rase una vez una copresentadora que nunca presentaba, una princesa que no reinaba, pero vivía de contar sus dramas e intimidades a golpe de talonario tras quedarse embarazada de un torero. Ni fueron felices ni comieron perdices pero se empeñó, y mucho, en que la niña se comiera el pollo. Su vida daba para un libro y lo publicó. Se vendió por miles pero nadie ha visto jamás ninguno en el salón de ninguna casa. P.M.