- La cita con la carcajada se va a producir mañana a las 17.00 horas, aunque las puertas de Helldorado se abrirán media hora antes. Todavía quedan mesas y espacios libres, entradas que se pueden conseguir a través de la página web del escenario ubicado en la calle Venta de la Estrella. No son pocos los conciertos que aquí ha vivido como espectador Iñigo Salinero, aunque en esta ocasión le toca subirse a las tablas para compartir el monólogo El vasco-chino. En definitiva, buen ambiente, risas y seguridad, la mejor combinación en estos tiempos.

¿Qué hace un humorista en un templo del rock?

-(Risas) En los primeros años de Helldorado sí que estuvimos actuando alguna vez, haciendo alguna performance. Ha llovido lo suyo de aquello. Yo he metido muchas horas allí, en muchos conciertos, en muchas locuras (risas). Pero ahora es distinto, claro, aunque también es una gozada. Que Helldorado se haya lanzado a montar una programación de monólogos, además de la musical, es algo de agradecer en esta situación. Además, se ha montado todo muy bien, con las mesas, la disposición... transformándose en un sitio perfecto para los monólogos.

¿Qué se va a encontrar la gente que acuda?

-Es un monólogo de stand up comedy en el que hablaremos de todo, como suele pasar en estos casos, aunque esta vez nos centraremos en mi amor por China, mis viajes por allí... Como siempre, todo tiene su origen en la realidad porque he estado varias veces allí, es un país de locura y daría para varios monólogos.

¿Por qué China?

-Pues porque por circunstancias laborales me ha tocado ir allí y he repetido tres años. Además, el mundo chino está muy de moda y más que va a estar... (risas). ¡Que vienen los chinos!

Pues en los últimos meses no es que nos hayan llegado cosas muy buenas...

-(Risas) La verdad es que la última vez que estuve fue en octubre del año pasado y menos mal. Me llego a quedar un poco más e igual soy el que trae el bicho a Vitoria. Pero creo que por fechas, me salvo.

Va a ser mañana el primero en abrir el ciclo de monólogos en Helldorado. ¿Algo que le preocupe especialmente o...?

-Nada, nada. Preocupación ninguna. Todo lo contrario. Lo que tengo son unas ganas tremendas. Cuando sabes, como es el caso, que se dan todas las condiciones para hacer bien las cosas, te encuentras con actuaciones para ir a darlo todo y disfrutar. El espacio me parece perfecto para el monólogo. La gente va a estar muy bien, cómoda, sentada, con su copa, con todas las medidas de seguridad. Es un honor actuar en Helldorado, es una sala querida por todos los que tienen un mínimo de sangre en las venas. Poder hacer cosas en Vitoria, con gente de Vitoria, con iniciativa privada de Vitoria, es algo que tenemos que valorar y apoyar todo lo que se pueda.

A lo largo de este verano ha estado girando tanto con los monólogos como con el teatro de calle de la mano de Gag Street Boys. ¿Cómo ha vivido esta vuelta, aunque sea en estas circunstancias, a encontrarse con el público?

-Es verdad que ha habido cambios, aunque también creo que ya nos estamos acostumbrando tanto los artistas como los espectadores. Me acuerdo que el primer monólogo que hice fue en Tabakalera, en Donostia. Fue en junio, de las primeras cosas que se hacían. Y aquellas primeras sensaciones fueron muy extrañas. Es algo que también he hablado con otros monologuistas. Pero creo que con el paso de las actuaciones, todos nos hemos ido amoldando.

Pero no ver la sonrisa de la gente tras la mascarilla, aunque se escuchen las carcajadas, tiene que ser un tanto raro.

-Es un impedimento, la verdad. También que la gente esté más separada, que haya más aire, dificulta que se cree esa comunión de risas conjuntas. Pero aún así, como te decía, creo que nos estamos acostumbrando todos a esto. Y los propios espectadores están sabiendo adaptarse a los cambios para seguir disfrutando.

De hecho, la gente ha respondido muy bien a lo largo del verano.

-Hay ganas. Se nota. Yo lo que más he hecho han sido monólogos y los aforos siempre han ido bien. Igual con el teatro de calle. Además, se han hecho muy bien las cosas en temas de seguridad e higiene, y eso ha ayudado a que la gente se sintiese muy cómoda.

Entre la deriva hacia lo políticamente correcto de antes de la aparición del coronavirus, y la pandemia, ¿hay hueco para poder hacer humor?

-Sí, sí. De hecho, hay que reírse siempre. Es lo único que nos queda (risas). Es algo que llevo como máxima en mi vida. De todas formas, aunque en el monólogo de mañana la pandemia estará presente porque es parte de nuestras vidas, tampoco me apetece estar escribiendo todo el rato sobre este asunto para luego llevarlo a los espectáculos.