- Parece que el concierto en el Kursaal estaba maldito. ¿Ha llegado a temer que no se pudiera hacer?

-Todavía lo temo. Hasta estar sobre el escenario haciéndolos no tendré la certeza de que se hagan. Todos los días rezo a lo que sea para que lleguen ya y no haya pasado nada malo otra vez. No me quiero emocionar del todo, pero juro que besaré el suelo si llego.

¿Lo ha pasado mal ante tanto cambio? Sobre todo este último a falta de pocos días de los conciertos...

-Muy mal. Además, llevamos pasándolo mal desde marzo. Es mucho tiempo y la salud mental y el cuerpo acaban hechos polvo.El verano ha sido muy malo anímicamente, ha tenido momentos buenos, pero en general mucha angustia, ansiedad y pena. Todo el sector está mal, y ver a tantos compañeros pasarlo tan mal te mina la moral. Ahora llevo en confinamiento voluntario desde el 5 de octubre y no es fácil. No es fácil la soledad, la gestión de todo lo que está pasando, el no poder ensayar, ni estar con tu gente€ Necesito que lleguen ya los conciertos en el Kursaal, que sucedan y estar más tranquila. Quiero quitarme la espina de los conciertos precovid, y luego ya seguir más serena con la realidad actual y los conciertos que se cierran en estas condiciones actuales.

¿Cómo se prepara un reto tan grande como dar seis conciertos en cuatro días? ¿Cree que es un reto que llega justo cuando ha conseguido una madurez que necesitaba?

-No tengo ni idea. La verdad es que no sé si soy muy consciente. En mi vida precovid no lo podría haber ni siquiera concebido. Pero es verdad que ahora los nervios van por otra parte, estamos tan preocupados por las nuevas normas, los confinamientos y los aforos, que la carrera de obstáculos está de camino al escenario y, una vez llegados al escenario, ya nos las apañaremos. Es verdad que llevo muchos meses preparándome con mi profesora de canto y con mi entrenador en el gimnasio, porque dar el concierto que hemos preparado seis veces en cuatro días no es algo que se pueda hacer de la noche a la mañana. Y luego la gira sigue, esperemos. Aún así, admito que estoy un poco nerviosa. Pero es tal el apoyo que siento de la gente que lo importante es que lleguemos a estar allí.

¿Se van a adaptar los conciertos a la situación reduciendo su duración prevista?

-Un poco, sí. Tampoco es un cambio drástico, pero hemos acotado los conciertos a una duración de hora y media, calculando que hay días en los que tenemos dos pases seguidos. Intentar no estar más de cuatro horas y media seguidas cantando, para poder aguantar el resto de días. Se dice fácil cuatro horas y media cantando (Risas).

A pesar de todo, la respuesta del público, con tres aplazamientos ya, sigue siendo máxima. ¿Nota el cariño?

-Sí, muchísimo. No podría haberlo hecho sin ellos. Imposible.Hay días en los que ya no puedo más, pero ellos sí pueden. Entonces descanso, y al día siguiente volvemos a estar a tope.Estoy muy contenta, qué te voy a decir, son los mejores.

Comenzó la gira en Bilbao y pudo comprobar las nuevas medidas de aforo, las mascarillas, los espectadores sentados€ ¿Qué sensación tuvo?

-Lo de la mascarilla es horrible. Pero qué le vamos a hacer, no es opcional. Se nota muchísimo la barrera comunicativa, si cantan, no se nota, si se ríen, no lo veo, si sonríen, tampoco, si lloran, tampoco. Solo ves ojos y ojos. Creo que es un buen momento para transmitir las emociones y sensaciones con el cuerpo, balancearnos, utilizar los brazos, podríamos aprender todos lenguaje de signos, que es algo que ya deberíamos haber hecho en realidad. Las mascarillas están siendo un abandono comunicativo aún mayor hacia las personas sordas. Siempre nos quedarán los aplausos, sonoros o no.

¿Es más complicado llegar a conectar así con la gente?

-No sé tanto si conectar con ellos, o que ellos puedan enviarte a ti un feedback. Es verdad que para la gente que es más reservada, la mascarilla es un escondite para poder cantar en paz. Gente cercana a mí me lo ha dicho. Que ahora cantan como nunca (risas), pero ya le iremos cogiendo el punto. Donde hay intención, hay comunicación.

