unque el concierto empezó a las 20.00 horas, los 35 asistentes estaban citados desde una media hora antes para poder hacer la entrada de manera escalonada. Tras meses sin poder encontrarse con la música en directo, el Dazz pudo por fin ayer quitarse la espinita, sin perder de vista ninguna de las normas establecidas por la aparición del covid-19. Con aforo reducido, con entrada de pago, con mascarillas, con geles... con todo lo necesario para demostrar, una vez más, que la cultura es posible y segura, también en los locales hosteleros como el espacio ubicado en la calle Cuchillería.

Fue el quinteto de Félix Rossy el encargado de reabrir la premiada programación del escenario del Casco Viejo, una agenda que desde principios de marzo estaba congelada en el tiempo, más allá de las actuaciones que se llevaron a cabo a mediados del pasado mes de julio, aunque teniendo que ocupar otras tablas, las de la Fundación Vital en Dendaraba. Pero ayer, en cierta medida, tocó recuperar no pocas sensaciones, tanto por parte de los espectadores -que acabaron con los pases a la media hora de ponerse a la venta- como por el equipo que encabeza Beñat Lasagabaster. No fue nada sencillo llegar hasta este momento y no lo será tampoco darle continuidad, pero las ganas, la ilusión y el respaldo de los espectadores están ahí. El próximo en pasar será Gorka Benítez. Y es de esperar que lleguen muchos más.