ara la historia del euskera, el de tierras Altas de Soria es sin duda un conjunto fundamental, el mayor en volumen de antroponimia vasco-aquitana que se puede encontrar al sur de los Pirineos", anuncia la exposición que ha recalado en el museo Laboratorium de Bergara.

Una representación muy significativa de las estelas romanas y latinas halladas en esta zona del noroeste soriano, perteneciente a la cuenca del Ebro, dan contenido a la muestra que por primera vez desembarca en Euskal Herria. Se trata de media docena de documentos pétreos: uno (antropomorfo) que puede situarse en la segunda mitad del primer milenio antes de Cristo, y los restantes cinco con cronología romana de los siglos I y II.

"Lo que apunta a un vasco antiguo son algunos de los nombres de los difuntos que se recuerdan en las estelas romanas. Los epitafios hacen referencia también a la edad y fórmulas habituales de la época que se repiten por sistema. El texto está en latín y la mayoría de los nombres son latinos, pero hay una minoría que remiten al pasado prerromano.

Las raíces de las gentes anteriores a la conquista se atisban en estos nombres que la romanización todavía no había conseguido hacer olvidar", cuenta Eduardo Alfaro, doctor en Arqueología y especialista en pequeñas urbes romanas en el norte de Soria, que ha localizado más de 40 piezas de las que una parte incluyen inscripciones en euskera antiguo y otros signos de lenguas ya perdidas.

"Cómo arqueólogo que soy, y no lingüista, qué duda cabe que esta onomástica indígena que numerosos lingüistas asocian a un vasco antiguo regenera la visión tradicional que se tiene de la margen derecha del Ebro para el momento de la conquista romana. Tradicionalmente se pensaba que los topónimos que hay en la Serranía Ibérica soriano-riojana y alcanzan a Soria, podrían provenir de la repoblación medieval. Los nombres de las estelas regeneran la investigación tanto del poblamiento como de las lenguas que pudieron hablarse al sur del Ebro hace 2,000 años: la ibérica, la celtibérica y un vasco antiguo", explica Alfaro, que durante más de dos décadas se enfrascó en una concienzuda investigación que redondeó en 2018 con la defensa de su tesis doctoral en la Universidad de Valladolid.

Este arqueólogo soriano dirige el proyecto Idoubeda Oros, que tiene el foco puesto en el estudio y la divulgación de grabados e inscripciones de la época celtibérico-romana, un elemento capital de la comarca de Tierras Altas -La Sierra como la conocen sus habitantes-, que cuenta con una gran riqueza arqueológica, prehistórica e histórica.

Lo verdaderamente "singular" de las lápidas ya de época romana que han aflorado en esta investigación es que vinculan a las personas por las que fueron erigidas "con nombres de origen vascón", según mantienen los expertos. Es el caso de la que hace referencia a un Antestius Sesenco que debió vivir entre los siglos I o II después de Cristo. "Sesenco es una voz que irremediablemente remite al vocablo zezenko que en euskera significa: torito, novillo. Sesenco es un vocablo transparente en vasco, un nombre que, en su sonoridad, tiene poco que ver con lo celtíbero", sostiene Alfaro.

Pero no es el único ejemplo de "nombres indígenas que apuntan a una onomástica vascona", recalca. Es el caso de Oandissen, derivado posiblemente de oihandi (zona salvaje), Buganson, Haurce, Belscon, Agirsen, Lesuridantar o Arancis donde se puede reconocer el componente aran (ciruelo silvestre, espino, endrina), que trabajos sucesivos han vinculado al valle del Ebro, incidiendo en su "más clara relación con un vasco antiguo, protovasco o vasco-aquitano".

Sacados a la luz estos vestigios, la pregunta es: ¿qué hacían estos vascos a orillas del Ebro? "Desde un punto de vista arqueológico es evidente que es un grupo humano que vivía allí; hay estelas de hombres y mujeres de todas las edades y condiciones (una de las piezas expuestas en Bergara es de un esclavo, Saturninus). Una de las hipótesis más plausibles en este sentido viene de pensar en la riqueza básica de la sierra, un territorio de alta montaña cuyo potencial económico son los pastos de verano.

En definitiva, es probable que la razón de estos nombres en altas montañas de la cuenca del Ebro soriana tenga que ver con el aprovechamiento de los pastos", precisa Alfaro que es, a su vez, el comisario de la muestra que acoge Laboratorium museoa bajo el título Costumbres romanas para la muerte en Tierras Altas de Soria. Huellas del euskera en epigrafía antigua.

Desde que se dieron a conocer estos hallazgos han llamado la atención "de las universidades vascas y riojana" como recuerda Alfaro. "A nivel divulgativo el punto de inflexión fue el año pasado, en el que organizamos esta misma exposición en Tierras Altas de Soria. Si las primeras semanas se limitó a gentes provinciales y del entorno, más un goteo de personas de Euskadi y Navarra, las tres últimas semanas, me consta por algunos artículos aparecidos en la prensa, fue una verdadera avalancha apoteósica de visitas del País Vasco y Navarra; gente muy interesada y receptiva, y en la que era evidente su interés y cariño por el euskera", se congratula el promotor de este proyecto.

La siguiente parada ha sido Bergara. Por primera vez esta muestra ha llegado a Euskal Herria para, a través de estas inscripciones en piedra, brindar la oportunidad de saber algo sobre las personas que habitaron en los primeros siglos de nuestra era. Las visitas: hasta el próximo 20 de diciembre.