- Narciso Ibáñez Serrador siempre decía que el silencio es el prólogo de un grito de miedo, de un alarido de pavor. Hace un año que Chicho, como le llamaba todo el mundo, permanece callado, descansando en paz y sosiego. Hoy se cumple el primer aniversario de su fallecimiento y TCM va a recordarlo emitiendo La Residencia y ¿Quién puede matar a un niño?, los dos únicos largometrajes que dirigió para la gran pantalla pero que bastaron para que se le considere uno de los grandes maestros del cine fantástico y de terror.

Los espectadores del canal podrán también ver una entrevista con Paco Plaza en la que el director de REC o Verónica que, al principio de su carrera colaboró con Ibáñez Serrador, analiza la obra de su maestro y en la que habla también de la decisiva influencia que tuvo Chicho en toda una generación de directores y en la eclosión del reciente cine fantástico español. "La influencia en todos nosotros del programa Mis terrores favoritos fue enorme", reconoce Paco Plaza. "Gracias a él, cuando éramos muy pequeños veíamos películas de terror todas las semanas en Televisión Española, que era la única que había. Chicho era ese señor que salía con su bufanda y su puro y nos introducía a los clásicos de la Universal o la Hammer; a películas y personajes como Drácula, Frankenstein, la Momia€" Una influencia que el director de Quien a hierro mata fue descubriendo, con el paso de los años, que era compartida por un buen número de sus colegas: "Lo hemos hablado mucho entre nosotros y yo creo que Chicho fue fundamental para una generación que abarcaría desde Álex de la Iglesia a Eugenio Mira, y que incluye a Juan Antonio Bayona, Rodrigo Cortés, Jaume Balagueró, Juan Carlos Fresnadillo y muchos otros. Él fue una especie de padrino. Su huella se puede ver en todos nosotros y en las películas que hemos hecho. Es imposible pensar en Los otros o en El orfanato sin pensar en La residencia".

Narciso Ibáñez Serrador decía que el único miedo que había tenido en su vida era el miedo al fracaso y que el terror era una válvula de escape que hacía que el espectador regresara a la infancia. "Una experiencia que se puede tener tan solo comprando una entrada de cine", según explicaba. Un año después de su muerte la audiencia puede seguir renovando miedos, temores y horrores disfrutando con sus dos películas. Dos títulos que son, por derecho propio, parte importante de la historia del cine español pero que, según Plaza, siguen resultando igual de impactantes que cuando se rodaron. Historias en las que, casi siempre, la tensión proviene no tanto de lo que se muestra, sino de lo que el espectador no ve: "Lo insinuado en sus películas es lo que me parece sorprendente, muy arriesgado y muy moderno".