- Del bar La Española a los escenarios, de los primeros bolos a las grandes giras, de Sant Ildefons a donde sea. El libro de Estopa, que escribe Jordi BianciottoEl libro de Estopa y salió ayer a la venta, es un paseo por veinte años de “tensión creativa no resuelta”: de David y José Muñoz a Estopa.

“Sorprende que gente como ellos, con su proyección popular y comercial, lleven la vida que llevan”, comenta Bianciotto sobre la sencillez de los hermanos Muñoz. Tras mucho tiempo siguiéndoles la pista, el periodista y crítico musical no ha cambiado su idea a raíz del libro: “Es la confirmación de que son lo que yo pensaba que eran”, sentencia.

Y eso que ha tenido tiempo para sorprenderse, porque las primeras conversaciones acerca de escribir unas memorias de Estopa se remontan a 2014. David y Jose no lo veían claro; siempre se han alejado de las mitificaciones y los encumbramientos. Pero cumplir dos décadas en 2019 les pareció una excusa lo suficientemente buena como para dar el paso.

Antes, muy al principio, se publicaron un par de libros sin su colaboración. “Era hora de hacer el nuestro, el auténtico”, explican. Aunque su mundo es tan amplio que bromean con otros volúmenes que traten “cualquier faceta” de sus vidas: Estopa y el fútbol o Estopa y Dios, proponen.

Con su título a imitación de los “libros bíblicos”, el de Estopa no deja lugar a dudas sobre su contenido. Recorre el camino de dos chavales del barrio de Sant Ildefons de Cornellà (Barcelona), desde antes de que actuaran por primera vez en el Bar Sense Nom de Viladecans hasta ahora, cuando son capaces de llenar dos noches seguidas el Palau Sant Jordi de Barcelona.

La elección de un nombre tan aséptico para su libro también se debe a que no quieren ponerse medallas ni ver su aventura como un gran éxito. No se creen las historias de triunfadores, dicen, y ellos mismos puntualizan que si son ganadores, lo son con matices: “Circunstanciales y de chorra”. “Hemos tenido la suerte de que hemos encontrado un camino y mucha gente nos ha seguido. Llámalo X, llámalo como quieras. No me quiero llamar ganador porque no, porque seguramente pasado mañana ya no nos vaya tan bien y, si ahora me pienso ganador, entonces me pensaré perdedor. Un mecanismo de defensa”, argumenta David (1976), el mayor de los Muñoz.