Madrid - El final del verano en el Ampurdán tiñe con la belleza y nostalgia de su luz el último disco de estudio de Sidonie, El regreso de ABBA, obra extensa pero ágil, nacida de las páginas de una novela que reivindica el papel de la música y en la que dan entrada a sonidos latinos insospechados para estos roqueros.

"Hay que asumir la hostia que nos han dado el reguetón y el trap", justificó Marc Ros en ese sentido en una entrevista con Efe junto a sus ya veteranos cómplices, Axel Pi y Jesús Senra, por la publicación del primer disco con material inédito desde El peor grupo del mundo (2016) y el que toma el relevo al recopilatorio por 20 años de carrera, Lo más maravilloso (2018). Deberían haberse tomado entonces un descanso, pero el vocalista y principal compositor del trío catalán se enfrascó en la escritura de su primera novela, titulada también El regreso de Abba, que se desarrollaba en el mismo escenario de sus veranos de infancia en la Costa Brava, con una protagonista para la que la música se convertía en un elemento de supervivencia.

Así fue como Ros empezó a imaginar también cómo sonarían los temas que podría componer y escuchar su personaje principal y emprendió en paralelo la composición de este álbum de 23 canciones y que fue fruto de "un chorreo inspiracional y un chute poco sano de adrenalina".

"ABBA en realidad está presente en toda la carrera de Sidonie; su Dancing Queen es un tema atómico que condensa todas las emociones del ser humano y como compositor uno aspira a acercarse a la sombra escuálida de esa canción, que es a lo que aspira la protagonista de la novela", explica Ros.

"No sabemos si esta es una vía de futuro, porque con Sidonie nunca sabes. Desde luego nos hemos sentido muy cómodos y han llegado de manera natural", afirmó Senra, el primero en ser seducido por unas escuchas de música peruana y colombiana de los años 60 tras las que llegó un viaje de trabajo a Medellín que los "empapó" del todo.

La esencia latina también está en Nirvana internacional o Ragatón, gracias a recuperar la sonoridad del sitar que había quedado aparcado de su música desde el año 2000.

El último tema que llegó al álbum de esta banda de roqueros fue su versión del Gracias a la vida de Violeta Parra. Como curiosidad sobre este tema, lo había profetizado en un viaje de ayahuasca el pintor chileno afincado en Barcelona Matías Krahn, el cual realizó el cuadro que sirve de portada al álbum.