Jelen y Unai desplegaban su conversación. Todavía tenían dos horas antes de volver a sus trabajos. Dejaron atrás las clases de música de los noventa con Trocóniz. Comenzaron a transitar, al principio renqueantes, como si no quisieran, pero dejándose llevar por ellos, senderos cuyo trazado olvidaron hace muchos años.

Y Jelen insistía en Matos, en lo que le hicieron tanto ella como Unai, como los otros, Eduardo, Juantxu, Landa. Porque Jelen sentía que, aunque no hubiera participado directamente en aquellos vete de aquí gilipollas, no queremos ni verte, ni me toques, marica de playa, bofetones sueltos, zancadillas, empujones, algún escupitajo en el pasillo, había presenciado muchos de aquellos momentos y no había hecho nada por evitarlos, soltar un basta ya o un dejadle en paz de una vez.

Eso es lo que más me duele ahora. Dijo Jelen. No hice nada como no hice muchas cosas que tenía que haber hecho en su tiempo contigo, y ahora estamos en la situación que estamos. Dijo Jelen. Y un pequeño silencio se posó en sus bocas.

Juantxu está intentando detener la publicación de esos capítulos. Le llevará unos días, pero al final lo va a conseguir. Dijo Unai.

Veo que no eres consciente de nada. No lo hagáis. Va a ser peor. Nadie nos relaciona con los nombres que aparecen ahí. Solamente lo sabemos nosotros. Y creo que es necesario que Matos lo siga contando. Dijo Jelen. A mí me viene bien. A través de todo lo que leo en el silencio del virus estoy descubriéndome. Me pasa en esa ficción como me está pasando durante todos estos días con la realidad, durante este gran paréntesis que se abrió en nuestras vidas, que vuelvo a reconocerme de nuevo con quién soy, con quién siempre tuve que haber sido. Dijo Jelen. Es una oportunidad que se nos abre. La Jelen que aparece en esos capítulos es más Jelen que yo misma. Dijo Jelen.

No insistas. Juantxu ya tomó la decisión. Acabará con todo esto cuando menos te lo esperes. Dijo Unai. Además, no se si te has dado cuenta, pero el Matos ese ya empieza a cometer errores. El otro día se le escapó una anotación que supongo será una de las que le deja en las papeleras ese tipo que en la novela se llama Ray, el repartidor. Y eso ha sido clave para nosotros ¿Sabes lo que me dijo Juantxu? Me dijo que ya lo tenemos, que le hemos cazado. Y ahora, con todo lo que me estás diciendo, ya no hay vuelta atrás.

¿A qué te refieres con lo de esa nota, con lo de ese error? Preguntó Jelen.

Creo que es en el capítulo veinticinco. Le tenemos calao. Ahí solo pone la mitad de una conversación que tuve yo con Juantxu. Una conversación cebo. Hablamos por teléfono. Y luego lo hicimos personalmente. Y repetimos la conversación, pero con solo un detalle que las hizo diferentes. En esta segunda charla dijimos algo que no dijimos en la primera. Lo del plasma. Quedamos, sí, quedamos, no te diré dónde, pero quedamos. En la conversación por teléfono yo no le dije nada de los plasmas, no le hablé nada de lo que Landa me contó sobre Teresa, sobre su madre, sobre lo del plasma de pacientes curados que se está utilizando para curar a los positivos que están en los hospitales. Aunque no. No. No puede ser. Lo más seguro es que nosotros le hayamos puesto un cebo y él nos haya puesto otro cebo también a nosotros. Parecía tonto, pero no, no es tonto.

No te sigo. Dijo Jelen.

No, no, lo de la nota no es un error, porque la puso con fecha y todo, ahí, fuera de lugar, como diciendo, os tengo controlados. Es otra manera de decirnos que nos sigue, que nos espía mediante Ray, Jelen. Dijo Unai como para sí mismo. Es eso. Eso es. Volvió a hablar Unai reconcentrado.

Aclárate. Exigió Jelen.

Juantxu ha detectado cosas raras en su móvil y tengo que pasarle el mío para que lo analice también. Creo que nos controla desde ahí. Bueno, eso ya lo intuíamos, pero ahora lo tenemos clarísimo. Es una de esas aplicaciones espía que te graban conversaciones, te geolocalizan, de las que te controlan en todo momento. Y en tu móvil debe haber otra. Esto que estamos diciendo se está grabando ahora en esa aplicación. No es fácil encontrarla. Juantxu dice que está encriptada bajo no sé qué historias, que tiene un colega que, bueno, que al final va a descubrir donde está esa mierda en nuestros móviles. El tuyo también está pinchado. Dijo Unai.

Unai. Dijo Jelen. Unai, escúchame. Dijo Jelen.

Dame tu móvil, por favor. Se lo tengo que llevar a Juantxu. Dijo Unai.

Unai extendió su mano para recoger el móvil de Jelen. Jelen protegió el móvil con fuerza contra su pecho.

No. Dijo Jelen.

¡Que me lo des! Exigió Unai.

Te tienes que ir de esta casa. Dijo Jelen. No podemos seguir juntos. Dijo Jelen.

Pero ¿qué dices? Dijo Unai.

Hoy, mañana. Decide tú. Te doy hasta mañana. Vete a casa de tus padres. Necesitamos separarnos por un tiempo. Luego ya veremos. Dijo Jelen.

Se hizo un silencio de hielo entre ambos.

Tú ya lo sabías, Jelen. Dijo Unai. Estuve un día sin móvil. Se lo pasaste a él para que le pusiera esa mierda, se lo pasaste a Matos. Dijo Unai.

Tienes que irte. Dijo Jelen.

Se lo diste a él. Dijo Unai abatido.

Por mucho que hagáis, no vais a parar esa novela. Lo que se cuenta en esa ficción es más fuerte que vosotros. Dijo Jelen.Continuará