- Dice Toti Martínez de Lezea que le apasionan los retos. Como tal se ha tomado la escritura de La editorial, su nueva novela, en la que habla de un mundo que conoce a fondo y que para la edición en euskera ha titulado Egurra S.A., que es el apellido de la familia protagonista de una historia de intriga con más de un muerto. “Es una novela contemporánea, que ocurre hoy en día y en circuitos absolutamente verosímiles y con temas muy candentes. A veces hará sonreír y otras pensar”, dice Inazio Mujika, responsable de la editorial Erein, que ha acompañado a la autora alavesa en a presentación del libro.

Martínez de Lezea había situado su relato en este 2020, pero visto que sus personajes no iban a poder moverse con facilidad a causa de la pandemia del covid-19, decidió llevar a 2019 a las cuatro generaciones de Egurra que pueblan las más de 300 páginas de una novela que tiene en los tejemanejes por hacerse con el negocio fundado por el patriarca, ya fallecido, uno de sus principales ingredientes.

Pero la escritora no se detiene solo en la familia, sino que el personal de Egurra S.A., desde el director gerente a la correctora, tiene también su sitio en la trama, según explica Martínez de Lezea, que asegura que en el mundo que ella conoce hay “envidias”, y también autores “buenos, malos y mediocres”. “Y hay editores que intentan publicar buenos libros y otros a los que les importa un bledo el resultado con tal de que se venda. A éstos no les hecho nada en cara, es un negocio, pero hay que decirlo”, maniefiesta. Advierte, no obstante, de que ninguno de sus personajes esconde a una persona real. “No me he fijado en nadie, no hablo de nadie que conozca, sino de formas de ser”, afirma.

La autora de La calle de la judería y otras muchas narraciones históricas se ha “divertido mucho” creando La editorial, que ha escrito con rapidez, entre otras razones porque, al desenvolverse en un espacio que conoce, no ha necesitado de un gran trabajo de documentación, salvo el referido a las particularidades de la compra y venta de acciones y a los testamentos. A Euskaltzaindia recurrió para asegurase de que las siglas S.A., de sociedad anónima, no chirriaban en el título en euskera.

Y también comprobó que egurra no existe como apellido, así nadie se podía dar por aludido y de paso establecía una referencia con la madera como materia prima para la fabricación del papel con el que se hacen los libros. Cree que va a ser “difícil sorprender a alguien a estas alturas”, pero señala que ha escrito sobre ese mundo “porque quería tocar el tema”. Prefiere definirla como una novela de “intriga” en vez de un “thriller”, en la que el lector va a encontrar además “suficientes pinceladas” de sexo y también de política. Así, por lo menos, se lo ha propuesto la escritora vitoriana en su nueva propuesta.