¿Cómo va el autoconfinamiento? ¿Con qué se entretiene?

-Ya con poco. He limpiado las ventanas, el horno, el microondas, y la casa en general. Tengo trabajo acumulado que hacer, y lo voy haciendo, pero ya no me apetece. Podría limpiar otras cosas, pero no me apetece. Necesito disfrutar, reírme, pero ya se me acaban las opciones. Necesito salir, andar, hablar con la gente. No quiero matar el tiempo, quiero vivirlo.

¿Tiene tiempo para escribir y componer?

-Bueno, tener sí lo tengo, pero no tengo muchas ganas. No solo hace falta tiempo, hace falta espacio en el cerebro y en el cuerpo, y ahora mismo estoy bastante encapotada. La respiración y el movimiento crean espacio, y es justo lo que me falta. Hago yoga en casa, pero necesito más cosas ya.

Echará mucho de menos los paseos y la naturaleza que tanto le llenan.

-¡Un montón!

Lo que sí creo que tiene es tiempo para escuchar nuevos artistas. ¿Alguna obsesión?

-Eso sí. Estoy escuchando en bucle la canción I got so high that I saw Jesus, de Noah Cyrus. Veo el vídeoclip y me da tanta tanta sensación de paz y libertad. (Canta) He said it's all gonna be okay... no puedo dejar de tararearla.

En este verano tan atípico, ha tenido tiempo para hacer otras cosas, como presentar en el Zinemaldia la canción que ha creado para 'Nora', de Lara Izagirre. ¿Cómo ha sido esa colaboración?

-Es una colaboración muy feliz. Ha sido súper guay poder ver por fin la película, escuchar la canción en el cine, ver a Lara feliz porque por fin han acabado y han podido presentarla, ver a todo el equipo emocionado. Ha sido una experiencia muy bonita. Estoy deseando que llegue ya a los cines y poder estrenar la canción, que aún no está disponible.

Invierno a la vista€ ¿Cómo se presenta este invierno y esta gira tan extraña y exigente?

-No lo sé, creo que nadie lo sabe. Tomaremos lo que venga. No estoy proyectando nada.

A pesar de que las cifras dicen que los eventos culturales son seguros, estos no paran de recibir recortes y medidas. ¿Cree que se está actuando con justicia?

-No, no lo creo. Partimos de la mala base en la que la cultura no se valora en esta sociedad y en las políticas que nos rodean. No se prioriza el arte, no se prioriza el sentir, el aprender a ser. Y luego pasa lo que pasa, somos una panda de analfabetos emocionales, y así nos va, tanto odio y tanta ignorancia. La cultura es vital y esencial y hasta que no entendamos eso nada cambiará.

¿Teme por el futuro de la música y sus profesionales de continuar así?

-Sí. Desde luego en este país sí. Todo el mundo está mal, es una crisis grave universal, pero en otros países están mejor. Digo en el ámbito cultural. Librerías abiertas antes que estancos. Teatros y colegios juntos, cuidados y abiertos. Cosa que aquí es imposible.

¿Tendrá ganas de que todo esto pase también para volver al otro lado del charco no? Como a México, donde grabaron el vídeo para 'Hainbeste', y al que creo que tiene mucho cariño.

-Jope, ya te digo. Eso sí que me desanima. Volver a girar está siendo difícil y va a ser difícil, pero girar internacionalmente es algo que se está quedando tan lejano que me entran ganas de llorar cada vez que lo pienso. ¡Volveremos!

2020 arrancó con 'Limones en invierno', que fue segunda en las listas, y termina, por fin, con su gira. Al final, ni tan mal para un año tan malo ¿no?

-No, no me puedo quejar. O sea, sí me puedo quejar, pero quiero elegir no hacerlo porque con perspectiva ha ido todo lo mejor que podía haber ido. Tengo un equipo de trabajo que tira del carro con una fortaleza admirable. Me dan muchas cosas buenas, pero sobre todo me dan soluciones, y eso lo valoro muchísimo. La mirada está aquí, sincronizada con el reloj. 2021 que venga cuando tenga que venir.

"En este país no se prioriza el arte, no se prioriza el sentir, el aprender a ser. Y luego pasa lo que pasa: somos una panda de analfabetos emocionales"

"Hay días en los que ya no puedo más, pero el público sí puede; entonces descanso, y al día siguiente volvemos a estar a tope"