En el preciso momento en el que más cine se consume, hacerlo es más complicado que nunca. Los rodajes vuelven poco a poco, pero con una imagen diferente y muchas incógnitas. Para los productores, grabar en estos momentos "es un salto al vacío sin ninguna garantía", mientras lidian con protocolos que ralentizan el trabajo y que exigen menos manos sin que ello "altere lo que se quiere contar". Un panorama "extraño" y que incluso puede cambiar los canales de distribución.

"Vivimos el presente con mucha incertidumbre. Carecemos de seguros por el COVID-19, por lo que nos lanzamos al vacío solos. Nosotros nos vamos a arriesgar", cuenta el productor Koldo Zuazua, a quien el coronavirus le pilló en mitad del rodaje del filme Ilargi guztiak y con toda la maquinaria del estreno de Akelarre para octubre en marcha. Su productora, Kowalski Films, junto a sus socias Arcadia Motion Pictures y Pris&Batty Films, será una de las primeras en retomar las grabaciones en Euskadi. "Empezamos con Ilargi guztiak el 17 de febrero y el 13 de marzo tuvimos que parar con todavía tres semanas por hacerse. No nos queda otra que retomarlo, más teniendo en cuenta que la protagonista es una niña de 13 años y tenemos que evitar que crezca mucho para continuar", relata.

Tal y como cuenta el productor donostiarra, el gran handicap con el que lidian las grabaciones "de aquí, estatales e internacionales" es la falta de cobertura que les proteja contra el virus. Las grabaciones disponen de seguros con los que resguardarse en caso de que uno de los intérpretes fundamentales o el director caigan enfermos o sufran un accidente. En ese caso, la póliza cubre el pago de los técnicos y profesionales hasta que el rodaje pueda reanudarse. De deberse a un positivo por COVID-19, la carga económica recaería en los productores.

"Cuándo podremos volver a rodar como antes es una incógnita. Las grabaciones, en general, son mucha gente en un espacio pequeño. Quizás lo mejor ahora sea esperar, pero ahí pueden entrar otros factores como los calendarios de la gente, que hagan que pierdas al equipo o los actores. Es muy complicado", afirma Xabi Berzosa, de Moriarti Produkzioak. La productora guipuzcoana ha esquivado el problema sanitario, ya que no tenían ningún rodaje en fecha. Únicamente han tenido que paralizar algún casting y alguna búsqueda de localizaciones, y lo han aprovechado para continuar en el desarrollo de sus diferentes proyectos: "Todo es una duda constante. Los protocolos y las medidas de seguridad van a cambiar el ritmo de los trabajos. Si perder una hora de rodaje ya es un drama para la producción, perderla cada dos por tres por la protección puede llegar a hacer inviable el proyecto".

Precisamente, los necesarios protocolos de seguridad pueden echar a más de una producción para atrás, más si cabe si se tiene que depender de más de un reglamento. Es el caso de Kanaki Films, la productora de Raúl de la Fuente y Amaia Remírez, acostumbrada a rodar en diferentes países a la vez. De hecho, en este momento tienen cinco proyectos paralizados en cuatro países diferentes. "Vemos la vuelta a los rodajes muy, muy lejana. Mientras continúen las medidas de cuarentena como ahora, va a ser imposible. Si tenemos que estar quince días encerrados para poder hacer un rodaje de quince días y al volver a casa tenemos que estar otros quince días de cuarentena, es inviable", explica Remírez.

"Los protocolos lo van a encarecer todo"

Rodar en las circunstancias actuales es sinónimo de reorganización. Para poder continuar con la nueva película de Igor Legarreta, Zuazua debe adoptar el protocolo establecido por el Gobierno estatal "con unas directrices básicas muy laxas", acotar las áreas por zona para cada parte del equipo, reducir en la medida de lo posible el personal de los departamentos -"algo nada sencillo porque cada uno cuenta con elementos esenciales para que la cadena avance"-, realizar test de COVID-19 a todos los miembros de la producción, desinfectar a diario los espacios de grabación y conseguir el permiso para que la niña menor pueda volver al rodaje.

"Es un mayor coste para la producción. Los protocolos lo van a encarecer todo, pero quiero creer que va a ser rentable. Algunas producciones como las nuestras serán más sencillas de hacer, pero otras con mucha figuración, con grandes equipos artísticos y con movilidad geográfica, serán muy complicadas", augura.

Para Berzosa, esto plantea una cuestión y es si las circunstancias deberían cambiar lo que se quiere contar o no. "Las producciones pequeñas lo tendrán más sencillo, y puede haber experimentos puntuales ahora, cuando todo es una incógnita, pero no creo que tengamos que condicionar las historias. Aun a riesgo de que una recaída pueda suponer un gran coste", opina.

"Es imposible saber qué va a pasar, así que pensar ya en cómo vamos a rodar es algo que ni me planteo. No sabemos qué va a ser de nosotros", apunta por su parte Remírez.

No obstante, la forma de rodar no es lo único que parece que va a cambiar. El modelo de distribución también parece en entredicho, como se ha visto estas últimas semanas en las que las plataformas digitales han incrementando considerablemente sus usuarios. "No sé si el modelo de consumo va a cambiar, pero lo que creo es que, si algo tiene que pasar, pasará ahora. Y muy probablemente las salas de cine tendrán que adaptarse, aunque me gustaría saber cómo lo ven ellas", comenta el productor de Moriarti Produkzioak.

El coronavirus ya ha transformado este modelo. Los Goya y otros premios similares permiten los estrenos online para las películas que iban a ir a salas antes del 31 de agosto. Por lo que, basándose en esa fecha, Zuazua cree que la previsión es que haya una normalidad cultural de cara al otoño, y por ese motivo continúan trabajando en el estreno de Akelarre para octubre. "Existe mucha incertidumbre, pero soy positivo y creo que tras el verano podremos volver a las salas con normalidad porque hay películas, como esta, que creemos que pueden funcionar bien", añade.

Por lo tanto, las calles de Euskadi se irán convirtiendo poco a poco de nuevo durante las próximas semanas en un plató, en el cual será imprescindible mantener la distancia de seguridad, con el temor de un nuevo parón que retrase todavía más la vuelta a las pantallas de cine.