- Muchísima gente conoce a Jorge García por ser el entrañable Hurley de Perdidos, pero muchos menos saben que tiene raíces chilenas. Ahora el actor estadounidense visita el país de su padre en Nadie sabe que estoy aquí, una película que estrena hoy Netflix sobre los sinsabores que esconde la fama. "Un actor tiene que decidir cada día que esto es lo que quiere hacer", aseguró García (Omaha, 1973) sobre esta estupenda opera prima del cineasta chileno Gaspar Antillo que pasó por el Festival de Tribeca (premio al mejor director debutante), que fue producida por Pablo y Juan de Dios Larraín y que cuenta en su elenco con Luis Gnecco y Millaray Lobos. Nadie sabe que estoy aquí dibuja la historia de Memo (García), que fue un niño prodigio de la canción pero que de adulto vive oculto y sepultado por sus traumas en una zona remota de Chile.

Este es un proyecto muy especial para usted: su padre era de Chile y no había ido a ese país en muchísimo tiempo. ¿Cómo fue su experiencia rodando allí?

—Fenomenal. Cuando me llegó el guion era muy atractivo. Era como protagonista y el personaje era alguien a quien entendía de muchas formas, con el que me identificaba mucho . Sentía que podía llevar su historia al público. Y además se iba a rodar en Chile y eso abrió la oportunidad de que con suerte conectaría de nuevo con esa parte de mi familia. No había estado en Chile en más de treinta años y, gracias a mi primo que la organizó, hicimos una reunión familiar enorme con tíos, primos y otras personas que no había visto en muchos, muchos años. Mi padre falleció hace diez años, pero ver a mi tío, que tiene la misma cara que mi padre, fue uno de esos pequeños momentos que fueron muy especiales... Todas estas oportunidades llegaron con esta película, así que estoy agradecido.

Memo tiene un conflicto interior muy grande, pero es un personaje que no habla prácticamente nada.

—Me gusta la interpretación de ese modo. Siento que cuantas menos palabras dice, mejor es el actor. Hay un poder en unas pocas palabras que creo que se disipa a veces si el personaje habla... No sé, es algo extraño y de matices pero me parece que es así. Y también me parece que cuando un personaje hace más con su expresión, con un momento de silencio, o con una palabra aquí y otra allá, hace que sientas más curiosidad por él. Por otro lado, también se convierte al final en una especie de Test de Rorschach: el espectador refleja cómo ve el mundo según lo que ve en la cara de ese personaje. La gente encuentra cosas en ese papel a través de su propia experiencia.

La película aborda el lado oscuro del mundo del espectáculo, lo que no se ve fuera de los focos. ¿Ha tenido problemas de ese estilo en su carrera?

—Creo que, en algún momento, todas las personas del mundo del espectáculo tienen que lidiar con cosas que no son fantásticas (...) Yo he pasado por algunas de esas cosas pero, para ser un actor, tienes que decidir cada día que esto es lo que quieres hacer. Y ese continuo reafirmarse es lo que te da la energía para superar las partes difíciles, las partes incómodas. Yo no me quejo: las partes buenas han pesado más que cualquier parte mala que haya experimentado (...) Pero necesitas esa energía. Y tener una comunidad de apoyo alrededor de ti también ayuda.

No sabía que usted cantaba tan bien...

—(Risas) Fue fantástico. Esa escena concreta fue justamente al final, fue lo último que rodamos, así que fue definitivamente fantástico que lo guardáramos justo para el final para tener ese momento con Memo. Solo quería hacerle justicia, solo quería que Memo tuviera su momento y hacerlo bien. Confié en que Gaspar supiera cuándo lo teníamos.

En mayo se cumplió una década del final de 'Perdidos'. En los últimos años se han visto grandes series en la televisión, pero 'Lost' todavía tiene un significado muy especial para el público. ¿Por qué cree que es así?

—No lo sé, pero me gusta que lo tenga. Creo que Lost tuvo una gran habilidad para enganchar a la gente. Y creo que una gran parte de eso se debe a que creó personajes por los que la gente de verdad se preocupaba. Yo he visto otras series que también tienen elementos misteriosos y de ciencia-ficción pero que no tenían impacto en mí. Y casi siempre se debía a que no me preocupaba lo suficiente lo que les estaba pasando a esos personajes. Lost encontró ese lugar y la gente se implicó mucho con ellos: querían ver cómo pasaban por todo eso.