- La situación no deja de ser un tanto paradójica, como si el destino quisiera cerrar estos días un círculo que comenzó hace casi tres décadas. Durante muchos años, sus poemas permanecieron guardados, quietos, en la intimidad de su casa, formando parte de un cuaderno que nadie, salvo su autora, sabía que existía. Pero hace tres años, Loli G. García empezó a dar forma a la idea de sacar sus creaciones a la luz, de compartirlas, de hacer que otros sintieran sus palabras como propias. De hecho, Como mariposas muertas es ya una realidad palpable, un libro que aparece justo ahora, cuando la sociedad está confinada, guardada, quieta, en la intimidad de cada casa. "He tenido muchas dudas por el momento que es", reconoce la autora, aunque al final ha dado el paso, también siguiendo el consejo de quien le ha hecho ver que en este contexto, "un libro puede ser un elemento que ayude".

Es más, este pasado miércoles por la tarde realizó una presentación virtual. "Me hubiera gustado hacer la presencial que tenía prevista, porque además tenía diferentes cosas preparadas. Y no descarto hacer algo cuando se pueda. Pero lo cierto es que la experiencia fue muy interesante. Acabé con mucha energía, la pena fue no poder abrazar a quienes la siguieron para soltarla", dice con una sonrisa mientras habla de su primer poemario, que se puede adquirir tanto a través de internet (en www.comomariposasmuertas.com) como en las librerías Sarralde, Cedro y en Best Press, abiertas estos días ya que también venden prensa.

De aquellos 122 poemas iniciales, de aquellos escritos que fueron naciendo en un momento dado de la década de los 90, son 48 los que componen la obra. "No quería un caleidoscopio de poemas que no tienen un hilo conductor. Quería contar una historia, la de un viaje personal de crecimiento y conocimiento, de salir de una situación de desamor para ser tú misma, para volver a disfrutar de la vida". En este sentido, apunta que "si todo el libro o una parte de él, le resuena a alguien por dentro, si le sirve para entender que es posible cambiar y romper con aspectos que no nos gustan, para confiar que la vida te va a dar nuevas oportunidades que tú también te las tienes que trabajar, estupendo. De hecho, ya me parecería mucho".

Tres son las partes que van vertebrando el poemario, correspondientes al invierno, la primavera y el verano. "El otoño todavía está por venir", sonríe. A partir de ahí, la palabra toma el protagonismo, pero no se encuentra sola. Más allá de la portada, las ilustraciones de Norbert Martín también aparecen en el interior para acompañar el paso de las mencionadas tres estaciones. Y la publicación se sirve de los códigos QR para posibilitar que los lectores se encuentren con la música y el recitado de nueve de los poemas.

Se completa así una publicación nacida "poco a poco", en un proceso que "ha sido largo, que ha tenido momentos difíciles, pero que me ha dado también muchos regalos en forma de las personas que he conocido y me han ayudado en el camino". Entre ese abanico de acompañantes, la autora destaca la figura de Elisa Rueda. "Gracias al Festival Internacional de Poesía Poetas en Mayo me fui animando. Elisa ha generado una plataforma para que las personas que escribimos podamos acercarnos. En 2017, llamé a Elisa y le comenté lo del poemario, para ver si le podía echar un vistazo. Me dijo que merecía la pena y me puso deberes. Uno, que en aquel festival empezara a recitar y a presentar algún poema. Dos, que pasase el poemario al ordenador. Cuando me puse, me encontré con poemas que no se sostenían, otros que necesitaban cambios y otros que me impresionaron. Aquello me revolvió emocionalmente".

Pasado ese proceso, llegó la selección de las creaciones que al final se encuentran en el libro, en una obra construida a lo largo de los tres últimos años robando huecos al tiempo libre, un poemario que ahora inicia una nueva vida entre las manos de quien lo lea.

Un total de 48 poemas describen "un viaje de crecimiento y conocimiento" para "volver a disfrutar de la vida"

La palabra convive en este trabajo con la ilustración, pero también con la música y el recitado a través del uso de códigos QR