Pedro Ugarte acaba de publicar un libro de relatos -o de cuentos, como a él le gusta decir-, titulado Antes del paraíso. Jorge, un personaje que utiliza con frecuencia, se pasea por unas historias familiares que reúnen todo el abanico de sentimientos que se pueden dar en relaciones estancas, cerradas, próximas y cercanas. Además, Ugarte, director de Comunicación de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), explica cómo ha cambiado la vida universitaria en el primer curso académico sometido a los rigores de la pandemia y dice esperar expectante todos aquellos libros que surjan bajo el sello del coronavirus.

Antes del paraíso, ¿es usted un cuentista redomado?Antes del paraíso

Ja, ja, ja€ Es verdad, me gustan mucho las historias cortas y estas tienen como punto de unión un mismo personaje, Jorge, y un tema, el más importante del libro, la familia.

La familia, igual que Jorge, es recurrente en sus libros.

Siempre he dicho que mis personajes se mueven en distancias muy cortas, en sociedades desarrolladas y en ciudades muy similares a las que vivimos nosotros. Trato ámbitos muy específicos: la familia, las relaciones sentimentales, la amistad, las relaciones laborales...

La familia, ¿para bien o para mal?

La familia es un universo y también lo es en los sentimientos que suscita. Es el lugar donde se pueden ver las muestras de solidaridad y de generosidad más grandes.

¿Pero?

También es el lugar donde el dolor, cuando aparece, escuece más. Dentro de la familia el dolor es mucho más áspero, o al menos así se concibe. Es más duro y es algo que casi todos, por no decir todos, hemos experimentado en alguna ocasión en nuestra vida.

¿Este es otro libro nacido durante el confinamiento?

Es anterior, pero estoy expectante con lo del confinamiento. Fue una experiencia para todos impactante y pienso que ya está inspirando obras literarias. Tengo curiosidad por ver lo que va a salir de ahí. La situación ha sido muy extrema, es algo que no habíamos vivido nunca y que nos ha golpeado de frente.

¿Tiene alguna historia de terror familiar? Porque la mayoría hemos pasado ese periodo, para bien o para mal, en familia.

Ja, ja, ja€ Esas espitas que permitían salir del hogar, para bien o para mal, como dices, y que te dejaban una vida al margen de lo que pasa en tu casa, se clausuraron. Supongo que todo eso da lugar a que la gente haya tenido que experimentar relaciones más cercanas con su entorno más próximo, la familia, y habrá habido de todo, situaciones buenas y malas. Las situaciones que se vivían antes del confinamiento se dimensionan mucho más cuando estás obligado a estar 24 horas durante un tiempo con tu familia o con quien convivas.

¿Y cómo fue su confinamiento?

Agradable. Lo pasé, y no podía ser de otra forma, con mi mujer y mis hijos. No hubo grandes tiranteces, pero me imagino que las ha podido haber en otras familias. Yo aproveché ese tiempo para leer muchas cosas al margen de la actualidad literaria. Me leí dos o tres dramas de Shakespeare, libros que hacía tiempo que no miraba.

¿No le dio por hacer pan y bizcochos?

Eso no. La reclusión física a la que se nos obligó fue toda una experiencia, incluso para los que salían por motivos laborales. Esa gente también se movía por la calle en un ámbito de una enorme irrealidad. Estaba todo cerrado, no había personas en el exterior, no había circulación de coches... Ahí fuera se vivía una situación fantasmal.

Es que no había ni ruido.

Eso también nos sorprendió de golpe a todos los que vivíamos en la ciudad.

Y no había bares abiertos. ¿Inquietante y fantasmal también?

Es que este país, sin bares, no es nuestro país. Nuestro paisaje son ciudades con bares y con gente dentro de ellos.

Esta pandemia nos está dejando exhaustos en muchos aspectos y con un solo tema de conversación, la propia pandemia, valga la redundancia. Y también estamos más que hartos de las guerras políticas.

Hay una dimensión política que personalmente me interesa menos, pero a nivel social está muy claro que va a marcar un antes y un después. Es cierto que hablamos mucho de la pandemia y poco de otras cosas que antes ocupaban nuestras conversaciones y nuestro tiempo. Social y culturalmente va a suponer cambios.

Hemos oído hablar de cambios, pero ¿cuáles cree que van a ser?

Sinceramente, no lo sé. Todos sabemos que algo va a ocurrir, que las cosas ya no serán iguales a las que vivíamos hasta marzo, pero nadie sabe qué cambios pueden ser. Es que ya no hay nada parecido a lo que vivíamos en marzo, ¿no?

Usted está en el ámbito universitario. ¿Nota mucha diferencia este curso con el anterior?

Sí, porque al margen de unas normas de seguridad muy rigurosas, el coronavirus mediatiza la vida universitaria. La universidad no es solo docencia e investigación; es también contacto humano, relaciones sociales. La universidad es abrir los ojos a otras cosas.

¿Se ha eliminado el contacto social?

No, pero sí ha remitido de alguna manera, y este también es un efecto no deseado de esta pandemia.

¿No le apetecería una novela sobre la universidad?

Es cierto que es lugar muy novelístico que ha dado, y sigue dando, muchas historias. Particularmente a mí no me inspira una novela; me inspira otras cosas, pero de momento no tengo en cartera una novela sobre la universidad.

Mire que da de sí, incluso se puede matar a alguien para dar un poco de morbo.

Ja, ja, ja€ ¿Matar a alguien dices?

Literariamente, por supuesto. Es una forma de venganza sutil y sibilina.

Sí que hay gente que ha utilizado la literatura a lo largo de la vida para hacer ajustes de cuentas personales, pero es una práctica literaria que no me interesa nada. La literatura, incluso utilizando todas las cosas negativas que hay en la vida y que se deben utilizar, tiene temas de sobra como para huir de las venganzas personales, algo que no me resulta atractivo en absoluto.

Pues la venganza servida en plato frío puede resultar muy apetecible, ¿no?

No lo sé. No la he utilizado así. Digamos que el carácter vengativo no es, entre mis muchos defectos, uno de ellos.

PERSONAL

Edad: 57 años. (15 de enero de 1963).

Lugar de nacimiento: Bilbao.

Trayectoria: Estudió Derecho en la Universidad de Deusto. Nunca ha ejercido la carrera y se ha dedicado a la comunicación. Actualmente es el responsable de prensa de la UPV. La literatura siempre ha estado presente en su vida y comenzó a publicar en 1989. Ha colaborado en distintos medios de comunicación. En 2009 recibió el premio Julio Camba de periodismo.

Poesía: Incendios y amenazas (premio Nervión), y El falso fugitivo.

Novelas: Los cuerpos de las nadadoras (finalista del premio Herralde y Premio Euskadi de Literatura) Una ciudad del norte, Pactos secretos, Casi inocentes (Premio Lengua de Trapo de Narrativa), El país del dinero (Premio Logroño de Novela), y Perros en el camino.

Relatos: Los traficantes de palabras, Noticias de tierras improbables, Manual para extranjeros, La isla de Komodo, Guerras privadas (Premio NH de libros de relatos), Materiales para una expedición, Mañana será otro día, El mundo de los Cabezas Vacías, Lecturas pendientes, y ahora Antes de paraíso.