ran los Arana familia notable de la República de Abando, anexionada a Bilbo tras la ley abolitoria de los Fueros vascos. Sabino de Arana y Goiri era hijo de don Santiago de Arana, terrateniente y armador cuya implicación en el Carlismo le llevó al exilio de Lapurdi en 1873 de donde regresó en 1876. Don Santiago —de tal astilla tal palo diríamos invirtiendo el aforismo— dicen que murió de pena al abolirse los Fueros y su viuda, doña Pascuala de Goiri, se llevó a la familia a Barcelona.

Ya para entonces, en la romántica convalecencia de una enfermedad en su casa de Abando, Sabino de Arana llegó del carlismo a la pura conciencia nacional vasca a través de interminables conversaciones con su hermano Luis.

Doña Pascuala muere en Barcelona en 1888 y la familia se vuelve para Bizkaia con sus restos mortales; de los años en Catalunya le quedaron al joven Sabino unos estudios de Leyes y Filosofía y una obsesiva consciencia de vasquismo. El regreso a su tierra le embebe más, si cabe, en el estudio de la historia, la legislación, los problemas socio-políticos y una profunda meditación sobre el modo de restaurar las leyes seculares vascas.

Sabino de Arana no ocultaba sus inclinaciones políticas, más bien se dedicaba a ganar adeptos mediante su propagación. Así, en 1886 funda la editorial “Bizkaya’ren Edestija ta Izkera Pizkundia” (Renacimiento de la Historia y Lengua de Bizkaia) y desde sus publicaciones propaga estudios de carácter lingüístico, histórico y literario siempre en torno a las libertades vascas.

Y del estudio a la política, el caserío Larrazabal de Begoña ante un reducido grupo de amigos fue escenario del primer mitin en toda regla de Sabino de Arana. En aquella alocución desplegó todos los argumentos contenidos en el libro que publicó en 1892 nada menos que con el título de “Bizkaya por su independencia”. En un escrito de 1907 firmado por un anónimo “Jeltzale”, la revista “Euzkadi” relataba el evento, al que concurrieron “hasta diecisiete caballeros vascos”:

“En párrafos de corrección impecable definió con admirable precisión, sin ditirambos ni excesos políticos pero de una manera convincente, lo que fue, lo que es y lo que debe ser el Nacionalismo Vasco, refiriéndose a Bizkaya, pues a bizkainos hablaba. No bien hubo terminado su interesante lectura, y tras de amplias explicaciones y ampliaciones sobre el tema de la oración que acababan de escuchar, los amigos le increparon con dureza por sus atrevidas doctrinas, llamándole poco menos que loco y visionario. (...) Poco después veíase entre aquellas veredas —de Begoña— caminar triste y pensativo a Sabino, acompañado de su hermano Luis”.

Sabino de Arana, en aquella solemne proclamación de principios, pronunció lo que se ha dado en llamar “El Juramento de Larrazabal” y que sonaba así:

“No quiero nada para mi, todo lo quiero para Bizkaya; ahora mismo, y no una sino cien veces, daría mi cuello a la cuchilla sin pretender ni la memoria de mi nombre si supiese que con mi muerte había de revivir mi patria”.

No se arredró Sabino por la incomprensión, sino que la mística política que rezumaba su discurso quedó plasmada en la creación de una nueva revista, “Bizkaitarra” y la fundación de la sociedad “Euzkeldun Batzokija”, lo que podríamos llamar el primer centro nacionalista.

Los años 1893 y 1894 fueron para Sabino de Arana los de su iniciación a la política activa y polémica. Y así le fue, con la suspensión gubernativa de sus publicaciones y una serie continuada de proceso que dieron con sus huesos en la cárcel.

