ay dos cosas en esta vida que te quitan el hipo: un buen susto y un Calippo. Lo segundo no está demostrado científicamente (creo) pero lo decían en el anuncio, mientras explicaban las instrucciones del invento: aprietas y subes, sueltas y bajas. Vale, no hacía falta un manual de instrucciones para manejar un Calippo, es pura intuición: era -es- como la versión refinada de comerse un flash (un flax, según aprendimos ayer) pero con mazacote de hielo. A mí el Calippo me ocasionaba un efecto secundario que no le ocurría a ninguno de mis amigos: se me cortaban los labios. No me pasaba con ningún otro helado, ni con el flash/flax, o como se escriba, pero sí con el Calippo, lo que le quita todo el efecto de medicinal concedido en el título. Bueno sí, rectifico, porque cuando estabas malo te daban un helado y se te pasaban todos los males, gracias a que alguien se inventó que eran buenos si te dolía la garganta. La de dolores de garganta que pillaba yo en verano. Todos tuvimos una época de gozar con los polos cuando éramos críos (cuanto más hielo, mejor), luego nos hicimos mayores y nos volvimos sibaritas con helados de macadamia. J. Gorriti