misma, un bebé vulnerable, hermoso y trágico, y una familia grotesca, herida y peligrosa. La urbe y la naturaleza eran dos escenarios con vida propia que ayudaban a definir los instrumentos y el clima de muchas piezas. Y sencillamente me han prestado su alma.

Se esperaba la nominación a los Goya de Mendizabal y Uriarte, era algo que estaba en bastantes quinielas. Pero cuando se supo, ¿qué les dijo o qué comentaron entre ustedes?

-Efectivamente, la música de Baby acumula nominaciones y premios desde que el Festival de Sitges llamó la atención sobre ella. Bingen Mendizabal debería haber recibido ese premio hace años por su excepcional obra. Su humildad y honestidad no le han favorecido en ese sentido. Koldo desconoce aún las intrigas de los premios, y confío que no pierda esa inocencia.

¿Le sorprendió la nominación a mejor dirección?

-Me consta que hay académicos que realmente ven las películas y eligen con rigor en función del mérito, pero se suele decir que, en los Goya, además de por simpatías y "de oídas", se vota principalmente por ideología o corrección política. Esto resta credibilidad y atenta contra los propios profesionales. En nuestro caso estrenar a final de año nos dejó casi fuera de las fechas de votaciones. Así que consideramos estas valiosas nominaciones como un regalo muy de agradecer.

Es de esperar, como ya está ocurriendo, que las nominaciones y los premios sirvan para dar más promoción a la película, pero ¿eso no denota también que, a veces, al público le falta un poco de curiosidad, que parece que necesita una excusa para ir a ver algo que no conoce?

-La razón de ser de los Oscar fue la promoción del cine industrial americano, y sobre estos se han creado los demás premios como los Goya o los César. A veces se cuelan películas no convencionales como Baby y, de este modo, una maquinaria comercial termina ayudando al cine independiente. Pero, efectivamente, el espectador medio de hoy está tan manipulado por las grandes compañías que cree que el cine independiente es el que hacen los grupos mediáticos.

Es sabido que los premios son algo que usted se toma con mucha tranquilidad, pero lo cierto es que a lo largo de su trayectoria atesora muchos y muy importantes. ¿También hay que alimentar el ego de vez en cuando o€?

-Los premios no hacen mejor a una obra pero efectivamente tienen diversas interpretaciones y utilidades. La principal es que ayudan a la difusión y, en mi caso, hacen feliz a mi ama. Respecto al ego, depende del receptor, si hay humildad incrementan la autoestima, si hay soberbia incrementan la vanidad.

Decía antes del estreno que 'Baby' es una película para ver en el cine. Pero parece que todo cada vez más está pensado para ofrecer al espectador productos audiovisuales a consumir de otra manera, en casa y a través de una pantalla pequeña. Si esta tendencia sigue, ¿serán posibles filmes como 'Baby'?

-La respuesta es sencilla: no. El cine supone una ceremonia donde el espectador se obliga a seleccionar la obra, desplazarse ad hoc y ofrecer su completa y respetuosa atención en la sala oscura. Se trata de un acto de profunda e íntima comunión entre creador y público. Pero no todas las películas son cine. El espectador casero es genéricamente un consumidor, cuya adicción convenientemente fomentada, supone negocio. Mantener al ciudadano pegado a una pantalla que además adoctrina es el totalitarismo soñado.

Hay quien piensa que no deja de ser curioso, e incluso intencionado, que en una sociedad tan audiovisual como la nuestra, su lenguaje, códigos, formas, historia€ no estén presentes, por ejemplo, en los planes de estudio de los centros escolares. ¿Somos una sociedad audiovisual que no sabe ser una sociedad audiovisual?

-Desconozco los planes de estudio de las escuelas, imaginaba que todas usaban ya pantallas patrocinadas por Facebook o robots inclusivos con la cara de Jeff Bezos y el cuerpo de Kamala Harris. Y tampoco sé mucho de los niños de hoy día, básicamente porque no te miran a la cara. Antes los traficantes acechaban en la puerta de los colegios, ahora los padres se ocupan de su labor.

Aunque el camino de 'Baby' siga, seguro que su autor ya está con los próximos posibles proyectos sobre la mesa ¿o está, por así decirlo, un poco en barbecho?

-Tengo una profesión y una personalidad que tienen bastante de obsesivas, de otro modo sería difícil poner en pie determinadas obras que requieren dedicación infinita. Intuyo que, al igual que me ha ocurrido con otras películas previas, Baby me va a acompañar mucho tiempo. Pero estamos con nuevos proyectos que veremos si son viables en este mundo actual polarizado y censor, donde los ofendiditos mandan sobre una población atemorizada.

"Baby' muestra la íntima conexión entre todos los seres que habitamos la Tierra, y la enfermedad que surge de nuestra incapacidad de amar"

"El espectador está tan manipulado por las grandes compañías que cree que el cine independiente es el que hacen los grupos mediáticos"

"Hemos terminado conectados a pantallas virtuales y desconectados de una realidad incierta que ya nadie reconoce"