ampoco le ha ayudado que pegase a un paparazzi ni que su mal humor haya marcado muchos momentos de su vida que, a veces, salían en las portadas, como la ruptura con su penúltima novia, Charlize Theron, que dijo que no le aguantaba más.

Con todo, es un actor tan grande que Hollywood le premió dos veces con el Oscar -en 2004 por Mystic River (Clint Eastwood) y en 2009 por Mi nombre es Harvey Milk (Gus Van Sant)- y le nominó otras tres: Acordes y desacuerdos (1999, Woody Allen), Yo soy Sam (2001, Jesse Nelson) y Pena de muerte (1996, Tim Robbins).

Pero hoy, el gruñón y conflictivo Penn parece ser un hombre nuevo. En plena pandemia, decidió casarse con su novia de los últimos cuatro años, la actriz australiana de 28 años Leila George, y lo hicieron por Zoom. "Hemos hecho una boda covid", afirmaba feliz el actor, que tuvo como testigos a Dylan y Hopper, de 29 y 26 años, respectivamente, sus hijos y de la actriz Robin Wrigth, con la que Penn dice que no mantiene contacto porque no se llevan bien, aunque estuvo casado con ella 14 años.

Actor de método, animal político y polémico por excelencia, además de gran seductor, Sean Justin Penn nació el 17 de agosto de 1960 en Santa Mónica (California, EEUU), segundo hijo de la actriz Eileen Ryan y del director, actor y escritor Leo Penn. Su hermano pequeño, el también actor Chris Penn, falleció en 2006 por un consumo excesivo de medicamentos que tomaba por problemas cardiovasculares, y el mayor, Michel, es músico y compositor de bandas sonoras.

Medio lituano, medio ruso, por parte de padre, y medio italiano, medio irlandés por parte de madre, con 20 años ya mostraba un carácter especial y unas dotes para la interpretación excepcionales. Sus primeros papeles fueron jóvenes testarudos, como el cadete que defiende su academia militar en Taps, más allá del honor (1981). Fue protagonista sólo dos años más tarde, en Bad Boys, de Rick Rosenthal, donde afianzó el rol de rebelde que le caracterizó en sus inicios. En los ochenta apareció en Adiós a la inocencia y en Colors dirigida por su amigo Dennis Hopper; ese año, conoció a Madonna mientras rodaba el vídeo Material Girl, se casaron en el 85 y se divorciaron cuatro años después entre acusaciones de malos tratos.

Entre sus opiniones políticas, radicalmente en contra de los republicanos, y su forma de actuar, tan física y emocionalmente compleja, Penn fue creándose un halo de hombre difícil; al tiempo, regalaba a su público interpretaciones inolvidables. Por ejemplo, junto a Al Pacino, en Atrapados en el pasado o en Pena de muerte dando vida a un asesino en el pasillo de la muerte que intima con una monja, Susan Sarandon, que se llevó el Oscar; no así Penn, aunque ganó un Oso de Plata en Berlín. En los 90 trabajó con los mejores directores, de John Cassavetes, a David Fincher, Woody Allen o Terrence Malik, con quien se sumó al discurso antibelicista de La delgada línea roja.

Ya entrado el XXI, rodó con Alejandro González Iñárritu (21 gramos), Julian Schnabel (Antes de que anochezca), Niels Mueller (El asesinato de Richard Nixon) o la mágica conjunción con Paolo Sorrentino en Un lugar donde quedarse.

Penn siguió mostrando su compromiso político en contra de la guerra de Irak, y defendiendo todo tipo de causas humanitarias, de la situación de Haití tras el terremoto de 2009 a los derechos homosexuales. Se ha metido en muchos más asuntos conflictivos, como defender la elección democrática de Hugo Chávez, o entrevistar a Joaquín El Chapo Guzmán cuando estaba huido de la justicia, pero también abrió a través su propia organización benéfica, CORE, un centro de pruebas de covid-19 en una zona humilde de California.

Se define como rata de carretera, de hecho afirma que se ha cruzado Estados Unidos no menos de veinte veces, y sigue, a los 60 años que le caerán hoy, siendo un fumador compulsivo.