- Casi han pasado tres lustros desde que el clarinetista vitoriano Iñigo Alonso apostara por crear el Festival-Curso Internacional de Música de Vitoria, que cada agosto reúne a más de un centenar de profesores y estudiantes llegados de diferentes continentes. Una propuesta que ya mira a 2021 tras este año de paréntesis.

¿Qué sensaciones tiene viendo que este año la cita es imposible?

-Soy una persona pragmática y me enfrento a esta clase de situaciones de una forma positiva y como un momento más dentro de nuestras vidas que si sabemos aprovecharlo, analizarlo y enfrentarnos a ello de una forma positiva, como he dicho antes, nos ayuda a crecer personal y socialmente, y ver nuestra capacidad de reconstrucción y mejora. Por lo tanto en lo que se refiere al FCIMV, su cancelación me está dando la posibilidad y el tiempo de ver lo bueno y malo del festival, lo que mejorar, lo que desechar porque no ha funcionado durante estos años, e intentar crear cosas nuevas y plantearme nuevos retos para la mejora del mismo.

¿Qué raras tienen que estar siendo estas jornadas, sin estar todo el día ajetreado entre las paredes del Jesús Guridi pendiente de mil detalles?

-Sí que echo de menos el trasiego de estos días, el estar con todos mis compañeros de profesión haciendo cosas juntos, las largas charlas con las personas que me ayudan en la oficina, los chicos yendo arriba y abajo en el conservatorio, pidiéndote cosas, el sonido de los instrumentos, los ensayos,... pero a la vez pienso que este contratiempo, nos va a hacer volver con muchas más ganas el próximo año y llenos de energía renovada.

Es evidente que por el propio carácter internacional del festival-curso, la situación hacía inviable que tanto profesores como alumnado pudieran acudir pero, ¿cuándo vio claro ya que era imposible?

-Obviamente y vosotros los sabéis muy bien por que nos habéis seguido fielmente durante todos estos años, el FCIMV destaca sobre otros eventos de estas características por girar alrededor de un ambiente totalmente cosmopolita, desde sus alumnos y profesores que vienen de todos los puntos del globo como las actuaciones musicales, que siempre que se puede incluyen grupos extranjeros. También hay que pensar que el festival se sostiene económicamente, de manera principal, por la llegada de estos alumnos, tanto del territorio como de fuera de él. La decisión de no realizar el FCIMV este año la tomé en abril tras ver cómo la pandemia estaba afectando a todo el planeta, al transporte aéreo, y sobre todo la falta de claridad que había por parte de los diferentes gobiernos respecto a las actuaciones a seguir para la debida realización de eventos de esta clase sin ningún peligro para la salud. Me puse en contacto con el profesorado, les comenté mi decisión y todos ellos me apoyaron. A aquellos alumnos inscritos les devolví el dinero y también me puse en contacto con el conservatorio, el Ayuntamiento, la Diputación y Cafés La Brasileña (nuestro sponsor privado), haciéndoles saber la decisión tomada como consecuencia de la pandemia y recibiendo su apoyo por la misma.

Es de esperar que en 2021 se pueda llevar a cabo la décimo quinta edición del festival-curso. ¿Confía en que se pueda hacer? ¿El certamen podrá seguir contando con la fuerza suficiente para que este año perdido no cause demasiados problemas en su estructura?

-Mis ideas y trabajo ya van dirigidos al FCIMV 2021, no podemos pensar que esta situación va estar presente siempre y por ello hay que trabajar de una forma positiva para hacer posible futuros eventos y que la cultura en general no se pierda en los remolinos de las pandemias y virus. La fuerza del FCIMV reside en la calidad de nuestros profesores que son capaces de atraer alumnos de todo el mundo y eso va a continuar siendo así. Obviamente la implicación de instituciones, el apoyo de la ciudadanía, los medios de comunicación y las empresas alavesas también es muy importante y estoy seguro de que todos ellos estarán ahí en 2021 para que podamos ofrecer un gran festival y seguir con nuestra línea ascendente.

¿Ha podido volver a actuar? ¿Cómo ha vivido toda esta situación a nivel personal y profesional, teniendo en cuenta que está lejos de Vitoria?

-Como ya te puedes imaginar y has podido ver y oír de otros músicos y gente del mundo de las artes, desde que empezó la pandemia ha sido imposible el realizar ningún evento en teatros, salas de conciertos, etc€ Mi caso no es diferente, desde finales de marzo todas las fechas que tenía ocupadas se fueron cancelando e incluso yo cancelaba fechas por la inseguridad o miedo de que si iba al país donde tenía el concierto, me tuviera que quedar allí por cancelaciones de vuelos o cuestiones de cuarentena. En estos momentos veo un poco de luz con conciertos a partir de septiembre, pero que también en cualquier momento, si la pandemia va a peor, se pueden cancelar. Son momentos muy duros y difíciles para la cultura en general, pero especialmente para los autónomos o freelance. Creo que va a ver una lucha de supervivencia, donde mucha gente se va a quedar en el camino o va a tener que pensar en reciclarse en otras facetas de la cultura o incluso de la vida.

¿Cree que al público, sobre todo en otoño, le podrá el miedo a la hora de asistir a teatros y auditorios?

-Creo que la gente está tan hambrienta y con tanta necesidad de ver espectáculos culturales y disfrutar otra vez del teatro, la música, la danza, que si a partir de otoño es posible el asistir a estos eventos de una forma segura y controlada, estará ahí. Quizás haya que encontrar nuevas maneras de llegar a todo el público interesado, como dobles sesiones para conciertos de formato pequeño, conciertos de orquesta con público reducido y darlos a la vez en streaming en un cine u otra sala o incluso por Internet a través de una plataforma de pago... Ahí son los programadores los que tienen que poner a funcionar su máquina programática y funcional. Pero si al público le das cosas de calidad, bien hechas, interesantes e innovadoras, con un cuidado de su salud, siempre estará ahí.

El festival-curso no deja de ser una gran oportunidad para muchos jóvenes que se están formando en sus respectivos conservatorios y centros superiores. ¿Pero cómo seguir con esa formación el próximo curso en estas circunstancias?

-Es un tema complicado, hay que ver las posibilidades de cada centro en cuanto a espacios, número de estudiantes y desarrollo de las clases. También hay que tener en cuenta cómo desarrolla esa actividad cada profesor. Los profesores de instrumento lo tienen relativamente más fácil, porque pueden hacer clases individuales y si en algún momento necesitan o quieren hacer grupales, pues tendrán que ver la mejor forma de encajar eso a las reglas impuestas. Quizás las asignaturas más difíciles de organizar son aquellas teóricas, orquesta, música de cámara... en las cuales atendiendo al número de alumnos tendrán necesidades de aulas más amplias para guardar esas distancias recomendadas. En cualquier caso, no va a ser un año académico fácil, pero creo que poniéndose a trabajar todos juntos (direcciones, profesores, padres y alumnos), la cosa puede salir hacia delante sin resentirse el alumno de una forma aguda.