- La película La vampira de Barcelona, proyectada ayer en la sección oficial del Festival de Cine de Sitges, se adentra de la mano del cineasta Lluís Danés en las perversiones de la burguesía catalana y de los poderes fácticos, en un intento de redimir a la supuesta asesina en serie Enriqueta Martí. En la presentación, el realizador confesó que su película "bebe mucho del precine" y, reconoció, es "una feliz coincidencia que este año el festival celebre el centenario de El gabinete del Doctor Caligari".

Otros referentes que Danés tuvo en cuenta fueron El hombre elefante de David Lynch, el cine de Fellini, el de Agustí Villaronga y Vidocq, que "tienen mucho que ver con que me dedique al cine". Esas influencias confesas se baten en una coctelera con otros ingredientes, como el expresionismo que tiñe la Barcelona de 1912 o la mezcla entre cine y teatro, tan habitual en el cine pionero de Georges Méliès, y de ahí que "la escenografía o la puesta en escena se conviertan en un personaje más".

Aseguró Danés que su película "va de vampiros, pero no los que llevan capa negra, sino togas de juez, uniformes de policía o máquinas de escribir, vampiros que no chupan sangre sino vidas", y en medio de esa trama aparece Enriqueta Martí, que "no quiero decir que fuera una santa, pero tampoco se la puede analizar desde la moral actual". El director, que ve paralelismos entre aquellos vampiros de la Barcelona de principios del siglo XX y los actuales que "tienen encarcelados a gente inocente aquí y en todo el mundo", piensa que Enriqueta Martí fue "una cabeza de turco para tapar a los verdaderos monstruos".