- Naomi Kawase ha vuelto a hablar de la maternidad en True Mothers, que deja bien claro que los vínculos paterno-filiales no los construye ni la biología ni el dinero, sino el cariño. Y aunque no se trate de una historia propia, sino de su adaptación de la novela homónima de Mizuki Tsujimura, ella habla con conocimiento de causa como hija adoptada. “La experiencia es común y sé que criar a un hijo no es una cuestión de medios económicos ni de lazos sanguíneos, sino de cariño”, aseguró Kawase en la rueda de prensa online que tuvo lugar ayer, un día después de las primeras proyecciones.
En esta historia, dos maternidades confluyen: la de Satoko, que adopta a un bebé (Asako) porque su marido es estéril, y la de Hikari, una adolescente que se ve obligada a dar a su hijo en adopción. True Mothers, película distinguida con el Sello Cannes, no tiene nada del cripticismo con el que tocó el tema de la maternidad en Vision, a concurso en el Zinemaldia en 2018. Su nuevo trabajo se aproxima con una comprensiva mirada a esas dos madres y a todas sus circunstancias.
“Vision era un guion mío, más filosófico, filmado en los bosques de Nara, en el que tenía mucha importancia el carácter humano de los personajes, la naturaleza y el paisaje. En esta película, al igual que Una pastelería en Tokio, he tratado de ser lo más fiel posible a la obra original”, señaló.
En Japón, como en muchos otros países, no es lo normal que los padres adoptivos conozcan a la madre biológica en el momento que esta les entrega a su bebé como ocurre en la película, aunque sí se dan casos en algunas ONG que gestionan las adopciones. Lo que sí es habitual es que sea la madre la que deja de trabajar para hacerse cargo de la crianza del hijo. Y así sucede en este largometraje, en el que la pareja no se pregunta quién será el que se quede en casa. “En mi país es algo muy asumido, se da por sentado que es la madre la que está mucho más preparada para hacerse cargo del hijo. Como mi historia transcurre en Japón, me pareció mucho más natural hacerlo así”, explicó. El relato se mueve entre el pasado y el presente, lo que permite conocer mejor las razones que llevaron a ambas madres a dar los pasos que dieron. Más que flashback, Kawase prefirió definirlos como “recuerdos” porque dice que lo que se muestran es “mucho más subjetivo” que unas meras imágenes retrospectivas.
La realizadora nipona ha contado con Hiromi Nagasaku, una estrella juvenil en su época que “ha sabido captar muy bien ese matiz de tristeza oculta” que tiene la madre adoptiva. La otra intérprete es Aju Makita, que tenía 16 años cuando comenzó a trabajar con ella. Kawase aseguró que “tiene la luz de las estrellas de cine y va a dar mucho que hablar”.