- La georgiana ‘Dasatskisi/Beginning’ ha sido la gran vencedora al llevarse la Concha de Oro y otros tres premios. Los galardones suelen ayudar a la trayectoria de las películas, no obstante, ¿no cree que con su propuesta tan arriesgada no le será fácil el estreno en salas comerciales?

-La distribuye Wild Bunch, que es una de las grandes distribuidoras internacionales. En la cena de los premiados el sábado, por protocolo, estuve en la mesa de la Concha de Oro y hablamos mucho de esto. Era una película que, por muy buena que fuera, estaba condenada al anonimato y Donostia la ha puesto en el mundo. Sus responsables reconocían que iban a hinchar a hacer festivales, pero va a ser difícil su venta. Es una película muy compleja.

Tanto el argumento como la puesta en escena son muy radicales, en relación a lo que estamos acostumbrados.

-Para empezar tiene una escena que muestra una violencia sexual brutal expresa, muestra una violación; y luego tiene otra con una violencia verbal muy difícil de soportar. Para televisión es una película compleja y para salas, muy dura; es apta para plataformas de cierto tipo. Es una película, para mí, de una depuración estilística y narrativa brutal, pero al mismo tiempo muy compleja. Tiene muy pocos planos, estáticos... Los premios le van a ayudar en salir en algunas salas, en algunos países, pero no mucho más. Tienen claro que no es una película para el gran público, ni lo pretenden.

Entonces, ¿cuál es el interés de los productores y la directora?

-Que la película existiera y Donostia la ha puesto en el mapa. Ahora tendrá un recorrido brutal en festivales; intuyo que se estrenará en una serie de países, pero no será una película comercial.

Es una película que demuestra mucho oficio y sorprende que sea una ópera prima de una cineasta que solo ha hecho dos cortometrajes.

-Cuando nos dimos cuenta de ello, nos preguntamos, ¿hasta dónde va a llegar esta mujer? La película tiene dos cosas que la hacen única: la puesta en escena y lo sugerentemente extraña que es. Es una película de la que cuesta entender ciertas cuestiones. Lo que sorprende es que no parece rodada por una primeriza. Alguien que empieza puede hacer cosas interesantes, es el rigor que ha demostrado Kulumbegashvili. Toma una serie de decisiones estilísticas y las lleva hasta el final y las mantiene con una coherencia asombrosa.

Le preguntaba por el estreno en salas de ‘Beginning’, porque la Concha de Oro del año pasado, ‘Pacificado’, ni siquiera ha llegado a estrenarse en el Estado.

-Creo que hubiese sido bueno que una Concha de Oro se estrenase en salas; es un poco sorprendente. Lo que ocurre es que es algo que tiene que ver con muchas cosas. Pacificado es una producción extraña. Es aparentemente independiente, con Daren Aronofsky en el producción, pero luego Fox la apoyó. Fox, que está acostumbrado a un cine más comercial, se encontró con una especie de OVNI y no tiene muy claro qué hacer con ella. Creo que acabará en las plataformas, aunque ojalá se estrenara de una forma generalizada.

¿Qué función debe cumplir, entonces, un festival con respecto a las salas, en un momento además en el que hay pocos estrenos?

-Los festivales tienen muchas funciones. Por ejemplo, descubrir nuevas directoras que ofrecen nuevos caminos para el audiovisual. Beginning estaba en la Sección Oficial, pero tenemos Zabaltegi-Tabakalera para presentar esas propuestas más abiertas. Otra función debe ser ayudar a promocionar películas que buscan al público, para eso está Perlas, que sirve de preestreno de muchas películas que se estrenarán los próximos meses. O para eso están películas como Druk, de Vinterberg, que va a salir muy bien posicionada de cara al estreno. Por buscar dos funciones que parecen antagónicas, se encuentra poner en valor un tipo de cine como Beginning y luego a las que tienen una opción mayor en taquilla.

Volviendo a ‘Beginning’, el jurado le ha dado los cuatro premios más importantes; demuestra que en el tribunal había mucha unanimidad.

-La unanimidad fue brutal. Antes de aparecer Beginning tenían dos o tres películas que se estaban discutiendo, había división. En cuanto llegó Beginning salieron todos de la sala muy tocados y muy sorprendidos. Fue por unanimidad y casi por aclamación. Fue verla y se acabaron las opciones.

El primer pase de la película fue el pasado martes por la tarde. No obstante, en un inicio parecía difícil remontar la doble sesión del domingo pasado con el documental sobre The Pogues y ‘Druk’ de Vinterberg.

