- Asegura que si va a un concierto sin la cámara a mano, disfruta, pero menos o de manera distinta. “Siempre estoy viendo cosas, momentos, gestos... y si no la llevo, algo falla”. De hecho, el gasteiztarra Borja Triviño lleva años uniendo su labor fotográfica con su pasión musical, lo que le ha llevado a ser testigo de una inabarcable lista de actuaciones dentro y fuera de Álava. Hace un par de años, aprovechando su nutrido fondo de imágenes, se volcó en dar forma al proyecto Femme & roll, una apuesta, convertida en exposición, por visibilizar la presencia de las mujeres sobre los escenarios, “un granito de arena” que aportar ante un panorama que, y aquí da igual el género musical del que se hable, sigue dominado por los hombres.

Aquella muestra tuvo buena acogida, pero el autor no quiso que la estela se quedase detenida en el pasado y por ello ha dado forma a una segunda parte, un Femme & Roll 2.0 que ahora se puede ver entre las paredes de Old Tower Stuff, tienda especializada en música que se encuentra situada en la cuesta de San Vicente. En total, son 17 las instantáneas que componen esta nueva producción, todas ellas tomadas en directo y en las que se incluye a bandas y artistas como Svetlanas y Tami Neilson. Además, esta vez Triviño ha querido incluir a intérpretes gasteiztarras, algo que no sucedía en la primera entrega del proyecto, un propósito que se traduce en las fotografías que protagonizan Sara Mauleón (Delenda Est) e Ingrid Padoan (Outgravity).

“Mi intención es apoyar a las mujeres en su camino dentro de la música desde lo que sé hacer, que es fotografiar”, más allá de que el autor no se olvida de todas aquellas que también trabajan en el sector pero a las que nunca se ve, como técnicas, programadoras... “Ellas también deberían tener visibilidad”. Con todo, Triviño entiende que en los últimos años se están dando algunos pasos. “Cada vez estamos encontrando a más mujeres sobre las tablas. También por la presión que se ha hecho sobre las salas y los festivales en este sentido”. Aún así, “en comparación con los hombres que puedo tener fotografiados, no se puede comparar el porcentaje. Es seguro que todavía queda camino por recorrer”.

Mientras se siguen dando pasos en ese sentido, el autor apunta que “lo que siempre busco en las fotos de directo es que haya algún gesto indicativo para que cuando el público vea la imagen sienta, aunque no haya estado en el concierto, qué es lo que pasó, qué energías se generaron”. Así se puede ver en una exposición en la que se recogen instantáneas tomadas en buena medida en Gasteiz pero no solo. Gaztetxes, salas y festivales sirven como contexto para cada una de las obras, espacios muy diferentes entre sí, aunque para trabajar “al final, como estás haciendo lo que te gusta, te encuentras bien en todos los escenarios”.