- El pasado viernes 19, el Ayuntamiento de Agurain dio inicio a una temporada de teatro de calle atípica en los últimos años. “Atípica tanto en cuanto la pandemia que nuestra sociedad está sufriendo nos hace que, día a día, tengamos que ir tomando medidas de protección sanitaria cambiantes, si bien, siempre con el objetivo de buscar la seguridad de las personas usuarias”, argumenta el primer edil de la villa, Ernesto Sainz Lanchares.

Antes de la aparición del coronavirus, el Consistorio había solicitado la ayuda del Gobierno Vasco, en el marco del programa Antzerkia Bultzatuz, para desarrollar la campaña de teatro de calle que de manera habitual celebra en la etapa estival. “Pensábamos que iba a ser imposible el ejecutar todo el programa cuyo comienzo lo daba la actuación Al otro lado de la compañía alavesa Zanguango. Sin embargo, recién estrenada la nueva normalidad pudimos subir el telón”, explica.

La puesta en escena, según relata Sainz Lanchares, “ha supuesto una alegría tanto para el Ayuntamiento de Agurain como para el sector. A priori porque este inicio era una prueba de fuego para entidades públicas como la nuestra. Y relacionado con el sector, por la realidad que está viviendo tanto en cuanto que no se está programando. Ello conlleva a una compañía mayor precariedad, posibilidad de desaparición…”.

El mayor reto de este arranque fue “la organización del lugar: articular un espacio escénico estático para una obra de teatro de calle que, en contra de su propio espíritu, debía desarrollarse en un espacio concreto sin poder desplazarse entre plazas, calles y espacios que es como estaba concebida”. Sin embargo, las ganas, la imaginación y el esfuerzo de la compañía en readecuar la obra, hizo que la cita, según sus palabras “aparte de ser inolvidable por el momento en el que nos encontramos, fuera una válvula de escape social”.

“Difícil” y “de mucha responsabilidad” son las palabras con las que el máximo mandatario municipal define la situación con la que se enfrentaban a la prueba de fuego del pasado viernes, la primera obra teatral de calle con público en Álava. “No fue fácil tomar la decisión de seguir adelante. Podemos decir que, aparte de la espléndida responsabilidad social por parte de los vecinos y vecinas de Agurain, la obra se desarrolló como se esperaba, sin concentraciones, con silla preasignada y con una previa labor de información y pedagogía social para que la gente viniese con las pautas más o menos claras”.

Para ello se elaboraron soportes digitales con códigos de acceso para conocer el protocolo a seguir. En ellos se advertía de la necesidad de acceder al espacio reservado para el desarrollo de la obra, la plaza de San Juan, con mascarilla obligatoria. Además se valló la zona para la ubicación de las sillas individuales reservadas para el público respetando la distancia marcada por las autoridades sanitarias.

Además, durante la obra, “las personas que accedía de Portal del Rey hacia la calle Mayor lo hicieron por un recorrido marcado hacia la derecha, circunvalando el espacio reservado para el acto. Los que bajaban de la calle Mayor o Zapatari hacia Portal del Rey lo hicieron por su derecha, por la olbea”, explican los organizadores de la cita, que también prohibieron la concentración de personas en la línea exterior del lugar reservado . Una vez finalizada la obra, los asistentes abandonaron el lugar de manera ordenada y fueron los miembros de la organización los encargados de recoger las sillas y proceder a su desinfección.

En la plaza se marcó el espacio escénico con vallado y cinta dejando un solo acceso para control de aforo y ubicación del gel hidroalcohólico de uso obligatorio. “El acceso se produjo con media hora de antelación al comienzo”, relatan al tiempo que explican que durante el transcurso de la obra hubo servicio de acomodación. Todo un buen ejemplo en el que la cultura cumplió ejemplarmente con su función y favoreció el entretenimiento, la reflexión, la enseñanza y el deleite tras su paralización y la vuelta a la nueva normalidad.