- En el filme es una ciudad sin nombre, un pantano sin ubicación, unos bosques sin localización. Pero cualquier persona que conozca un poco Álava reconocerá el edificio rojo, la calle de la almendra, las aguas y playas de interior... El rodaje comenzó el 5 de agosto del año pasado. Ahora, sobre todo a raíz de la aparición del covid-19, parece que ha pasado un siglo de eso. No es para tanto, en realidad. Hasta mediados de septiembre de 2019, el equipo dirigido por Juanma Bajo Ulloa convirtió el territorio que él conoce tan bien en el particular universo de Baby, su nueva película.

El calendario no para. Tras su puesta de largo en festivales tanto estatales como internacionales -el filme viaja la próxima semana a El Cairo, por ejemplo-, el viernes 4 de diciembre, la producción llega a las salas comerciales. Un día antes está previsto que se realice un pase especial en la capital alavesa, aunque ya ayer, el realizador quiso compartir su obra y sus impresiones con los medios de comunicación. Un encuentro, por cierto, en el que Bajo Ulloa reconoció que al principio del proyecto, la intención era grabar en Cataluña ya que el interés por la idea y la financiación procedían de allí. "Estamos teniendo un apoyo importante y hay que reconocer que el primer paso en este sentido lo dio la Diputación alavesa" y tras ella otras instituciones y entidades. Por eso se terminó rodando aquí.

El lugar no es un detalle más. Sin destripar nada del filme, la fauna y la flora son un personaje más de Baby, y uno fundamental. En una película sin ninguna palabra a lo largo de su hora y tres cuartos, es la naturaleza la que hace el papel de narradora. Anticipa acontecimientos, desvela emociones, refuerza y define las personalidades de las protagonistas, e interviene de manera directa en la acción. Todo ello mientas la vida y la muerte entablan su diálogo eterno, en el que Rosie Day, Harriet Sansom Harris, Natalia Tena, Charo López, Mafalda Carbonell, Susana Soleto y Carmen San Esteban interpretan un cuento en el que cada una, a su manera y cada una por sus razones, intenta encontrar el amor, ya sea a otra persona, a una adicción, a un bien material, a...

En ese relato, cada sonido, cada silencio, cada nota de la ya premiada música de Koldo Uriarte y Bingen Mendizabal, cobra un peso específico. No por nada, en los mentideros, ya empiezan a aparecer la posibilidad de, por lo menos, la nominación a los Goya en este área. Tal vez también en la dirección de fotografía. Pero son todavía rumores. Ya se verá. Lo cierto es que en un filme sin texto -se llegaron a rodar algunos diálogos en euskera pero han terminado siendo retirados del montaje final- todo lo que se escucha y lo que no es básico para la historia. Aunque decir que no hay ninguna palabra dicha por parte del reparto no sería del todo cierto. Sí hay una vocal presente. Una vocal gritada. Una vocal con la que la bailarina dice basta. Pero qué significa esto solo lo sabrán quienes a partir de la próxima semana se acerquen a los cines.

No hay que engañarse. En la situación actual, como consecuencia del covid-19, Baby no lo tiene fácil. Aforos reducidos, menos sesiones cada día por los toques de queda, comunidades autónomas con salas cerradas por decreto... Pero no solo la pandemia pone su frontera. En la época de los grandes efectos especiales, de las superproducciones, de los superhéroes... puede parecer que el cuento cinematográfico, sea de suspense como es el caso o de otro tipo, no tiene salida. Pero los retos están para afrontarlos. Bajo Ulloa lo sabe bien. Y no hay que perder de vista el respaldo que se está obteniendo, tanto en forma de premios como de críticas de la prensa especializada, en el camino que se está realizando en festivales. Baby está naciendo.