-Ese domingo fue un día muy poderoso, marcó a todos los sectores de la crítica. Vinterberg lo que ha tenido es que ha generado mucha unanimidad, ha gustado prácticamente a todo el mundo, mientras que Beginning ha polarizado: hay gente a la que le ha encantado y hay otros que la detestan. Pero también es cierto que era algo que ya sabíamos que iba a pasar. Si hay un espectador que quiere ir al cine a entretenerse, que no se le ocurra entrar a Beginning; a alguien que quiera tener una experiencia diferente, que quiera que le cuenten una historia diferente de una manera diferente, le va a resultar muy interesante. No todo es para todos y no pasa nada. Obviamente, Beginning no es para todo el mundo.

Los cuatro intérpretes de ‘Druk’ fueron galardonados en la categoría de Mejor interpretación masculina.

-Fue muy bonito el vídeo que enviaron, los cuatro en el bar. Además, le dedicaron el premio a la mujer de Vinterberg que ha fallecido recientemente. El premio para Mads Mikkelsen fue claro desde el principio, pero el hecho de que se lo ofrecieran a los cuatro me pareció un acierto. Mikkelsen está estratosférico, pero la realidad es que los cuatro están muy bien. El palmarés me gusta.

Dea Kulumbegashvili es la tercera mujer que gana la Concha de Oro. Y todas las cineastas que lo han logrado, lo han hecho en ediciones de este siglo.

-Tiene que ver con que en épocas pasadas competían muy pocas mujeres. Afortunadamente eso va cambiando poco a poco. Este año hemos tenido a muy pocas mujeres compitiendo en la Sección Oficial, en comparación con años anteriores. Ha salido así. Sin embargo teníamos más mujeres que hombres en Perlas y en Horizontes Latinos. Tengo la impresión que el cine hecho por mujeres se va incorporando cada vez más al Zinemaldia y a otros festivales.

De hecho, en el palmarés, más allá de la Sección Oficial, hay un gran número de mujeres cineastas que se han marchado con un premio.

-Es impresionante, de nueve premios importantes, siete han ido a parar a mujeres.

Por lo tanto, parece que empieza a romperse esa tendencia por la que las mujeres cineastas desaparecen de la industria después de su ópera prima.

-Creo que sí. Este años nos ha sorprendido en Perlas, donde suele haber más cineastas hombres. Insisto, es algo de lo que nos damos cuenta en función se va componiendo el programa, no es algo que buscamos. Vemos la película de Chloe Zhao, Nomadland, nos gusta y la cogemos. No es una condición sine qua non que haya sido dirigida por una mujer.

En los últimos años han apostado por el género en Sección Oficial, pero este año no. Ha destacado el drama.

-Nos gusta meter cine de género y siempre metemos comedia. Prácticamente no ha habido comedia. ¿Por qué? No tengo ni idea. Sí que ha habido en otras secciones películas de género como el thriller, pero comedia en competición, nada.

¿Manejan cifras de espectadores y taquilla?

-La verdad es que aún no, porque ha sido un año un poco raro. Necesitamos saber lasa cifras reales. Intuyo, por los datos que tengo, que vamos a estar en un 30%-40% de espectadores.

¿Unos 60.000?

-Por ahí. Algo más, pero no mucho más. Pero para hablar hay que tener todos los datos.

Los protocolos del covid-19 han hecho que se implanten una serie de maneras de funcionar como el preasignamiento de butacas. ¿Algo de eso permanecerá de cara al futuro?

-Supongo que sí. Ahora estudiaremos lo que ha funcionado y lo que no. Este año ha habido muchas novedades. Casi todo a lo que nos hemos visto obligados ha tenido aspectos positivos y negativos. Hay que verlo. Por ejemplo, los fotógrafos en general nos han felicitado, porque creen que han trabajado más cómodos. También es cierto que no había público y que había espacios libres en los que no van a estar. Hemos tenido entradas preasignadas y ha habido gente que está encantada y otros no porque les ha tocado en una esquina. Además, con el preasignamiento hemos tenido un problema, que la butaca del invitado que no ha ido queda libre y no hay margen de maniobra. Tenemos que ver dónde hacer esto, si en algún lugar puede ser una fórmula mixta...

La preasignación también ha traído beneficios como que no haya colas.

-Era una de las cosas que se buscaba. También nos ha permitido la trazabilidad. En todo momento hemos sabido quién estaba en la sala y en qué posición. Hay cosas que se van a quedar, probablemente adaptadas, pero no como han sido.

Tampoco ha habido problemas con la venta de entradas.

-La venta de entradas ha ido mejor que nunca. También es cierto que las hemos vendido de tres días en tres días. Es cierto que esa persona que viene de fuera, no puede coger todas las entradas a la vez... Ha sido un año que hemos podido probar porque tanto el público como los acreditados, nos lo han permitido todo. No hubiese podido salir bien si todos los implicados no hubiesen remado a favor. No valía con que solo la organización lo hiciese bien.

¿El ciudadano también ha ayudado?