No obstante, la semilla de Sabino de Arana prendió en el terreno abonado de muchos ciudadanos vascos añorantes de sus libertades, que no desaprovechaban ocasiones para expresar su adhesión a las doctrinas sabinianas. Así, un simple y funcionarial homenaje al Orfeón Pamplonés en Gernika el 16 de agosto de 1893 acabó como el rosario de la aurora, con gritos de “¡Abajo la preponderancia de Castilla!, ¡Abajo la centralización! ¡Viva Euskeria independiente!” y algunos “mueras” apasionados. El acto supuestamente orfeónico tuvo como colofón la quema pública de una bandera española.

Otro ejemplo, y ya de mayor trascendencia. Los diputados forales volvían de Madrid tras una dura batalla contra los proyectos antiforales del ministro Gamazo. Una multitud esperaba a los diputados en Castejón, la primera estación de ferrocarril en tierra vasca, para mostrarles su solidaridad. Allá estaba, también, Sabino de Arana con su hermano Luis portando una pancarta en la que se leía: “Jaun-Goikua eta Lagi-Zarra. Bizkaitarrak agur egiten deutse Naparrei” (Dios y Ley Vieja. Bizkaia abraza a Nafarroa).

Mientras tanto, Sabino de Arana, entre cárcel y cárcel, entre proceso y proceso, no había perdido el tiempo. Poco después de haber inaugurado el “Euskaldun Batzokija” en Bilbo, el 14 de julio de 1894 abrió otro en Busturia y el 31 de julio de 1895 se crea el primer “Bizkai Buru Batzar” presidido por el propio Sabino. Quedaba así fundado el Partido Nacionalista Vasco.

En medio de una actividad política incansable, siempre en la misma obsesiva línea, Sabino de Arana es elegido en 1898 diputado provincial por Bilbo, y en esa Diputación ejercerá, como único representante nacionalista y en medio de una dura hostilidad, al tiempo que su independentismo se va exteriorizando sobre la base propagandística de nuevas publicaciones. Es el tiempo de idear nuevas iniciativas, desde la denominación “Euzkadi” para designar al conjunto de los herrialdes vascos, hasta la bandera bicrucífera como enseña, pasando por continuos procesos penales, creación de organismos lingüísticos y ensayos de provocación, como aquel telegrama enviado al presidente de Estados Unidos Roosevelt felicitándole por haber concedido la independencia de Cuba tras liberarla del yugo español. Para comprobar que no se andaba por las ramas, recordemos el texto del telegrama:

“Nombre Partido Nacionalista Vasco felicito por independencia Cuba federación nobilísima que presidís, que supo libertarla esclavitud. Ejemplo magnanimidad y culto justicia y libertad dan vuestros poderosos estados, desconocido historia e inimitable para potencias Europa, particularmente latinas. Si Europa imitara, también Nación Vasca, su pueblo más antiguo, que más siglos gozó libertad rigiéndose Constitución que mereció elogios Estados Unidos, sería libre. Arana Goiri”.

Como puede suponerse, el telegrama no pasó de las oficinas de Telégrafos. Llegó a manos del fiscal y al diputado le costó otra vuelta por la cárcel.

Tras un polémico proceso judicial, Sabino de Arana pasó algo más de cinco meses en prisión y, cuando se enteró que el fiscal había recurrido la sentencia, optó por el exilio y se instaló —por segunda vez en su vida— en Donibane Loizune, ya con la salud muy quebrada.

En enero de 1903, quizá sabedor de que la vida se le escapaba, volvió al sur para instalarse en Sukarrieta-Pedernales. Es su etapa de pesimismo, de vacilaciones, de temor por el futuro de sus correligionarios y por la dificultad de sacar adelante su empeño político. Hasta tal punto le pudieron las incertidumbres, que su firmeza fue evolucionando penosamente hacia una especie de pragmatismo inevitable, en el sueño —¿o pesadilla?— de una País Vasco libre en una España unida. La muerte le privó el 25 de noviembre de 1903 de mayores y más arriesgadas evoluciones.

Angel Zabala, su sucesor, se encargaría de enderezar la doctrina y llevar adelante un proyecto político que cada vez iba contando con mayor número de seguidores.