- Revistas, televisiones, tesis, análisis... el mundo cuenta con miles de herramientas para analizar la economía formal y estudiar sus movimientos, mientras los mercados negros -y grises-, de los que depende la mitad de la población son un absoluto desconocido. "Los mercados negros han explotado con la pandemia. Durante las crisis pasa eso, cuando no hay otra manera de obtener dinero y alimentar a la familia acudes al mercado negro", explica a Efe la periodista Mariana van Zeller, investigadora de las zonas oscuras de la economía donde circulan millones de dólares de manera opaca por todo el planeta.

Acaba de estrenar Trafficked en National Geographic y Disney+, una serie documental que en cada episodio se adentra en el engranaje por el que circula la economía sumergida: desde el tráfico de armas hasta el lucrativo intercambio de animales felinos y las nuevas estafas por Internet. Tras cubrir durante años los cárteles de la droga en México y de sumergirse en la compra-venta de fentanilo que ha golpeado a las familias de clase media estadounidense, Van Zeller extiende su investigación a unas prácticas cada vez más interconectadas. "El mercado negro está mucho más extendido en nuestras ciudades de lo que pensamos, existe en todos lados", afirma.

En uno de los episodios, un grupo de empleados carga con armas un vehículo en Los Ángeles (que esa noche partirá a Sinaloa (México) para repartir la peligrosa mercancía entre los sicarios. "Eso pasó a 10 minutos de mi casa, en una calle pública cerca de una autopista principal", recuerda. Y no es un hecho aislado: "El 70% de las armas que causan la violencia en México y Centroamérica son de Estados Unidos". Mientras las armas bajan desde EEUU hacia el sur de América, la droga sigue el camino inverso. "Un ciclo sin fin", detalla.

Pero lo que Van Zeller muestra es cómo la necesidad impulsa a muchas personas a depender de ingresos obtenidos en una economía sin leyes escritas ni protocolos laborales que, en momentos turbulentos como esta pandemia, deja a millones de personas desprotegidas. "Hay gente estigmatizada que no quiere sentirse mala persona por estar en esos mundos y explican cómo llegaron allí", razona. Porque en la ley, como en la moralidad, no hay una línea que separa lo blanco de lo negro e infinidad de cuestiones se mueven en las zonas grises. Es algo que se aprecia especialmente en un episodio en el que Van Zeller sigue la ruta de la cocaína que llega a Estados Unidos desde Perú, donde convive con mochileros, en su mayoría adolescentes, que transportan hojas de coca y otra mercancía. "Cargan enormes cantidades, pasan noches en la jungla y en las montañas e incluso han visto cómo mataban a sus amigos", señala. Pero es difícil no trabajar para las plantaciones de coca, el negocio del que depende la mayor parte de la economía de sus poblaciones. "Uno me contó que creció en una familia pobre. Su única oportunidad era hacer dinero de esta manera para poder ir a la escuela y estudiar. No era una decisión, era la única decisión".

La primera entrega descubre la maquinaria de las estafas telefónicas y de Internet que se ha desarrollado en Jamaica, replicando muchas tácticas del tráfico de otras materias.