- Hace justo un año, tenía desplegada una particular zona de trabajo en el antiguo Depósito de Aguas. Compartía, junto al resto de ganadores de la última edición del certamen Gazte Arte, el espacio de Montehermoso para crear, ante la mirada y con la complicidad del público que pasaba por allí. A pesar de su juventud, Adriana Fariñas ya tenía experiencia en ganar este tipo de propuestas diseñadas para fomentar la cantera de creadores alaveses y acompañarles en su proceso de profesionalización. En 2017 también estuvo en lo más alto del concurso Gazte Klik Klak. Ahora, la fotógrafa vitoriana da un nuevo paso más hacia delante abriendo en Zaramaga su propio estudio.

De una crisis económica como la que se desarrolló a partir de 2008 a otra sanitaria como la que ahora provoca el covid-19. Ser joven y buscar un camino propio nunca es fácil, pero en este siglo XXI parece que son muchos los factores que se han coordinado para generar todavía más dificultades. Aún así, ella no ha querido perder el paso. "Tras Gazte Klik y Gazte Arte me encontré con mucha gente que se interesaba por lo que hacía, por las sesiones fuera de lo común que realizaba, pero necesitaba un espacio adecuado para trabajar". A eso se unió que "el confinamiento supuso que algunos proyectos que se iban a poner en marcha en Vitoria, alguno de los cuales había contactado conmigo para dar clases de fotografía, se cayeran", mientras que en su caso "la idea de afrontar este reto me ayudó a estar en casa, a no perder la motivación", puliendo todos los detalles de una iniciativa que abre sus puertas en la calle Cuadrilla de Zuia.

Al margen de los servicios habituales de este tipo de empresas, Fariñas, que se ha distinguido en estos años por un estilo muy particular en el que la edición tiene un papel fundamental, busca poder desarrollar esa línea personal y su propia producción. "No se trata de abandonar mis creaciones, ni mucho menos, aunque ahora, en este arranque, esté centrada en otras cuestiones. Pero creo que puedo ofrecer a la gente algo distinto, un modelo de estudio de fotografía que tal vez sí puedes ver en otras ciudades, pero no aquí".

Además, Fariñas -que ha realizado Magisterio, ha ofrecido clases de fotografía en Urkide y ha creado una propuesta para trabajar las emociones mediante la fotografía en Primaria- tiene muy presente la vertiente formativa que también quiere llevar a cabo en el reto que ahora afronta con 24 años. "El covid-19 lo está poniendo un poco difícil para ofrecer talleres, pero bueno, la intención es poder compartir esa formación. Eso sí, no busco desarrollar clases tan técnicas como en otros lugares", apunta. "Es necesario también trabajar la visión, más que la técnica, o por lo menos es lo que pretendo desde aquí", describe, quien recuerda que, cuando ella se estaba educando en la fotografía, "hubo gente que me machacaba con que no estaba haciendo bien las cosas porque no comprendía que yo buscaba algo diferente". Esa otra forma de hacer y entender la creación fotográfica le llevó a ganar los dos mencionados concursos. Y es la base sobre la que inicia ahora un nueva senda profesional. Puede que el actual no sea el mejor contexto para ello, pero no es el momento de bajar los brazos.

"Al ganar los dos certámenes me encontré con mucha gente que se interesaba por lo que hacía, pero necesitaba un lugar adecuado para trabajar"

La formación también se encuentra entre los objetivos del nuevo proyecto puesto en marcha en la calle Cuadrilla de Zuia