- El primer poema surgió tras una bronca con su pareja. "Me pasa que soy una niña, que tengo miedo y no sé si hago lo correcto" escribió bajo el título El puto postFue la chispa que, sin saberlo entonces, terminó llevando a la fotógrafa gasteiztarra Andrea Abáigar a descubrir su faz de escritora, que ahora se ha materializado en la publicación del libro Tonteando con la maternidad y sin drogas, donde poesía y relato se unen para componer una imagen cañera, íntima, sin filtros, ácida, cómica, dura y loca de una experiencia propia pero, al mismo tiempo, compartida en torno al hecho de ser madre.

Durante año y medio, robando tiempo a las ya escasas horas de sueño que le quedan desde la llegada de su hija, la creadora ha ido componiendo una obra que, ante todo, busca hablar en alto de muchas cuestiones que siempre se ha entendido que tienen que estar en silencio, que tienen que quedarse en lo más profundo, con las que no hay que molestar a los otros. "Es un libro lleno de sororidad y de amor. El objetivo es que no nos sintamos tan solas, que nos demos cuenta de que se pueden hablar las cosas y que podemos gritar: ¡no estoy bien! Se entiende que la mujer está preparada para ser madre y llevarlo todo perfecto. Pero no es cierto".Los poemas fueron lo primero. Los empezó a escribir en el móvil a las tantas de la madrugada, mientras daba el pecho. Siempre cansada. A veces llorando. "Lo hacía para desahogarme y entenderme" porque "te preparan para el momento del parto, pero nadie te habla del después. Se supone que tienes que saberlo todo, pero yo sabía hacer sesiones fotográficas, pedir cervezas e irme de conciertos". De manera muy tímida, empezó a compartir aquellos versos. "Lo llamaba literatura de las entrañas". De repente, se encontró con que aquello que era íntimo y personal tenía eco en otras personas, que se ponían en contacto con ella para decirle: "¡por fin hay alguien que habla de esto!".

El camino ya estaba abierto, aunque siempre es necesario ese empujón definitivo que, en este caso, fue culpa de Carlos Lalastra en la inauguración de la exposición de Paco San Miguel en Talka Galeria. "Me dijo que tenía delante de mis narices mi siguiente proyecto artístico". Dicho y hecho. Hoy el libro es una realidad que se puede conseguir en formato físico a través de la página web elnimbo.com, desde donde dentro de no mucho estará también la versión digital.

Sea de una forma o de otra, quien se asome a estas páginas -donde también la fotografía y la ilustración juegan su papel- se encontrará a una Abáigar desnuda en todos los sentidos. Incluso para hablar de ese embarazo que se interrumpió y del que más de uno y de una se atrevió a culpabilizarla. "¿Perdona? Bastante tenía yo con lo que tenía". O para retratar a esa sociedad que "te impone ser la mujer perfecta, que te dice que tienes que salir de casa bien arreglada, que te exige que tengas tu hogar en perfecto estado de revista porque para eso te tiras todo el día en casa sin tener nada que hacer, que...". Ante eso, lo que nadie parece querer entender son situaciones como "encontrarme en el portal sin poder pasar de la puerta por un ataque de ansiedad después de habernos arreglado a las dos pasa salir a la calle. Eso nadie lo entiende. Te dicen: ¿cómo puedes estar mal? Un médico me llego a soltar que de qué iba si era la primera niña que tenía, que me estaba quejando de vicio".Por todo ello, y desde la sonrisa, la artista busca poder ayudar a otras mujeres para que puedan hablar "con normalidad" de cuestiones como la depresión posparto. Pero también, quiere llamar la atención sobre la necesidad de que existan recursos médicos para acompañar a las madres en ese camino. "A mí me llamaban para saber si le estaba dando bien el pecho a ella, pero nadie me llamó para preguntarme si yo estaba bien, cómo me sentía".

Tanto en la parte poética como en la narrativa, Abáigar persigue estos dos objetivos expresándose tal cual es, desde la libertad. "No sabía que era escritora, pero necesitaba expresarme de alguna forma" y al igual que lo hace con sus fotografías, en este libro hay riesgo, provocación, crudeza y belleza. Mucha belleza. Sobre todo para con la otra gran protagonista de la creación, Lilou. "Ella es este proyecto, es todo lo que siento por ella y a partir de ella. Creo que le estamos dando una educación correcta, libre, abierta y que llegará a comprender que su madre no tenía miedo a decir que estaba mal. Quiero que el día de mañana, cuando a ella le pase algo, sepa que puede decir que está mal".

Así lo dice la escritora mientras la fotógrafa "está descansando", aunque con ganas de volver, sin descartar que la relación con la literatura se quede aquí. "Cuando sienta la necesidad de volver a expresarme escribiendo, lo haré para remover conciencias y sentimientos", al igual que la hecho ahora. Al igual que lo hace con sus fotografías.

"Un médico me soltó que de qué iba si era mi primera hija, que me quejaba de vicio"

"No sabía que era escritora, pero necesitaba expresarme de alguna forma"

Fotógrafa y escritora