- Stellan Skarsgard se convierte en Hope, su última película, en un hombre al que la muerte inminente de su mujer le obliga a parar y dar un giro a su vida. Pero detenerse y analizar su relación de pareja les sirve a ambos para redescubrir su amor y agarrarse al último clavo ardiendo que les ofrece la medicina.

El actor sueco, que cumple 70 años en junio de este año, rueda en estos momentos Andor la precuela de Roge One en Londres, desde donde habla por teléfono. Está preocupado por la saturación de los hospitales y por la nueva cepa de la covid que sube como la espuma; pero se cuida mucho, asegura, aunque rodar es cada vez más difícil. “Las normas cambian todo el tiempo, en Inglaterra, cada semana. Es cierto que todo el mundo está muy por la labor y hace unos esfuerzos increíbles con las medidas de seguridad, pero de verdad que es una experiencia surrealista, cada vez se hace mas duro. Lo bueno es que una vez estás frente a la cámara, todo da igual”, apunta. Consciente de que el argumento de Hope podría echar atrás a algunos espectadores, Skarsgard dice que esta película es la vida vista desde muchos ángulos, y desde luego, “una gran historia de amor”.

Anja (Andrea Braein Hovig) es más joven que Tomas. Es su segunda esposa, tienen tres hijos en común y conviven, además, con los tres mayores del anterior matrimonio de Tomas. Ambos son productores teatrales de éxito y hace años que su trabajo es lo más importante. Su relación de pareja está desatendida. Hope, candidata al Oscar por Noruega a mejor película internacional, es de una complejidad emocional enorme, sobre todo, porque lo que cuenta es exactamente la experiencia vivida por su directora, Maria Sodahl. Y no es lacrimógena. Todo ocurre en diez días de Navidades; dolor de cabeza, diagnóstico, propuesta de operación y revolución familiar.

“Hace 30 años que conozco a Maria, y a su marido Hans Petter Moland, con el que he trabajado en seis películas; somos amigos y estaba familiarizado con lo que había ocurrido. Cuando me llamó y me dijo lo que quería hacer, me pareció idea maravillosa, aunque pensé que no hacían falta más películas acerca del cáncer. Encima, era muy personal, pero me mando un par de páginas y vi que estaba llena de humor y, sobre todo, era humana, y una gran historia de amor”, comenta el actor, para quien no es importante si quien dirige un proyecto es hombre y mujer. “Normalmente no reparo si hay un pene en los pantalones de quien dirige; en general no noto diferencia, pero creo que las historias encabezadas por mujeres son mas personales y giran más en torno a las relaciones humanas. Es como si a los hombres no se les diera bien eso, como si las explosiones se les dieran mejor -se ríe-, pero una vez en el plató no hay diferencia, de verdad”.