-A la ciudad hay que darle un diez. Hemos tenido a Johnny Depp; pedimos a la gente que no viniera y no vino.

¿Johnny Depp era el segundo Premio Donostia que barajaban?

-No, porque se lo hubiésemos podido dar (ríe). Era una mujer. Johnny Depp estaba confirmado desde hacía tiempo. Cuando vimos Crock of Gold nos encantó y la pedimos a competición. Sabíamos que otro festival importante se había interesado. Pero Jeremy Thomas, un productor muy importante y muy amigo del Zinemaldia, decidió que el sitio para competir era Donostia. Johnny Depp ha sido una persona de una educación increíble, sin ninguna tontería, ni petición. Nos encantaría que volviera y se lo hemos dicho. Nos dijo que el Zinemaldia le encanta, había estado ya hace muchos años. Se mostró dispuesto a volver, si nosotros así lo queremos. Se lo ha pasado muy bien y ha apreciado cosas.

¿Han detectado algún positivo por covid-19 en el Zinemaldia?

-Hubo algunos positivos, muy pocos, en el equipo del Festival. Se dio el efecto burbuja y no tuvieron efecto multiplicador, no fue un foco. Inmediatamente se hicieron PCRs a todos los de esa burbuja y no dio nadie más. Hubo positivos como ha habido positivos en cualquier otro punto de la sociedad. A día de hoy, que yo sepa y a falta de las últimas informaciones, entre los invitados no ha habido ningún positivo. Ha sido todo muy tranquilo.

¿Qué ha ocurrido con el director Eugene Green?

-Fue muy desagradable. Tengo la sensación de que se mezclaron cosas. Había leído una entrevista suya previa en la que se quejaba de que había sido seleccionado para Zinemira y no para otro apartado más importante; no es quién para insultar a las películas verdaderamente interesantes con la que compartía sección. Además, si no le parecía bien podía haber rechazado participar. Cuando presentó su película se negó a ponerse la mascarilla y cuando se sentó hasta cinco veces le pidieron que se la pusiese. Fue muy maleducado con una de las trabajadoras de la sala. Mi decepción con él no puede ser mayor. Cuando una persona, de manera reiterada se quita la mascarilla, se activa el protocolo y yo me personé en la sala con dos agentes de la Ertzaintza de paisano. En la última media hora de la proyección no se quitó la mascarilla y decidimos no pararla, pero al final iba a ser denunciado por el propio Festival. No obstante, cuando llegó el coloquio se la volvió a quitar. Como volvió a negarse a ponerse la mascarilla, me identifiqué como director del Festival y le recordé que había firmado un protocolo como invitado que debía cumplir y que estaba poniendo en riesgo la salud del público de la sala. Se negó a abandonar la sala. Solo cuando le indiqué que había dos policías en la sala, lo hizo. La Ertzaintza le denunció, no fue necesario que lo hiciésemos nosotros porque los agentes lo vieron. Al día siguiente a primera hora tenía una carta en el hotel firmada por mí diciendo que había incumplido las normas del Zinemaldia y que había puesto en peligro al público, y que había sido expulsado del Festival; que tenía que abandonar el hotel.

La cosa no quedó ahí.

-Habría acabado ahí, pero tomó la decisión de hacer declaraciones a un medio francés en las que decía que este era un país fascista, antidemocrático, dictatorial y el que el Zinemaldia le había sacado violentamente de su proyección. Eso nos obligó a explicarnos. Sacamos una nota de prensa que ha dado la vuelta el mundo y que han recogido medios como Variety. Su prestigio ha quedado por los suelos. El señor Green no volverá a este Festival mientras yo sea director, aunque haga la mejor película del mundo. Eso es menos importante que una actitud correcta.

¿El año que viene el Zinemaldia seguirá condicionado por el covid-19?

-No tengo ni idea. Pero si me preguntáis qué es lo que nos ha llegado durante estos días de gente que sabe más que nosotros, os diré que nos han dicho que el covid-19 estará entre nosotros, por lo menos, hasta el próximo Festival. Parece que sí. Nosotros ya trabajamos en el año que viene y si, efectivamente, es un Zinemaldia con covid-19, estaremos preparados porque hemos aprendido cosas. Lo difícil fue llegar al Festival porque era todo nuevo.

“El señor Eugene Green no volverá a este Festival mientras yo sea director aunque haga la mejor película del mundo”

“A la ciudad hay que darle un diez. Hemos tenido a un actor como Johnny Depp, pedimos a la gente que no viniera y no vino”

“El Zinemaldia no hubiese podido salir bien si todos los implicados no hubiesen remado a favor, no solo

la organización”

“La Concha de Oro se va a hinchar a hacer festivales, pero va a ser difícil su venta en salas; es una película muy compleja”

“Beginning’, por muy buena película que fuera, estaba condenada al anonimato; Donostia

la ha puesto en el mundo”